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Comida, atención y uno mismo

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comida_basura.jpgUno debería de practicar el amor incondicional consigo mismo comiendo alimentos puros y saludables (con “puros” no me refiero a que estén tan refinados que no quede nada de bueno en ellos). Asimismo, deberíamos comer sólo lo necesario para mantener una buena salud. A veces olvidamos que la finalidad de alimentarse es conservar el cuerpo en buen funcionamiento. Cuando uno realiza una dieta de subsistencia, como hace mucha gente en otras partes del mundo, comprende esto bastante bien pero en occidente no resulta tan obvio, porque aquí llevamos una dieta óptima, por decir lo menos.

Tampoco debemos comer de manera compulsiva o neurótica. No deberíamos usar el alimento para tratar de satisfacer otras necesidades.

Por el otro lado aquellos que son budista o meditan deberíamos comer tranquilos y en silencio. Ahora se usan mucho las comidas de negocios, durante las cuales la gente trata de arreglar algún convenio y alimentarse al mismo tiempo. Es una conducta demasiado poco civilizada. La comida debería hacerse en silencio, en paz, casi como una meditación. Comer en un restaurante o en un café, donde hay tanto ruido y alboroto y conversaciones en voz alta, no es algo bueno para una persona que trabaja para desarrollar sensibilidad y concentración. Aquí el principio es que uno debería comer con atención consciente, concentrado en lo que está haciendo. No debería uno desayunar mientras lee el periódico o discute con la familia, tal ves ni siquiera para hablar sobre la solución de cuestiones prácticas.

Para poner un ejemplo de lo que es la atención consciente en este sentido más bello desarrollado por el budismo es la ceremonia del té de los japoneses. Un pequeño grupo se reúne en un rincón callado, quizá dentro de una cabañita rústica del jardín y todos se sientan alrededor de una estufilla de carbón. Escuchan el agua que hierve en la tetera. Entonces, lentamente, con movimientos llenos de gracia y delicadeza alguien vierte el té en las tazas y las pasa a los asistentes. Éstos sorben la bebida así, sentados juntos y en paz, participando en la común y cotidiana actividad de tomar el té.

La ceremonia japonesa del té muestra hasta qué grado de perfección pueden llevarse, incluso, las actividades cotidianas si se realizan con atención consciente.

En verdad, aunque esta afirmación puede prestarse a malos entendidos, se podría decir que es mejor comer un bistec encebollado con atención consciente que ingerir hamburguesas vegetarianas de manera distraída. El punto es que, incluso la comida, una actividad tan común, puede efectuarse como si fuera un arte, un método, un do, para utilizar la palabra japonesa. Alguien que comiera y bebiera con atención consciente cada día, año tras año, podría ganar mucho en el aspecto espiritual, casi tanto como si llevara una práctica regular de meditación. Para recordarnos de tener atención consciente en esta manera podríamos, quizá, colocar en el vaso o el plato algún verso o refrán que vaya a propósito con este objetivo.


Fuente: www.budismo.com

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