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Shantideva – Bodhisattvacharyavatara V: La vigilancia (Versos 36-70))

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Shantideva

Bodhisattvacharyavatara

Homenaje a los Budas y los Bodhisattvas.

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V La vigilancia

[36] Con todo, para descansar la vista

puedo mirar a veces a mi alrededor,

y cuando alguien entre en mi campo de visión

debo mirarlo y decirle: «-¡Bienvenida!-».

[37]

En ruta, para verificar que no hay peligro,

debo mirar una y otra vez en las cuatro direcciones.

Cuando quiera detenerme para reposar,

debo volverme y mirar detrás de mí.

[38]

Habiendo verificado, adelante y atrás,

debo entonces ir, o bien, venir.

Al haber comprendido que ello es necesario,

debo actuar así en todas las ocasiones.

[39]

Tras haber preparado una acción, pensando:

«-Así debe tenerse mi cuerpo-»,

también, en el transcurso de [la] acción, hay que verificar:

«-¿Cómo se está mi cuerpo?-»

[40] Debo verificar enégicamente

que el elefante loco de mi espíritu,

sin perderse, se quede bien atado

al gran pilar del pensamiento espiritual.

[41]

Aquellos que buscan a cualquier precio la concentración,

no deben perderse ni siquiera un instante.

«-¿Cómo se comporta mi espíritu?-»:

así hay que examinar todo cuanto ocurre.

[42]

Pero, si en caso de miedo, fiesta religiosa u otra [ocasión]

no pueda hacerlo, debo actuar lo mejor [posible].

Igual, dicho está que en el momento de practicar la generosidad,

la práctica de la ética puede ser suspendida.

[43]

Quienquiera [que], tras reflexionar, haya emprendido una tarea,

debe, desde entonces, no pensar más en ninguna otra.

Guardando así sus pensamientos fijos,

debe acabar por cumplirla.

[44]

Actuando así, todo será hecho convenientemente;

si no, ninguna de las dos [cosas] será realizada.

Así, las perturbaciones secundarias, que están

desprovistas de vigilancia, no se acrecentarán más.

[45]

Hay que abandonar todo apego

cuando me involucro en actividades diversas,

como los parloteos, varios e inútiles,

o todo tipo de espectáculos coloreados.

[46]

Si, sin razón, me pongo a escarbar la tierra,

a dibujar sobre ella, o a arrancar hierba,

recordándome las instrucciones de los Sugatas,

espantado, debo inmediatamente cesar.

[47]

Cuando sienta la gana de moverme

o de decir alguna[s] palabra[s],

me es menester primero examinar mi espíritu;

luego, firmemente, hacer lo que conviene.

[48]

En el momento en el que, en mi espíritu, el apego

o el deseo de airarme sobrevengan,

no [les] debo dar seguimiento, ni en acción ni en palabra,

pero debo entonces quedarme imperturbable.

[49]

En el momento en que sobrevenga la distracción,

la tentación de mofarme, el orgullo o la fatuidad,

la gana de exponer las faltas de los demás,

el deseo de engañarlos, o la hipocrecía;

[50]

en el momento en que anhele recibir elogios,

o cuando quiera criticar a los demás,

cuando intente decir [algo] malo o provocar la disputa,

entonces, debo permanecer imperturbable.

[51]

Cuando desee bienes, honores o celebridad,

cuando desee tener domésticos y un círculo [de allegados],

en le momento en que mi espíritu desee hacerse servir,

debo entonces quedarme [como] de palo.

[52]

Cuando desarrolle el deseo de entrevistarme

con aquellos que se han desviado del bien de los demás

y que no buscan más que su propio bien,

debo entonces quedarme [como] de palo.

[53]

En el momento en que surgen la impaciencia, la impudicia,

la resistencia debida a la pereza, el discurso descosido,

el pensamiento que se aferra a lo que mío es,

debo entonces quedarme [como] de palo.

[54]

Tras haber analizado las perturbaciones

y los inútiles esfuerzos proveídos por el espíritu,

el Héroe debe entonces estabilizarlo,

por [medio de] la aplicación de los antídotos.

[55]

Determinado y de fe lleno,

estable, respetuoso y cortés,

conocedor de la vergüenza, el temor y la paz,

hay que esforzarse por hacer felices a los demás.

[56]

No hay que dejarse desalentar por los caprichos [repentinos]

de aquellos iguales a críos peleones,

pero [debo] comprender que vienen de las perturbaciones,

y mostrarme afectuoso para con ellos.

[57]

Por su propio bien y el de los otros,

hay que involucrarse en acciones virtuosas.

sabiendo que todo es como una aparición, sin orgullo,

siempre hay que guardar en mano el espíritu.

[58]

Pensando una y otra vez que ha sido menester de largo tiempo

para obtener esta disponibilidad suprema,

hay que mantener su espíritu

inmutable como el monte Meru.

[59]

Si, cuando este cuerpo es despedazado aquí, allá,

por buitres ávidos de carne,

tú, espíritu, no te hace desgraciado ello;

¿por qué, ahora, lo sirves con tanto cuidado?

[60]

Tras haber tomado este cuerpo por «tuyo»,

espíritu, ¿por qué lo proteges?

Si tú y él son dos,

¿de qué podrá servirte?

[61]

Tú, espíritu obnubilado, ¿por qué

no tomar como forma, madera, bien limpia?

¿para qué vigilar esta máquina pútrida,

que es un amontonamiento de impurezas?

[62]

Mentalmente, separa

primero, las capas de piel;

luego, con el arma cortante de la sabiduría

separa la carne de su red de huesos.

[63]

Tras haber abierto los huesos incluso,

inspecciónalos hasta la médula.

Hazte tú mismo este análisis:

«-¿Dónde se encuentra la esencia de todo aquello?-»

[64]

Si pese a tales esfuerzos

no ves allí ninguna esencia,

¿por qué, sin embargo, velas por este cuerpo

con tanto apego?

[65]

Si estas substancias no son consumibles,

si esta sangre no es bueno beberla,

si estos intestinos no son comestibles,

¿qué podría aportarte este cuerpo?

[66]

Después de todo, apenas es bueno de conservar

para alimentar a los chacales y los buitres.

de hecho, este precioso cuerpo humano que tenemos

no debe ser utilizado más que para acciones virtuosas.

[67]

Si, aunque, velas así por él,

¿qué harás cuando la muerte,

despojada de ternura, te lo robará

para darlo a los perros y los pájaros?

[68]

Si a un sirviente incompetente

no das ni siquiera vestidos y demás,

¿por qué te extenúas velando por esta carne,

puesto que pese a tus buenos cuidados tu cuerpo irá a otra parte?

[69]

«-Ya le he dado su salario, y hecho presentes,

que trabaje, ahora, por mi bien;

mientras no me haga favores

nada le daré-».

[70]

Hay que considerar a este cuerpo como un navío,

simple soporte para ir y venir;

que devenga, para realizar el bien de los seres,

en un cuerpo que atienda todos los deseos.


Fuente: http://sambodhi.iespana.es/

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