Shantideva
Bodhisattvacharyavatara
Homenaje a los Budas y los Bodhisattvas
VIII La concentración
[1]
Tras haber desarrollado, así, la perseverancia,
hay que colocar el espíritu en concentración.
Un ser humano cuyo espíritu está distraído
permanece entre los colmillos de las perturbaciones.
[2]
Al permanecer en soledad, mi espíritu y mi cuerpo
no serán, en nada, distraídos.
Así, debo renunciar a toda vida mundana
y abandonar completamente las fabricaciones mentales.
[3]
La vida mundana no es abandonada, a causa de la avidez:
el apego a las personas y el deseo de tener bienes.
Hay, también, que renunciar a ello completamente.
Es así como deben comportarse los Sabios.
[4]
Tras haber comprendido que la vista profunda, unida a la calma mental,
destruye completamente las pertirbaciones,
hay que, primero, desarrollar la calma mental, la que proviene
del gran gozo de estar libre de todo apego al mundo.
[5]
Por el apego extremo que [yo], ser efímero,
tengo por otros seres efímeros,
durante miles y miles de existencias
no veré más a los que amo.
[6]
Si no los veo, soy desdichado,
y no llego a guardar mi espíritu en equilibrio.
Pero, incluso si los veo, ello no me satisface
y sufro, con el mismo torturante deseo que antes.
[7]
Mientras quede mi fuerte apego a los seres,
la realidad permanecerá totalmente velada;
toda desgana de la existencia cíclica es aniquilada
y seré devorado por la turbación.
[8]
Puesto que no pienso más que en ello,
mi vida fluye, sin valor tener.
A causa de mis amigos, de mi familia, temporales todos,
incluso el Dharma, que lleva a la Liberación, es aniquilado.
[9]
Si imito el comportamiento de los seres pueriles,
tendré, certeramente, renacimientos inferiores.
Si me conducen al infortunio,
¿por qué hacerles compañía?
[10]
En un sólo instante aquellos que eran mis amigos
pueden, de pronto, devenir en mis enemigos.
Como se enojan incluso cuando hay lugar de reír;
es difícil halagar a los seres ordinarios.
[11]
Las palabras provechosas les irritan;
además, me desvían del bien.
Si no los escucho se enojan, y así,
irán hacia renacimientos desdichados.
[12]
Celosos de los superiores, hacen [la] competencia a los iguales;
arrogantes hacia los inferiores, achispados por las alabanzas,
se encolerizan cuando un discurso no les gusta.
De los seres pueriles no vendrá ningún bien.
[13]
Por la compañía de los seres pueriles,
Ocurrirán, ciertamente, todos tipos de fechorías,
tales [como] alabarse rebajando a los demás,
o hablar de los placeres de la existencia cíclica.
[14]
Así, si frecuento a otros pueriles seres
ello no me aportará más que desdichas,
pues ellos no me hacen bien
y yo no se los hago, tampoco.
[15]
Debo, entonces, escabullirme lejos de los seres pueriles.
Cuando tope con ellos, los halagaré por mi alegría,
pero no debo volverme demasiado familiar;
hay que actura correctamente, como ordinariamente.
[16]
[Así] como una abeja toma la miel de las flores,
no debo tomar más que lo que sirve a la práctica.
Como nunca antes los había visto,
debo, con todos, permanecer distante.
[17]
«-Tengo bienes y honores,
numerosos son los que me quieren-».
Si desarrollo una arrogancia tal,
tras la muerte sobrevendrá el miedo.
[18]
Así, espíritu mío, tan oscurecido,
preocupándote de todo a lo que
tanto te apegas,
creas miles de sufrimientos por venir.
[19]
Así, los Sabios no deben apegarse,
pues del apego nace el miedo.
Hay que comprender, firmemente,
que todo esto es de [la] naturaleza de ser abandonado.
[20]
Pese a que mucho bien sea dicho de mí,
que tenga posesiones y la celebridad,
esa reputación y esos bienes amasados
no podrán seguirme allá donde debo ir.
[21]
En tanto otros me denigren,
¿cómo estar feliz por los elogios?
En tanto otros me alaben,
¿cómo estar desdichado por los denigramientos?
[22]
Si incluso el Victorioso no gustaba
a todos los seres, de tendencias diversas,
entonces, ¿qué decir [tiene], entonces de un ser malo como yo?
Debo desechar al pensamiento de mezclarme al mundo.
[23]
Denigran a aquellos que no tienen bienes
y dicen [el] mal de aquellos que tienen.
¿Cómo podrán, aquellos que son tan difíciles para [con]vivir,
estar, jamás, contentos de mí?
[24]
Porque los seres pueriles no están contentos
cuando no pueden obtener lo que quieren,
no hay que tomar en amistad a ninguno de ellos.
Esto ha sido dicho por los Tathagatas.
[25]
Que pueda, al fin, permanecer en el bosque,
donde ni los animales salvajes, ni los pájaros,
ni los árboles, dicen la [más] mínima palabra disgustante.
Vivir junto [con ellos] es tan agradable.
[26]
Al morar dentro de una gruta, bajo un árbol,
o, también, en un templo vacío,
¡que nunca mire hacia atrás,
que sea sin apego!
[27]
Que pueda, en fin, permanecer
en lugares desprovistos de propietario,
naturalmente espaciosos,
de los cuales aprovecharé, sin apego.
[28]
Que pueda, en fin, vivir sin miedo alguno,
con sólo mi tazón y algunos útiles,
teniendo por vestidos lo que los demás tiran,
sin tener necesidad de esconder mi cuerpo.
[29]
Tras recorrer los carneros,
que pueda, al fin, que mi cuerpo
y el esqueleto de los demás,
están, igualmente, sujetos a [la] descomposición?
[30]
A causa de su olor, ni los chacales
se acercarán
a mi propio cuerpo, tampoco.
He allí lo que sucederá con él.
[31]
Este cuerpo aparece como un todo.
Sin embargo, la carne y los huesos, incluso si se han formado juntos,
una vez descompuestos, se separarán pedazo a pedazo.
Entonces, ¿qué decir de los demás amigos?
[32]
Estamos solos al nacimiento.
Estamos solos cuando morimos.
Si los otros no comparten este sufrimiento,
¿para qué amigos, hacedores de obstáculos?
[33]
Igualmente como aquellos que viajan
pasan de un lugar a otro,
aquellos que toman las rutas de la existencia
pasan de un nacimiento a otro.
[34]
Antes mi cuerpo
sea llevado por cuatro [empleados de pompas] fúnebres,
rodeándolo los seres mundanos, afligidos,
antes de eso, parto hacia el bosque.
[35]
Sin amigos y sin rencor,
este cuerpo permanecerá en [la] soledad.
Si soy contado ya como muerto,
incluso cuando muera no seré llorado.
Fuente: http://sambodhi.iespana.es/