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Burai Rick Spencer – Dana Paramita

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Dana Paramita


Buenos días a todos. Gracias por venir en este, el último día de 2006.

Quiero poner un fin al año con empezar con una tema nueva, una serie de pláticas nuevas para los domingos. El tema de que yo quiero hablar es una de las muchas listas budistas. Hay más listas que necesario para cubrir los 12 días de navidad.

Antes de que las enseñanzas habían escritos, pienso que hacer listas ayudaba a los practicantes para recordar las enseñanzas. Aún después de que las enseñanzas empezaron a ser escritos, seguro que copias de ellas eran difíciles de encontrar, y de todos modos muchos monjes y monjas no podían leer. Entonces herramientas como listas eran muy importante para ayudar en el estudio del Dharma.

El tema que quiero tomar es las 6 paramitas, o las 6 prácticas de la perfección. Ellas son dana, shila, kshanti, virya, samadhi, y praña. Se suelen traducir al español como generosidad, conducta, paciencia, ánimo, meditación y sabiduría.

La palabra «paramita» se suele traducir como “perfección” o también «lo que va mas allá» o «ido a la otra orilla.» Este tipo de perfección no es como recibir una nota perfecta en un examen. No pasamos un examen para poner un fin a una cosa y seguir con otra. No hay fin, no hay un punto final. Esta es perfección que va más allá de cualquier concepto de la perfección o la imperfección.

Tal vez recuerdas que en el Sutra del Corazón decimos que todos los Budas y Bodisattvas confían en praña paramita. Este es la sexta paramita, la perfección de la sabiduría o sabiduría más allá de la sabiduría. Podrías preguntarte a ti mism@ que quiere decir esto.

Hoy quiero hablar sobre la primera paramita la cual es dana paramita, normalmente traducido como generosidad. Entonces dana paramita puede ser llamado «generosidad que va más allá de la generosidad.» Pues desde el principio estamos diciendo que lo que tratamos no cabe en la palabra «generosidad.»

Pero sí hablamos de dar regalos.

Quiero empezar con unos cuentos de regalar, sin mucho comentario.

Primero hay un cuento de Ryokan.

Ryokan vivía en japón hace 200 años. Era un Maestro Zen pero vivía la forma más simple de vida en una pequeña cabaña al pie de una montaña. Una noche un ladrón entró a hurtadillas a la cabaña sólo para encontrar que no había nada para robar.

«Ryokan volvió y lo encontró. «Has hecho un largo camino para visitarme», le dijo al ladrón, «y no deberías regresar con las manos vacías. Por favor, toma mis ropas de regalo.»

El ladrón estaba asombrado, pero tomó las ropas y escapó.

Ryokan se sentó desnudo, observando la luna. «Pobre hombre», murmuró. «Hubiera querido darle esta hermosa luna.»

Y aquí tenemos otra cuenta mas moderna.

Taezan Maezumi roshi enseñó en los ee.uu. muchos años hasta su muerte en 1995. Hizo algunos viajes al DF y ahora hay 2 de sus sucesores enseñando allá.

A veces algunos alumnos le traían regalos muy caros y lujosos. Pienso que lo hacían con la esperanza de quedarse mas cerca de él o esperando que él pudiera darse por enterado tan buenas personas eran. No eran sobornos flagrantes, sino sutiles. Seguro que él lo sabía y hacía de aquellos momentos oportunidades de enseñar.

Una de sus alumnas me dijo que en una fiesta alguien le trajo un regalo que pareció muy muy caro. Solo el papel para envolver valió mucho. Atrajó su atención y con mucho orgullo y esperanza dijo, «Mira roshi, este regalo es especialmente para ti. Esperamos que te gustará”.

Maezumi roshi dio todo su atención a la persona, tomó el regalo, y dio sus gracias con mucha sinceridad. Mientras el donador estuvo poniendo orgulloso y feliz, Maezumi giró a la persona mas cerca, le dio el regalo todavía envuelto, y dijo, «Déjame darte un regalo, es especialmente para ti.»

Los sutras nombran 3 tipos de regalos.

– Primero son los regalos materiales. Estas son cosas: paquetes que se pueden ser envuelto y regalado a alguien, regalos de alimento o dinero.

– El segundo es el regalo de no temer. Un ejemplo es consolar o proteger alguien que sienta amenazado o miedo. Pienso que el regalo de no temer también podría ser vivir una vida sin miedo como una manera de dar un ejemplo o animarse a los demás. Este regalo incluye el regalo muy importante que damos cuando simplemente estemos presente con alguien que sienta solo, en dolor o con miedo. Con nada mas que estar presente con esa persona y escucharla, podemos darla un gran regalo que puede traerla un alivio lo suficiente para que pueda seguir en el camino de despertar.

– El tercero es el regalo del Dharma, compartiendo las enseñanzas con alguien. Se dicen que el regalo mas grande es el regalo del Darma. Un sutra dice, «Un regalo del Darma vence todos los otros regalos.»

En la tradición mas antigua del Budismo en el oriente, los monjes no se permitían hacer trabajo productivo. No tenían bienes materiales para dar, sino se dedicaban a dar regalos de no temer y regalos de las enseñanzas. Se sustentaban con la generosidad de los laicos y laicas que les daban alimento y ropa. No importa tan pobre que fueras, todavía pudieras dar unos granos de arroz a un monje mendigo.

No importa tan rico que fueras, todavía pudieras recibir las enseñanzas.

Esta relación es muy importante. Para que practiques la generosidad, hay que ser alguien para recibir el regalo. Ambos lados están regalando algo.

Si estoy de necesidad y tu me das algo, mi necesidad te ha dado la oportunidad de practicar la buena práctica de la generosidad.

Aquí tenemos una cita del monje contemporáneo Thanissaro Bikkhu:

Habían tiempos en mi gira mendicante en Tailandia rural que cuando andaba pasando una cabaña pequeña hecho de pasto, alguien venía corriendo para poner arroz en mi cuenco.

Unos años antes, como laico, mi reacción al ver una cabaña tan desdichada hubiera sido querer dar dinero a ellos para ayudarles. Pero ahora estuve recibiendo su generosidad.

Desde mi posición como monje haría menos para ellos en termos materiales que pudiera hacer como laico, pero por lo menos estaba dando la oportunidad de tener la dignidad que llegue con ser donador.

Recuerdo una vez que una amiga me dijo una historia de subiendo un sendero por las montañas de Chiapas con una amiga cuando encontraron una choza hecho de ramas.

Una anciana doblada salió de la choza y al ver mi amiga y su compañera se iluminó la cara y les pidió esperar un ratito. Fue a dentro de otro montón de ramas que era el gallinero y luego salió con dos huevos. Dio un huevo a cada una de las caminantes.

Cuan feliz estuvo esa mujer al dar.

Cuan conmovidas estuvieron las dos caminantes simplemente por estar allí.

En una parte del canto de las comidas en los monasterios zen, los monjes cantan, «Que nos demos cuenta del vacío de las 3 ruedas: donador, receptor y regalo.» Todos los 3 están vacíos de una existencia separada. Ni uno puede existir sin los otros. Cada uno incluye a los otros y por su turno está incluido dentro de ellos.

No te sorprenderías escuchar que el budismo hace hincapié en la intención o estado mental que uno tendría al dar un regalo.

En un sutra, el Buda lista algunas motivaciones posibles para regalar y las consecuencias que cada una tiene para el donador.
– Uno podría dar buscando algo a cambio.
– Uno podría dar con el pensamiento «esto me hace una buena persona.»
– Otra razón sería dar por costumbre. Por ejemplo, uno pensaría «mi familia siempre ha dado a esta organización y por eso debo yo.”
– Algunos regalos serían dado con la idea que los ricos deben de dar regalos a los pobres.
– Otra razón sería que me hace feliz cuando doy algo a alguien.

En cada caso, el Buda dice que la donadora experimenta unos buenos resultados. Sin embargo, finalmente el mérito de regalar se agota y la persona regresa justo donde estaba al principio.

Pero, si uno dar un regalo sin nada de estas razones, sino da como «un apoyo para la mente» resulta diferente.

Yo entiendo «apoyo para la mente» como un entrenamiento para la mente, o dando justo para la práctica misma de dar.

Si uno da para esta razón, también hay una recompensa transitoria, pero el donador nunca jamás regresa a ser igual que antes. Pienso que aquí estamos en la línea de salida de ir mas allá, pero todavía no hemos ido.

En dana paramita, la intención es la clave. El valor de cambio del regalo realmente no importa.
Claro resulta difícil poner un valor de cambio al regalo de las enseñanzas o al regalo de no temer. Pero aún con regalos materiales, es la intención que importa mas. Cualquier padre que ha recibido un dibujo, o la huella de una mano, o un poema como regalo de su hijo lo sabe.

Y es en el punto de la intención donde podemos empezar con el verdadero entrenamiento de la práctica de dana paramita. Un sutra dice, “Aún si una persona echaría los restos de un cuenco o una taza hacía un charco con el pensamiento, ‘Que cualquieras criaturas que vivan por acá se alimenten con esto’ eso será una fuente de mérito.” Que diferente es eso de echar los mismos restos sin pensar.

Mi maestro, Norman Fischer, recomienda a niños que empiezan la práctica de dana paramita con dar regalos a si mismos. Estos regalos pueden ser cosas que ya tengan: me doy esta pelota (gracias) me doy esta piedrita (gracias) o esta hoja (gracias)

Conforme que la niña se acostumbre al dar a si misma, se vuelve mas fácil y mas natural para que siga dando en otras circunstancias.

Podemos dar una sonrisa o una palabra cariñosa, podemos señalar un arco iris o pájaro interesante y darlo.

En «Los cuatro métodos de guiar un bodhisattva» el maestro Dogen dice, «Ofrece las flores florecientes en una montaña distante al Tatágata.» Tatágata es otro nombre para el Buda.

Dijo, «Date ti mismo a ti mismo, y los demás a ellos mismos.»

«Ambos aceptar un cuerpo y soltar un cuerpo son dar.» Nos podemos dar el regalo de ser lo que seamos, y les podemos dar a los demás el regalo de apreciarles quienes realmente son en vez de lo que pensamos que deben de ser.

Dogen también dijo, “Dejar las flores al viento, dejar los pájaros a las estaciones, también son actos de dar.”

El Buda nos dio mas consejos en la práctica de dar.

Una persona de integridad da un regalo con un sentido de convicción.

Eso quiere decir que uno da sinceramente, con certeza, sin duda.

Una persona de integridad da un regalo atentamente.

Uno da con atención plena, y trata el regalo y el receptor con respeto.

Una persona de integridad da un regalo en temporada.

«En temporada» significa que uno da un regalo que sea apropiado y útil.
Una vez sería un libro, otra vez una cesta de frutas, y otra vez efectivo.

Una persona de integridad da un regalo con un corazón empático.

El donador no se ve como superior o separado del receptor, sino siente uno con él.

Una persona de integridad da un regalo sin hacer afectos adversos para ella misma o para los demás.

Uno no da un regalo que causa daño, como drogas o alcohol. Uno da con el deseo de quedarse capaz de seguir dando.

El dar es el no codicio. Dar es renunciar todas las cosas que en todo caso no pudiéramos poseer jamás. Es renunciar esta ilusión.

Hay un dicho «No te puedes llevarlo a la tumba.» para justificar gastando mucho dinero por cosas frívolas. Es verdad, «No te puedes llevarlo a la tumba,» pero los sutras dicen que todavía te puedes salvarlo si lo regalas.

Según el Buda, «Lo que tema el avaro, que se detiene de dar, es el mismo peligro que venga cuando no da.»

Cuando verdaderamente practicamos dana paramita no pensamos en dar o no dar, en tener o no tener, ni siquiera en ayuda o necesidad. Nos extendemos la mano en la misma manera que respiramos. La intención no es dar, la intención es vivir la vida.

Entonces ahora misma ya tenemos muchas cosas para regalar. Algunas cosas son fácil de regalar, y otras no tanto. Podemos empezar nuestro entrenamiento en dana paramita por dar las cosas que sean fácil de dar, así como aprendemos cocinar empezando con recetas fáciles.

La verdad es que algún día vamos a estar llamados para renunciar todo. Un día tendremos que renunciar todo lo que conocemos y queremos, vamos a dar una exhalación sin jamás tomar una inhalación. Cuando llegue este tiempo, ¿estaremos listos?

Gracias por escuchar.


© 2006, Burai Rick Spencer
– Fuente : Grupo Zen de Puerto Vallarta

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