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Borges y el Budismo – por Eduardo Bastías

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Borges y el Budismo

El budismo está presente en los escritos de Borges, a veces de manera explícita y en otras de forma subterránea.

Es bastante conocido por los budistas occidentales, especialmente los de habla hispana, el texto de una conferencia que tuvo que dar el gran escritor e intelectual argentino Jorge Luis Borges acerca del budismo.

Me encantaría publicar aquí el texto completo, pero me temo que por eso de los derechos de autor y otros resquicios legales me será imposible, aunque no dudo que hay quien sí lo haya publicado por ahí en el web. En todo caso, lo que sí puedo hacer, creo, es escoger un par de citas puntuales que sirvan como «muestra» y los motive a buscar el texto completo para disfrutar de su lectura. Procedo, entonces, con las citas escogidas:

  • Creo que lo importante no es que vivamos el budismo como un juego de leyendas, sino como una disciplina; una disciplina que está a nuestro alcance y que no exige de nosotros el ascetismo.

Coincido plenamente con lo señalado aquí por Borges. A diferencia de lo que ocurre con las (¿otras?) «religiones», en el auténtico budismo la mitología es secundaria y sólo cumple un rol metafórico. Más aún, la esencia del budismo está en su disciplina, que no obstante, no es ascética al extremo masoquista ni mucho menos.

Veamos otra cita:

  • Yo tengo para mí que si hay dos budismos que se parecen, que son casi idénticos, son el que predicó el Buddha y lo que se enseña ahora en la China y el Japón, el budismo zen.

Esa idea de Borges puede estar influenciada porque él mismo señala en ese discurso que tiene un amigo budista que es japonés y que practica el Zen. Todo ello me hace pensar que no es para nada extraño que sea bajo la influencia de ese amigo nipón que Borges introduce tal afirmación.

Muy bien, con estas dos citas espero que se hayan formado alguna idea, aunque vaga, de dicho texto. Borges claramente no habla como un experto en el tema sino que desde su conocimiento, que él admite es limitado, no obstante es el suficiente para permitirle distinguir aquello que es medular de lo que es meramente accesorio.

Existen también otros escritos de Borges que podemos relacionar con el budismo aunque de una forma no tan explícita, clara y directa. Por ejemplo, en el cuento «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius» (para los que no lo conocen: sí, ese es el nombre del cuento y, no se preocupen, el cuento está en castellano). Se trata de uno de los relatos más extensos escritos por Borges, relato que perfectamente podríamos catalogar en el género de la ciencia ficción y, más específicamente dentro de la sub-corriente filosófica de ese casi nunca bien ponderado género.

Para no entrar en el detalle de la trama, bastará con decir que Tlön es el nombre de un planeta poblado por seres inteligentes y misteriosos en el que ocurren las cosas más bizarras, incluyendo el hecho de que el idealismo filosófico es considerado «el sentido común» y, por el contrario, la doctrina del materialismo es considerada un absurdo y casi una herejía; es decir, lo contrario de lo que ocurre con nuestra propia civilización.

Como vemos, el trasfondo filosófico de la obra se refiere al mismo tema que ya expusimos en Budismo, Materialismo e Idealismo, con la única diferencia que Borges no menciona a Descartes sino a Berkeley, que para el caso viene a ser casi lo mismo – los más puristas dirán que no – y personifica en Hume su contraparte materialista. En palabras tomadas del propio cuento:

  • Hume notó para siempre que los argumentos de Berkeley no admiten la menor réplica y no causan la menor convicción. Ese dictamen es del todo verídico en su aplicación a la tierra; del todo falso en Tlön. Las naciones de ese planeta son – congénitamente – idealistas. Su lenguaje y las derivaciones de su lenguaje – la religión, las letras, la metafísica – presuponen el idealismo. El mundo para ellos no es un concurso de objetos en el espacio; es una serie heterogénea de actos independientes.

Como vemos, en el mundo imaginario de Tlön, un idealismo berkeliano, aunque sin Dios, es considerado el sentido común. En efecto, la visión tlöniana reconoce a la percepción como fundamental y niega la existencia de una realidad subyacente o sustantiva. Como consecuencia, la psicología es valorada como la ciencia por excelencia, un rol que en un mundo materialista como el nuestro recae en la física. Además, a través de la descripción de los lenguajes de Tlön, el relato juega con la cuestión epistemológica de cómo los lenguajes influencian a que los pensamientos sean posibles. El cuento también contiene varias metáforas acerca de la forma en que las ideas influyen sobre la realidad.

En mi humilde opinión, aunque las ideas de Berkeley resuenan bastante con la filosofía budista, la caricatura que de ella hace Borges más se parece al nihilismo tal como lo entendía y criticaba Nagarjuna (ver aquí). El budismo, entonces, en especial el Madyamika de Nagarjuna, más bien se situaría en una posición intermedia entre el materialismo predominante en nuestro mundo y el idealismo desbocado y hasta caótico que imperaría en Tlön.

Aunque dudo que Borges haya estado pensando conscientemente en el budismo al momento de escribir este cuento, tal vez sí lo estuviera reteniendo en su inconsciente. En todo caso, no es difícil leer entre líneas que el propio Borges también era crítico del materialismo acérrimo. Seguramente buscaba ese equilibrio, ese «camino del medio» de Nagarjuna, equidistante de dos filosofías incompletas e irreconciliables. Una mezcla de Tlön con la Tierra. Un punto de encuentro. Si es así, significa que don Jorge Luis era más budista de lo que posiblemente el mismo creía.

Eduardo-Bastias

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