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¡No solo de harina está hecha la repostería!

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Quequedegofio.jpgEl Gofio, de alimento de subsistencia para los “Guanches” prehispánicos y posteriores habitantes de las Islas Canarias, a ingrediente rey en la cocina y la repostería. Aunque actualmente no todo canario consume gofio, al menos los restaurantes que lo incorporan en su carta y quienes lo tienen impregnado en su mente como evocador aroma y sabor de la infancia, lo convierten en una propuesta distinta, digna y moderna de cocinar originales recetas.

Antiguamente la forma básica de prepararlo era mezclándolo preferiblemente con leche, bien recién salida de la ubre de la cabra –para consumirlo en forma de grumos o papilla muy ligera–, bien como “pella” –pelota– amasada en un “zurrón” con leche.

Actualmente, los incondicionales de este condumio, lo consumen hasta por la nariz, pues el intenso aroma a gofio tostado desprendido por los molinos, donde se muele y tuesta, invadiendo los alrededores, activa todos los sentidos…y los jugos gástricos. Básicamente el gofio, conocido en Suramérica por ñaco, es la harina resultante de tostar los granos de maíz solo, trigo solo, cebada, centeno, garbanzo, etcétera, o muchos cereales juntos. Lo más usual es solo de maíz o solo de trigo, o ambos mezclados.

En las islas orientales se usa el de “millo” –maíz– y en las occidentales el de trigo; de igual modo son excelentes, además de sanos. Como resulta que la autora de este artículo pertenece a los “incondicionales” de este alimento, a buen seguro se dará otra ocasión que les proponga alguna receta más e información sobre este sano alimento que no tiene colorantes ni conservantes; cargado de vitaminas, proteínas, fibras y minerales, que lo convierten en indispensable en la dieta diaria, e incluso apto para celíacos, porque el tueste del grano anula los aminoácidos formadores del gluten.

“Queque” de Gofio

Ingredientes:

1 recipiente vacío de yogur como medida

6 huevos 2 yogures naturales sin azúcar 3 medidas de azúcar, (ó 4 si es goloso) 2 medidas de gofio de trigo 1 medida de gofio de maíz 2 medidas de aceite de oliva (sabor suave) 1limón (la ralladura y su jugo) 1 cucharada colmada de canela (de postre) o al gusto 1 cucharadas de matalahúva (semillas de anís verde Pimpinella anisum) 1 sobre de acidulante y otro de gasificante para repostería, ó 1 cda. de levadura en polvo

Preparación:

1) En un cuenco mezclar las 3 medidas de gofio (una de maíz y dos de trigo), el gasificante, el acidulante o la levadura, la canela y el anís, reservar.

2) Separar las yemas de las claras. Batir con varilla eléctrica las 6 yemas con 2 medidas de azúcar.

3) Añadir a lo anterior el contenido de los 2 yogures naturales, batir bien.

4) Añadir el zumo de limón y la ralladura (Rallar solo la capa superficial amarilla de la piel, sin lo blanco que es amargo).

5) Incorporar en ese punto lo preparado en el paso 1 y además las dos medidas de aceite, mezclar bien con varilla eléctrica.

6) Monte a punto de nieve las 6 claras de huevos, a la mitad del procedimiento incorporar la medida de azúcar que faltaba. Mezcle con lo anteriormente elaborado tal como se explica en el truco de la quincena.

7) Engrasar con mantequilla un molde, verter la masa y precalentar el horno a 1800. Hornear a una temperatura de 170 a 180 grados durante 50 a 65 minutos.

8) Compruebe si está hecho, más o menos a los 50 minutos, introduciendo un pincho metálico en medio de la masa, si sale seco –sin masa adherida– es que está hecho. Apague el horno y deje que se enfríe dentro antes de desmoldar.

9) Si su tiempo apremia, sáltese los pasos explicados anteriormente y mezcle todos los ingredientes de un sopetón, le quedará menos esponjoso pero igual de sabroso. Truco de la quincena: para conseguir en repostería esponjosos “queques”, bizcochos, magdalenas, bases de tartas, etcétera, debe mezclarse –nunca batir–, las claras a punto de nieve con el resto de la mezcolanza, para que no se “baje” el punto de nieve. Se va añadiendo poco a poco el punto de nieve, con movimientos envolventes, y una cuchara de madera, sin invertir demasiado tiempo en la tarea, solo lo justo y necesario hasta que todo esté bien entremezclado.

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Fuente: www.lagranepoca.com

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