La reedición del libro ’Soy un gato’, de Natsume Soseki vuela de las librerías en dos semanas.
Un gato persa, sabio y sin nombre recorre las páginas de la novela pausadamente, erizando sus 88.888 pelos. A pesar de ser viejo nació en 1905, es un felino esperado, ya que la reciente reedición de la novela de la que es protagonista, Soy un gato, de Natsume Soseki, ha volado de las librerías. La editorial Impedimenta recuperó el pasado 8 de abril este clásico de la literatura japonesa y los 3.000 ejemplares de la primera edición desaparecieron en tan sólo una semana, periodo en el que también volaron los 1.500 ejemplares de la segunda, por lo que la próxima semana lanzarán la tercera edición, con 1.500 ejemplares más.
«Era un libro que llevaba agotado años y muchos lectores lo buscaban porque es un clásico como Moby Dick o Cien años de soledad y, además, es una de las obras más importantes que se han escrito sobre los gatos», explica Enrique Redel, editor de Impedimenta.
Crítica social de la era Meiji
Publicado por primera vez en España en 1999 por la editorial Trotta con el título de Yo, el Gato, esta novela disecciona la realidad japonesa cuando se dejaban sentir los efectos de la apertura de Japón a Occidente propios de la era Meiji.
Este análisis crítico y lleno de humor llega al lector gracias a las percepciones de un gato al que el destino colocó en la residencia tokiota de un maestro pánfilo cuyo carácter es propio de «una ostra cobarde». Con la perspectiva privilegiada de un felino capaz de observar a los humanos sin que se sientan objeto de un análisis casi despiadado, este gato filósofo resalta lo absurdo de su comportamiento con la misma distancia y capacidad de sorpresa con la que los humanos estudian a los animales.
Pero Soseki va más allá de la caricatura de sus compatriotas y la extiende a todos sus congéneres. «De forma desenfadada, este libro analiza el comportamiento del género humano, las estupideces que hacemos, porque a veces no nos damos cuenta de cómo somos y tiene que venir alguien de fuera para explicárnoslo, y Soseki lo hace de una forma muy divertida», indica Redel.
A lo largo de las 646 páginas de la novela, se deja sentir la cadencia propia de un gato que prefiere tumbarse en una galería a esperar que el sol adormezca sus sentidos a la adrenalina que conlleva cazar ratones. Ese ritmo pausado, ese sabor oriental está relacionado con la presencia permanente del budismo zen. «Todo el libro está empapado de enseñanzas budistas en contraposición a la occidentalización un poco forzada en la que estaba inmersa la sociedad de la época Meiji», señala Redel, quien destaca que el interés de Soseki era hacer reír a los lectores mediante una sátira de esa modernización alocada, que pone de relieve la importancia de ciertos valores japoneses, como la meditación.
La influencia occidental
Sin embargo, Soseki no se oponía completamente a la apertura japonesa y un ejemplo de ello son las alusiones que aparecen a autores europeos, en los que reside la raíz de su literatura. De hecho, Redel destaca que fue el primer autor japonés que escribió influenciado no por la civilización occidental, a la que consideraba deshumanizada, sino por su literatura. Así, Soseki abrió una gran puerta que ya no se cerraría, ya que según resalta Redel, «fue un precursor, el padre de literario de autores como Haruki Murakami y de la literatura japonesa actual».
Por: Rebeca Fernández
Publicado en: www.publico.es