Mientras el mundo canta las alabanzas de la dieta mediterránea, en el Estado español el modelo de alimentación imperante en escuelas y centros educativos enfrenta el reto de reducir las cifras de obesidad y sobrepeso entre la población escolar que afectan al 14% y al 26% respectivamente del alumnado.
Un problema sanitario que esconde un reto educativo: el de que niños y jóvenes dejen de lado alimentos procesados ricos en grasas y azúcares y pongan sus ojos en la comida sana, local, de temporada, ecológica, de comercio justo…
Porque, ¿hay mejor solución que responder a este problema con una solución que contribuye al equilibrio social, ambiental, educativo y gastronómico?
El Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas ya han dado el primer paso para que España deje de liderar el ranking europeo de obesidad infantil y han optado por prohibir la venta en los colegios de bollería industrial, chucherías, snacks y refrescos.
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