Ha sido comprobado científicamente que el ritual afectuoso de compartir un abrazo libera oxitocina, la cual ayuda a combatir los efectos del estrés ocasionados por el cortisol y la norepinefrina. Además de estimular nuestro sistema inmune protegiéndonos de enfermedades, los abrazos también pueden mejorar nuestro umbral del dolor. Pero éstos no sólo disparan reacciones bioquímicas; también nos pueden ayudar a mejorar nuestras relaciones, dotándolas de intimidad y armonía.
En su libro Cómo amar el monje y maestro budista Thich Nhat Hann ha dejado claro que una de las expresiones más poderosas de espiritualidad es practicar una comunicación profunda y sincera, la cual requiere una dosis de valor, ya que es un llamado a mostrarse sin máscaras y conectar con otros seres con apertura y vulnerabilidad.
De acuerdo con el maestro zen vietnamita, “Cuando nos abrazamos, nuestros corazones se conectan y sabemos que no somos seres separados. Abrazarse con atención plena y concentración puede traer reconciliación, sanación, entendimiento y mucha felicidad”. En sus propias palabras: “La práctica de atención plena durante el abrazo ha ayudado a muchas personas a reconciliarse, padres e hijos, madres e hijas, amigos y muchos otros”.
Uno de los conceptos centrales de esta práctica es la interconexión entre todos los seres, y es un aspecto característico del budismo. Pero, ¿cómo podemos hacer de un sencillo abrazo una práctica espiritual? De acuerdo con Thich Nhat Hanh:
Abrazarse es una práctica profunda y necesitas estar totalmente presente para hacerlo de manera correcta. Cuando tomo un vaso de agua, yo invierto un 100% de mi ser en beberlo. Puedes entrenarte para experimentar cada momento de tu vida diaria de esa manera. Antes de abrazarse, párense uno frente al otro mientras siguen su respiración y establecen una presencia verdadera. Luego abre tus brazos y abraza a tu ser querido. Durante la primera inhalación y exhalación, date cuenta de que tú y tu ser amado están vivos y con la segunda inhalación y exhalación piensa en dónde estarán ambos dentro de 300 años. Con la tercera inhalación y exhalación vuélvanse conscientes de qué tan preciado es que ambos estén vivos ahora.
De acuerdo con el maestro espiritual, cuando dos personas se abrazan de esta manera tienen una experiencia real y vívida del otro. Además no es necesario esperar a una despedida para recibir la calidez y la estabilidad de esta práctica; podemos empezar justo ahora cultivando receptividad, apertura y alerta.