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Shantideva – Bodhisattvacharyavatara IV: La atención
(Versos 25-48)

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Shantideva

Bodhisattvacharyavatara

Homenaje a los Budas y los Bodhisattvas.

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IV: La atención

[26]

Si, tras haber alcanzado por un concurso de circunstancias

este estado benéfico, tan difícil de obtener,

me encuentro llevado a los infiernos otra vez,
cuando poseo la capacidad de comprender,

[27]

es que estoy como enceguecido por un embrujo,

y que mi espíritu ha dejado de funcionar.

Ni siquiera yo comprendo esta locura:

¿qué ocurre, pues, dentro de mí?

[28]

Mis enemigos, tales [como] el odio y el apego

no poseen ni brazos ni piernas;

no son ni valerosos, ni sabios.

¿Cómo han podido hacer de mí un esclavo?

[29]

Mientras habitan mi espíritu,

complaciéndose en hacerme daño,

los soporto sin enfadarme.

Pero esta paciencia es inconveniente y menospreciable.

[30]

Incluso si todos los dioses y semidioses,

como enemigos, se volviesen contra mí,

serían incapaces de conducirme

a los infiernos Avici, o a ellos hacerme entrar.

[31]

Pero las perturbaciones potentes, esas enemigas,

son capaces de lanzarme, en un instante, en un fuego de infierno,

al contacto del cual del monte supremo, el Meru,

no quedaría[n] ni las cenizas.

[32]

Mis enemigas, las perturbaciones, están en mí

desde tiempos sin comienzo.

Ningún otro enemigo habría sido capaz

de perdurar por tan largo tiempo.

[33]

Si me remito a los demás y los honro agradablemente,

me ayudarán, todos, y me harán dichoso;

pero si me remito a mis perturbaciones,

en lo futuro me harán sufrir y me dañarán.

[34]

¿Cómo vivir en el samsara dichoso y sin miedo,

cuando en mi corazón están instaladas tan sólidamente

estas enemigas de siempre, que por sí solas

hacen crecer el amontonamiento de mis desdichas?

[35]

¿Cómo encontrar la dicha, si en mi espíritu

viven, dentro de una red del apego,

los guardianes de la prisión de la cíclica existencia,

que en los infiernos serán mis asesinos y carniceros?

[36]

Entonces, no aflojaré mis esfuerzos más que en el momento

en que estas enemigas hayan perecido ante mis ojos,

igual como los orgullosos, rabiantes, no duermen

en tanto que no hayan lavado la [más] mínima afrenta.

[37]

Si durante una batalla, deseando ardientemente vencer, todos aquellos

cuyas pasiones llevan de todas maneras al dolor de la muerte,

algunos soportan el dolor de ser traspasados por lanzas y flechas

y no ceden antes de haber vencido su resistencia,

[38]

inútil decir que, incluso a costa de cantidad de sufrimientos,

no debo desalentarme o descansar,

ahora que me esfuerzo por vencer definitivamente

a mis naturales enemigas, desde siempre fuente[s] de mis dedichas.

[39]

Si cicatrices infligidas por enemigos insignificantes

son exhibidas sobre el cuerpo como ornamentos,

¿cómo el sufrimiento me dañaría, a mí que con rigor

me esfuerzo por realizar lo que tiene un profundo significado?

[40]

Si los pescadores, los cazadores, los granjeros y demás,

no tienendo en mente más que sus propios medios de subsistencia,

soportan los males del calor y el frío;

por la dicha de los seres, ¿por qué carecería de aguante?

[41]

Cuando he prometido liberar de sus perturbaciones

a los seres que ocupan las diez direcciones

hasta los confines del espacio,

no estaba librado, yo mismo, de ellas.

[42]

Como no sabía si era capaz de ello,

¿una era acaso locura haber así hablado?

Así, debo renunciar jamás

a triunfar sobre mis perturbaciones.

[43]

Me ataré a ello firmemente,

y como les guardo rencor, les daré guerra.

Son perturbaciones en apariencia,

pero triunfan sobre las otras perturbaciones.

[44]

Sería para mí mejor el ser quemado vivo,

cortado en pedazos o asesinado,

que doblegarme jamás

ante mis enemigas, las omnipresentes perturbaciones.

[45]

Enemigos ordinarios, [al ser] expulsados de un país,

se van para instalarse en otro [lugar],

luego vuelven tras haber repuesto fuerzas.

Las perturbaciones, esas enemigas, no actúan de esta manera.

[46]

¡Vosotras, pasiones! devueltas por el ojo de la sabiduría,
expulsadas de mi espíritu, ¿adónde iríais?

¿Desde qué lugar volveríais para dañarme?

Por tener débil el espíritu, no he podido hacer ningún esfuerzo.

[47]

Si las perturbaciones no residen ni en el objeto,

ni en los sentidos, ni entre estos dos, ni en otro lado,

¿dónde moran, para dañar a los seres?

Son como una ilusión;

debo, entonces, ahuyentar el miedo de mi corazón,

y para abandonar las perturbaciones,

debo esforzarme por desarrollar la sabiduría.

¿Por qué sufrir los infiernos, sin razón?

[48]

Tras haber reflexionado bien, debo esforzarme por poner en práctica

los consejos, tal como han sido dados;

pues si el paciente no escucha al médico,

¿cómo los remedios podrían curarlo?


Fuente: http://sambodhi.iespana.es/

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