Desde el Colegio La Asunción, donde se sentía atraída a ayudar a los demás, hasta llevar su biografía a caminos no muy tradicionales para una nicaragüense, Claudia Pereira debió experimentar una radical transformación en su vida, para adoptar otro nombre y convertirse en la primera monja budista de nuestro país.
Usted la puede llamar Claudia, fuera de la orden a la que pertenece, pero en el ámbito religioso su nombre es el sonoro y asiático Kelsang Sangzin.
Y Kelsang o Claudia es una de las tres mujeres nicaragüenses que constituyeron en Nicaragua el Centro Budista Bodichita.
Claudia nació en Managua en 1953 y cursó su carrera de psicología en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua-Managua (UNAN-Managua). Posteriormente viajó a Estados Unidos a terminar los dos últimos años de estudio (Psicología) graduándose en la Universidad de Montana.
En 1990 acudió a Brasil para realizar una maestría en Comunicación. Al regresar a Nicaragua comenzó a trabajar en la UCA, en la Facultad de Comunicación y Psicología. En trazos rápidos, en 2007 adquirió su título de monja.
En la UCA estuvo a cargo del departamento de docentes, lo que le permitió ser maestra de una generación de periodistas.
Cómo conoció el Budismo
Una vez que se va de la UCA se comenzó a meter en el mundo de las consultorías y sociología rural, donde pasó 15 años y fue cuando le tocó tener el primer contacto con el budismo a través de una mexicana que llegó al país.
A como dice Claudia –quien tiene dos hijas y dos hijos–: “Nosotros los budistas creemos que hemos creado causa sobre todo lo que nos pasa y así encontré esta tradición a través del libro “Introducción al Budismo”, de Gueshe Iselsong Gyatso.
“No existen las casualidades para nosotros, sino que todo es causalidad”, dice la monja budista que en 1997 junto a otras dos mujeres nicaragüenses comenzó a estudiar el referido libro.
“Empecé a descubrir de dónde viene el sufrimiento que experimentan los seres humanos, y el conocer estas enseñanzas me abrió una nueva visión de la verdad, de la realidad de las cosas”.
Dice que “una siempre se pregunta ¿por qué me está pasando esto? y hay miles de porqués. Nunca encontramos la repuesta, pero para mí fue como que hallé todas las explicaciones a las inquietudes e interrogantes que había tenido sobre la vida misma”.
“Para mí fue como una identificación plena con esas enseñanzas, como que me estaban revelando un camino espiritual eminentemente laico, distinto a la caridad cristiana que me atraía en el Colegio La Asunción para ayudar a los más necesitados”.
Con la enseñanza del Budismo “sentí como que me había encontrado yo misma, hasta la razón del porqué nacemos y vivimos, que es más allá de lo que nosotros normalmente creemos y con este deseo de que otras personas tengan la oportunidad de conocer las enseñanzas, este grupo inicial de las tres mujeres empezamos a hacer conexión con el centro de México, solicitándole a un maestro (monje) que nos viniera a profundizar las enseñanzas”.
En 1999 EL NUEVO DIARIO cubrió bastante la llegada al país de ese monje budista procedente de México, lo que provocó que mucha gente en Nicaragua se interesara en conocer las enseñanzas budistas y “así empezamos de manera sistemática a transmitir estas experiencias”.
Se iniciaron con la meditación, hasta que se conformó lo que hoy en Nicaragua es el Centro Budista Bodichita, creado en el año 2000.
Monjes sin salario
Los monjes del Budismo no tienen salarios, tienen que trabajar para mantenerse, tampoco se casan y practican algo similar al celibato.
La ausencia de un compañero (a) es porque “se supone que como monje uno quiere profundizar la vida espiritual y tener una pareja no deja de ser una manera de generar apego, distracción por lo que nosotros (los monjes) somos personas que renunciamos a tener parejas y establecer relaciones”. “No tomamos licor, tenemos que practicar la disciplina moral”, aseveró.
Una de las hijas de Claudia es budista. Ella tiene 23 años y su decisión fue personal “porque yo lo único que hago con mis hijos es aconsejarlos, pero no les impongo”. También fue a Inglaterra a conocer al guía espiritual.
Fuente: http://impreso.elnuevodiario.com.ni