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Restauración de Thangkas budistas

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Desde hace mucho tiempo me ha interesado el arte oriental, tan desconocido y diferente al nuestro. En una ocasión, charlando con una budista sobre restauración, me planteaba una interesante pregunta ¿puede un occidental hacer una buena restauración de una pieza de arte budista?

La respuesta a esta pregunta tiene mucho que ver con algo que ya hemos comentado por aquí en varias ocasiones: la diferencia entre conservación y restauración. Evidentemente un restaurador occidental podrá hacer una buena conservación de una pieza budista, pues los materiales, las técnicas y sus procesos de degradación son los mismos ( o muy parecidos en Madrid y en Lhasa). El problema surge a la hora de realizar un trabajo de restauración, ya que se trata de un proceso crítico y de reinterpretación de la obra que exige al restaurador un profundo conocimiento de la pieza, su significado, iconografía, valor simbólico, religioso, social … por lo tanto es posible que en igualdad de conocimientos y medios técnicos un restaurador del Tíbet restauraría mejor un Buda que yo.

Sirva esta pequeña reflexión a modo de introducción para hablar de los Thangkas (en tibetano la palabra ‘than’ quiere decir plano y ‘ka’ significa pintura), una especie de banderas o tapices pintados o bordados, que se cuelgan en los monasterios o altares privados de las casas budistas y que ocasionalmente son llevados por los monjes en procesiones ceremoniales religiosas. Las pinturas thangka se hicieron populares entre los monjes itinerantes ya que estas pinturas enrollables eran fáciles de transportar de monasterio en monasterio. Estos thangka eran importantes herramientas de enseñanza, ya que mostraban escenas de la vida del Buda, o La rueda de la vida, que es una representación visual de las enseñanzas del Abhidharma (o Arte de la Iluminación), para los budistas estas pinturas religiosas poseen una belleza que se interpreta como una manifestación de lo divino, y por lo tanto son visualmente estimulantes.

Los Thangkas están realizados en un soporte de algodón o seda y se pintan con colores orgánicos aglutinados con cola, lo que nosotros llamamos temple. Su composición e iconografía están sujetas a una serie de reglas geométricas que determinan las medidas de cada elemento, algo que también sucede con las posturas de los personajes y los colores, nada es fruto del azar.

Podemos acercarnos al mundo de la conservación y restauración de Thangkas a través de una publicación del ICOM-CC en la que se recopilan las intervenciones de diversos expertos en este campo, en un congreso celebrado en Nueva Delhi en Septiembre de 2008.


Fuente: www.luzrasante.com

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