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Consejos para padres budistas – Parte 3

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ninos_budistas_350_x_263_.gif11. Lleven a sus hijos a festividades budistas apropiadas para ellos.

En esto es mejor ir por el camino medio; en vez de dejar siempre a tus hijos en casa cuando hay una festividad budista, o siempre llevarlos contigo: trata de saber que festividades o celebraciones son las apropiadas para ellos. No todas lo serán. Un programa que incluya mucha meditación, por ejemplo, no será apropiado para niños pequeños; no es justo esperar de ellos que se estén sentados por períodos largos de tiempo, ni siquiera más de unos minutos.

Pero a los niños les gusta participar, les gusta hacer cosas, luego si la celebración incluye una puya festiva, naturalmente tráelos; obviamente, tras consultar a quien organice la festividad. He notado que a los niños les gusta hacer ofrendas al altar: eso es algo que pueden hacer, es sencillo y poético, y a ellos les gusta. Podrían incluso preparar ellos mismos sus ofrendas antes y traérselas para ofrecerlas a su manera.

No insistan en que los niños han de participar en todo –habrá ocasiones en que no sea apropiado- pero cuando sea posible, inclúyanlos. Quizás en ocasiones pueda haber una festividad especial para niños.

12. Que tus hijos conozcan a tus amigos budistas.

Esto quizás pueda parecer obvio, pero no siempre ocurre. En cuanto a los ingleses, específicamente, hay un proverbio que dice que la casa de un inglés es su castillo, y tenemos la tendencia a no bajar el puente levadizo. Es parte del carácter inglés la tendencia a mantenerse algo separado de los demás, así como a mantener separada nuestra vida doméstica de nuestra vida social. Pero si tienes niños, es una buena idea asegurarte de que pasan tiempo con tus amigos budistas, o al menos de que tienen algo de relación con ellos. Muy frecuentemente esto ocurre con naturalidad y espontaneidad, pero puede que uno necesite hacer un esfuerzo para que ocurra.

Es importante porque, entre otras cosas, ayuda a compensar el aislamiento del núcleo familiar. En algunas partes del mundo, en la India, por ejemplo, muchos padres siguen viviendo en el contexto familiar más amplio de entre diez o quince miembros, o incluso más. Pero en Inglaterra nuestros castillos se han hecho verdaderamente pequeños. El núcleo familiar parece que se está aislando cada vez más y esto no es sano ni para ambos padres juntos, ni para cada uno de ellos por separado; ni para los niños, ni para el niño. Hay algunas familias hoy en día formadas por dos miembros: padre, o madre, y un niño -situación que limita bastante, incluso que da “claustrofobia”. Que tus hijos conozcan a tus amigos budistas ayuda a modificar la naturaleza potencialmente claustrofóbica del núcleo familiar.

El acostumbrarse desde pequeños a ver a adultos de fuera del círculo familiar inmediato, ayuda a los niños a desarrollar confianza en sí mismos, lo que es obviamente una gran ventaja. Una de las cosas que noté cuando regresé a Occidente después de estar muchos años en Asia, fue que la gente en general parecía carecer de auto-confianza. Los padres deben hacer todo lo posible para asegurarse de que sus hijos crezcan con abundante auto-confianza –no el tipo de confianza que encuentra expresión en comportamiento antisocial, sino auto-confianza de carácter positivo, incluso creativo. Para el desarrollo de la auto-confianza del niño es bueno que se acostumbre a relacionarse con adultos de fuera del círculo familiar inmediato.

13. Enseñen a sus hijos a respetar el medio ambiente.

Se ve con bastante frecuencia a los niños tirar despreocupadamente el envoltorio de las golosinas y otras cosas por la calle, sin consciencia de lo que están haciendo, parece ser, o quizás simplemente por estar acostumbrados a pensar que alguien va detrás de ellos limpiando, que no es su responsabilidad mantener las calles sin basura. Esto es, por supuesto, sintomático de una actitud que en potencia tiene consecuencias de gran alcance para el medio ambiente.

Aun en tiempos del planeta que eran más verdes, en la época del Buda, el medio ambiente le importaba mucho al budista practicante y el Buda mismo dejó bastante dicho sobre esto. El padre o la madre budista deseará educar a sus hijos de modo que cuiden y respeten el medio ambiente, que es al fin y al cabo “su” medio ambiente. Conforme se hagan más mayores, los padres podrán debatir con ellos asuntos medioambientales -además de otros asuntos, por supuesto, pero los asuntos medioambientales tienen una aplicación práctica inmediata.

14. Enseñen a sus hijos a tener empatía.

Esto es verdaderamente importante. En estos últimos años ha habido mucha discusión en Inglaterra sobre el doloroso caso de James Bulger, un niño pequeño asesinado por dos chiquillos. En un debate radiofónico después del juicio, alguien dijo que la razón por la que los dos muchachos habían cometido el terrible crimen era que no habían sido educados en el conocimiento de la diferencia entre el bien y el mal. Pero una psicóloga que participaba en el debate no estaba de acuerdo y señaló que los dos muchachos habían sido declarados culpables de asesinato –en otras palabras, había sido establecido que ellos conocían la diferencia entre el bien y el mal. Y continuó mencionando un punto de gran importancia: que no es suficiente conocer la diferencia entre el bien y el mal, uno también ha de ser capaz de tener empatía por los demás, por los otros seres vivos. Sin empatía, el reconocimiento de la diferencia entre el bien y el mal será puramente conceptual y abstracto, y no influirá necesariamente en el comportamiento.

Claro está que no se pueden dar clases de empatía. No se la puede incluir en el plan de estudios de la escuela. En esto también cuenta el ejemplo de los padres. Los niños pueden ser enseñados a tener empatía por las personas y por los animales también, enseñados a darse cuenta de que los animales sienten dolor igual que ellos mismos. Hay un episodio en el Canon Palí en el que el Buda se encuentra con unos muchachos que atormentan a un cuervo y les dice “si fuerais atormentados de ese modo ¿Cómo os sentiríais? Por supuesto ellos le responden que no les gustaría y el Buda les dice “sentiríais dolor si se os tratara así ¿No pensáis que el cuervo también lo siente? Los muchachos tienen que admitir que sí que lo siente. Dicho de otro modo, empiezan a tener empatía por el cuervo.

En la famosa serie de grabados de Hogarth llamada Las cuatro fases de la crueldad, el primer grabado representa a unos muchachos atormentando a un perro y a un gato. En el siguiente uno de los muchachos comete un asesinato. En el tercero el muchacho que ha cometido el asesinato es ahorcado. Y en el cuarto, su cuerpo está siendo diseccionado por unos cirujanos. Hogarth parece decir que la vida violenta que termina con la violencia infligida al ahorcado, comienza por atormentar a animales, por carecer de empatía por otros seres vivientes.

Hay personas tan sensibles que sienten empatía incluso por las plantas y no quieren coger flores porque sienten que la planta es herida en alguna forma. No todo el mundo puede tener empatía en tal grado, pero como mínimo debemos tener empatía por los animales y por los demás seres humanos. Esta es una de las cosas más importantes que podemos enseñar a nuestros hijos.

15. No se sientan culpable por haber cometido errores.

Ser padres no es fácil. Aunque no soy padre, lo sé muy bien porque a veces los padres se sinceran conmigo y yo mantengo los ojos y los oídos abiertos. Es muy difícil ser padres, ya sea madre o padre. Es más difícil ahora que antes, al menos en cierto sentido. Hay tantas variables, tantas decisiones que tienes que tomar sin poder saber todos los factores relevantes. Y las cosas te pueden salir mal a pesas de tus buenas intenciones.

Aparte de esto, los niños son individuos, traen consigo su propio karma. Puede que eduques a tu hijo o hija magníficamente y que te salga un monstruo; puede que los eduques muy mal y que te salgan muy buenos. Yo he visto esto porque he vivido ya lo suficiente para poder ver el karma descender de una generación a la siguiente. Por ejemplo, he visto niños educados muy mal que ahora son buenos padres.

Luego hemos de tener en cuenta el karma. Aparte de los cromosomas, no sabes que karma trae consigo mismo tu hijo. Las cosas pueden salir de modo muy distinto al que tú esperas. Además, aparte de esto, tú eres un ser humano falible. No eres omnisciente. Quizás no debas decírselo a tus hijos demasiado pronto, pero los padres no lo saben todo y pueden cometer errores.

Si has hecho por tus hijos lo mejor que has podido realmente y en cada fase has tomado la decisión que pensaste que era la mejor, si las cosas parecen haber salido mal, aprende de ello pero no te culpes demasiado. No te sientas culpable. Si más adelante en la vida tu hijo hace algo espantoso no te atormentes por eso. No pienses que si tu no hubieras hecho eso o aquello, las cosas habrían salido de distinto modo. No lo sabes. No puedes averiguarlo. Tienes que hacer lo mejor que puedas en el presente, aquí y ahora. El resto es karma, azar, circunstancias, la sociedad. Luego no te sientas culpable si resulta que has cometido errores. Y ni siquiera te muestres demasiado dispuesto a pensar que lo que ha ocurrido es debido a tus errores. Puede ser que no lo sea. No lo sabes. Pero de un modo u otro no te culpes. Hiciste lo mejor que pudiste entonces. Eso debe bastarte a ti y a los demás.

Algunos padres sienten que han de pedir disculpas a sus hijos por la forma en que los educaron. Si hiciste algo definitiva e indudablemente malo que claramente ha causado sufrimiento a tu hijo, en ese caso, de acuerdo, pídele disculpas cuando sea lo suficientemente mayor para comprender. Pero, a parte de eso, ten presente que una vez que tus hijos han alcanzado el uso de razón, son responsables de sus vidas. Si algo sale mal, o si tu hijo o hija hace algo malo, que no te culpen ellos a ti. Tus hijos son responsable de ellos mismos, igual que tu lo eres de ti mismo. Tú eres responsable de ellos sólo en cierta medida y por un período de tiempo limitado.

Estas son tan sólo algunas cosas que han de considerarse sobre la relación entre padres e hijos desde un punto de vista budista. Se ha de sobrentender, así lo espero, que todas estas reflexiones tienen que ser comprendidas como parte de una comprensión general según la cual como padres budistas ustedes se relacionan con sus hijos con amor y afecto, y todo lo que traten de hacer –incluidas las ocasiones en que necesiten hacer uso de la disciplina- lo harán con ese espíritu de amor.


Fuente: www.librosbudistas.com

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