Coincide con el período Edo, que comienza en 1603 con la dictadura militar del shogunato Tokugawa, y finaliza en 1868, cuando el Emperador Meiji fue reinstaurado y la capital imperial se establece en Edo (actualmente Tokyo), en lugar de Kyoto.
El significado original de ukiyo-e deriva del Budismo, y puede traducirse literalmente como ‘cuadros’ del (“-e”) ‘sufrimiento’ (“uki”) de la ‘vida’ (“yo”), que nos advierte de la transitoriedad de la vida y sus deseos. Sin embargo, la modalidad artística llegó a relacionarse muy estrechamente con los cambios sociales que se dieron como resultado de la jerarquía controladora exigida bajo la paz y la prosperidad del gobierno del shogunato.
En esta época apareció otro ideograma pronunciado también “uki”, pero que significa “flotar”. De este modo, comenzó la relación inextricable de la imaginería con los placeres mundanos de la creciente clase media japonesa, connotando en su lugar acontecimientos pasajeros basados en la gratificación.
Debido a la estricta prohibición de viajar bajo la nueva soberanía, los cada vez más adinerados comerciantes de Edo y Kyoto se hicieron entonces con las actividades culturales. Encontraron una vía de escape en el tipo de lucha libre Sumo, en la belleza de la naturaleza, en los teatros Kabuki y los barrios de placer inspirados por elegantes actores que representaban las últimas obras, y las graciosas Geisha, expertas en música y poesía.
Ukiyo-e se desarrolló simultáneamente como una nueva estética que ensalzaba este mundo flotante de modas y pasiones, mientras Edo se establecía como el centro político y comercial de Japón.
La modalidad artística representa, sobre todo, la vida cotidiana de Edo, incluyendo la cultura de la casa Yoshiwara (burdel autorizado), paisajes y leyendas, aves y flores, y actores y cortesanas. Desde principios del siglo XVIII, los trabajos impresos en planchas xilográficas, proporcionaron una alternativa económica a las pinturas de figuras populares, con un enorme número de grabados que se hicieron disponibles para todo el mundo.
Al principio, los paisajes eran algo accesorio en las escenas de ukiyo-e, pero desde 1770 se convirtieron en un género independiente.
Con el cambio de siglo, la mayoría de la actividad había cambiado a Edo, con ukiyo-e entrando en su edad de oro, centrándose sobre todo en la belleza femenina, tal y como se puede apreciar en los trabajos de Kitagawa Utamaro (1754-1806). Alrededor del 1830, el paisaje ya había perdido su sutileza, debido principalmente a la creciente influencia del arte occidental. La modalidad artística, definitivamente, empezó a extinguirse después de la política de occidentalización que emergió con la Restauración Meiji en 1868.
El procedimiento de estampación
Las composiciones ukiyo-e se caracterizaban por la carencia de perspectiva y sombra, formas estilizadas con contornos claros, áreas lisas de color a menudo arbitrario con pequeños detalles apartados, y con el personaje, generalmente, descentrado. La estampación estaba basada en un proceso de colaboración tradicional, financiado por un editor, según el cual, el artista creaba el diseño mientras que el maestro artesano lo grababa y estampaba. Este era el equivalente al aprendiz y al sistema de gremio, que promovió la perfección técnica debido a la diversificación del trabajo.
Algunos tallistas estaban especializados solo en paisajes o figuras, y habían producido un molde para grabados con los elementos principales en contorno negro, seguido por áreas de masa y modelos cortados en bloques sucesivos. Estos encajan unos con otros para formar el relieve de la superficie de la estampación. Al principio, el color se cepillaba en grabados monocromáticos, pero alrededor de 1740, las técnicas de policromía con tinta con base de agua crearon colores delicados similares en apariencia a la pintura de acuarela. En lugar de utilizar una prensa, el papel de estampación se colocaba encima de los consecutivos bloques con tinta, y las impresiones se hacían frotando con una almohadilla de prensado especial denominada baren.
La gran ola de inspiración de Hokusai
Uno de los más famosos y prolíficos maestros de ukiyo-e fue Katsushika Hokusai (1760-1849), de quien se cree que realizó más de 4.000 obras y 300 libros ilustrados. Algunos de sus grabados más conocidos, como “La gran ola en Kanagawa”, se pueden ver en su serie conocida como 36 Vistas del Monte Fuji.
En su libro de 1814 de bocetos en blanco y negro, llamado Manga (bocetos caprichosos), se puede apreciar una similitud entre la modalidad artística japonesa moderna y sus gráficos originales llenos de grabados de viñetas que representan una amplia gama de temas, tales como la fantasía y la aventura. Según la creencia, parece que se trataba de un genio malhumorado, pero a Hokusai también se le recuerda por sus grabados eróticos o shunga, que estaban muy solicitados en esa época.
Hiroshige, el “Maestro de la naturaleza”
Utagawa Hiroshige (1797-1858) era otro gran maestro, probablemente más contenido que Hokusai, y que produjo varias series antes de su célebre 53 Estaciones de Tokaido. Sus obras tenían una tendencia a ver al personaje desde una esquina, similar al concepto occidental del escorzo, trayendo al personaje claramente al centro. Hiroshige se convirtió en el maestro del retrato de elementos como la lluvia, el viento y la noche.
La obra de Hiroshige y Hokusai inspiró mas adelante a los artistas europeos, cuando la ola por lo japonés invadió París y al resto del mundo del arte europeo como por asalto, a finales del siglo XIX. El estilo ukiyo-e permanece aún en los anime japoneses actuales, los cuales incluyen pinturas a mano tradicionales y animación por ordenador.
Fuente: www.lagranepoca.com
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