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Frescura gimnosofista

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yogui.jpgIntelectual puro es el que, del gimnasio, solo conoce la etimología. Si no huimos, nos explicará que ‘gimnasio’ proviene de verbo griego ‘gymnázein’ (ejercitarse desnudo). El intelectual añadirá que el concepto de ‘desnudo’ (‘gymnós’) habita en otras palabras, como ‘gimnosperma’. Ya descontrolado, el intelectual puro agregará que, de todas aquellas, la más curiosa es ‘gimnosofista’. Al intelectual puro le falta la gimnasia, pero no la razón. Sus ejercicios espirituales le han desarrollado unos brazos didácticos que nos levantan las mayores dudas. Él sabe qué es ‘gimnosofista’, pero Alejandro Magno se enteró primero.

Alejandro fue uno de esos tantos jóvenes que uno conoce: salen de casa diciendo que irán a conquistar Persia; pero se hace de noche, tardan en volver y preocupan a sus madres. Claro, en vez de conquistar sólo Persia, como ya estaba en la calle, Alejandro se fue hasta Afganistán (nunca llegó a la India). Allá se encontró con los gimnosofistas.

Bien revela su nombre que los gimnosofistas eran ‘sabios desnudos’. Por supuesto, lo importante es que eran sabios, no que estuviesen desnudos; pero, siempre que uno se encuentra con un gimnosofista, lo primero que llama la atención no es su sabiduría. Aquella palabra griega suele equivaler a ‘brahmán’, ‘yogui’ o ‘sadhu’. Son personas de ensimismada espiritualidad. Las que halló Alejandro en Taxila (326 a. C.) habían renunciado a los bienes materiales, incluida la ropa.

Una curiosa versión de tal encuentro está en la General estoria (IV parte, 50), que el rey Alfonso el Sabio mandó escribir en el siglo XIII. Sus historiadores inventaron una carta de los gimnosofistas a Alejandro; en ella lo invitan a visitarlos, pero le advierten: “Tan pobres somos que non hallaras qué llevar de nos”. El macedonio los visita y les ofrece darles lo que pidieren; la respuesta es desafiante: “Danos que non seamos mortales”. Esto es: Si no puedes darnos lo que deseamos, ¿para qué te luces? No nos impresionas.

Entre el poder y la filosofía, la tensión será perenne. El filósofo repite al soberbio poderoso, como un esclavo al emperador de Roma: “Eres mortal”.


Autor: Víctor Hurtado Oviedo

Fuente:wvw.nacion.com

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