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Fotos en blanco y negro para retratar el cielo y el infierno de Lu Nan

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lu_nan.gifEn blanco y negro, las 45 imágenes del fotógrafo chino Lu Nan trasladan del cielo al infierno al espectador, captando en el primero la huella de la Iglesia Católica en el país (1992-1996) y en el segundo, los hospitales psiquiátricos de China (1989-1990). El Claustro del Noviciado acoge esta exposición, que inaugura la primera edición del ciclo de arte contemporáneo MonArt en el Real Monasterio de Santo Tomás.

La muestra, que llevará por título ‘El Cielo y el Infierno’, en referencia a dos series fotográficas realizadas en los años noventa por Lu Nan, en psiquiátricos (infierno) de China y sobre la Iglesia Católica (cielo) en este país, pretende ser la primera de una programación que aúne la historia y el arte oriental que representan el Real Monasterio de Santo Tomás con el arte contemporáneo.

Unos pies con los dedos amputados, mujeres desnudas y atadas a una cama, enfermas mentales semidesnudas en los pasillos de un hospital psiquiátrico, cuerpos esqueléticos y desnutridos pertenecientes a jóvenes con la mirada perdida o la estampa de una niña sentada sobre el somier de una cama medio oxidada ponen rostro a la extrema dureza de las condiciones de vida en los psiquiátricos chinos. Es el infierno.

Una imagen contrapuesta a los puntos de luz que enfocan la mirada del espectador en el ‘cielo’, las imágenes que reflejan la presencia de la Iglesia en la China comunista, en el gran país, materializada en casa de acogida, escenas de oración, momentos íntimos en familia, en una exposición que podrá visitarse hasta el 30 de septiembre en horario de 10 a 13 horas y de 16 a 20 horas, todos los días.

Concierto budista

Este ciclo de arte contemporáneo prosiguió con el concierto de los monjes budistas ‘Sakya Tashi Ling’, celebrado en la Sala Capitular del Claustro del Silencio, bajo el título ‘Compartiendo el corazón del monasterio’, que incluyó el recital de la oración al linaje de los maestros, recitación del mantra del buda de la compasión, del mantra de la energía femenina del espacio, una oración de alabanza al buda de la luz infinita en el Ritual para los Difuntos y una oración de Declaración de Méritos.

El promotor de este proyecto, Rafael Gómez Benito, que cuenta con el apoyo del ex prior del monasterio, el padre Marcos Ruiz, explicó que en ‘MonArt’ “monasterio y arte van unidos”. El arte que siempre estuvo vinculado a los Dominicos y que fue centro de proyección de los mejores artistas, ahora vuelve a recorrer el silencio del lugar.

‘MonArt’, para ediciones futuras, colaborará en la elaboración de proyectos con museos y centros de arte. En este contexto, uno de los objetivos que propone ‘MonArt’ es mostrar los diversos planteamientos artísticos en cualquiera de sus modalidades. Las exposiciones estarán enfocadas al arte de nuestro tiempo. Será una mirada dialogante al entorno arquitectónico y a la atmósfera de los claustros, señalan desde la organización.

Compromiso con el arte oriental

El programa de exposiciones, a su vez, tiene un compromiso con el arte oriental. A partir de esta línea se promoverán exposiciones temporales, centradas en las propuestas con un lenguaje estético actual, que servirán de dialogo con la colección estable del Museo de Arte Oriental del Monasterio.
La Orden de Predicadores o Dominicos ha sido una de las más activas en la evangelización, primero del Nuevo Mundo y, más tarde, en el Extremo Oriente. Los Dominicos de la Provincia de Nuestra Señora del Rosario, a la que pertenece Ávila, han evangelizado en las Islas Filipinas, Japón, Taiwán (Formosa), China y Vietnam, por lo que están íntimamente ligados al mundo oriental.

El Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila tuvo desde el siglo XVI un especial protagonismo en este proceso evangelizador del Extremo Oriente. En él se formaron centenares de misioneros y al regresar a España fueron trayendo algunas otras obras por ellos reunidas, para dar a conocer esas lejanas culturas a las jóvenes generaciones que se educaban para ser misioneros. El Museo de Arte Oriental de Santo Tomás es una muestra patente del aprecio que los misioneros dominicos tuvieron hacia las culturas y el arte del Extremo Oriente.


Fuente: www.nortecastilla.es

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