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La celebración de Losar – el año nuevo tibetano

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Feliz Losar

«Eliminación de la negatividad del año anterior»

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¿Qué es el Losar?

El año Nuevo tibetano, o Losar, comienza con la luna nueva de los meses de febrero o marzo, el momento en el que el primer deshielo de la primavera llega a las planicies del Tibet.

El calendario tibetano abarca un ciclo de 60 años, y cada año es representado por uno de los doce animales ( igual que el calendario chino) y uno de los cinco elementos (agua, fuego, madera, metal y tierra). Para los tibetanos el comienzo del nuevo año es un tiempo sagrado, un tiempo para estar con la familia y con la fé de cada uno. Es un alegre momento de celebración.

La celebración del Losar empieza los días que anteceden al día de año nuevo propiamente dicho. Durante este período se pagan las deudas, se resuelven las disputas, se hacen nuevas ropas, casas y monasterios se limpian de arriba a abajo, se pintan las paredes, las escaleras de piedra se friegan y se enceran, y se hacen docenas y docenas de kapse (lazos de Losar fritos). Las familias sacan sus mejores alfombras y su servicio de plata. Se colocan símbolos de buena suerte en lugares estratégicos. Se encienden las lámparas de mantequilla. Se colocan flores en los altares. Se hacen grandes pilas de ramas de junípero, cedro, rododendro y otras hierbas aromáticas que se preparan para ser quemadas como incienso.

En la noche de la luna oscura, la víspera de año nuevo, la familia se reúne alrededor de una humeante sopa con pasta rellena (“dumplings”) llamada gutuk , que literalmente significa “la novena sopa”. Todo debe ser nueve. Debe haber al menos nueve ingredientes y todo el mundo debe tomar al menos nueve tazones de sopa. Algunos de los dumplings esconden una sorpresa encerrada en la pasta. Cuando comienza la comida cada persona abre uno de estos dumplings especiales. El objeto que cada uno encuentre indicará la personalidad de la persona, como los pastelillos chinos de la buena suerte.

Según el libro de Rinjing Dorjé “ La comida en la vida tibetana” (Food in Tibetan Life, Prosper Books, London 1985) si uno encuentra sal es una buena señal y significa que uno está bien, el que encuentre lana es muy vago, el carbón indica malicia, una piedra blanca anuncia una larga vida, el chile señala a aquel que es brusco con sus palabras, bolitas de lana de oveja son un buen signo y significa que uno es muy listo; y la mantequilla dice que uno es muy dulce y tranquilo. Algunas familias también introducen tiras de papel con mensajes más explicitos, haciendo de los dumplings auténticos pastelillos de la suerte.

Al final de la comida todo el mundo toma lo que ha quedado en su tazón y lo vuelve a poner en la cacerola junto con un mechón de pelo, uñas de los dedos de las manos y un trocito de tela vieja. Se limpia la chimenea y la suciedad también se añade a la cacerola. Una figura hecha de pasta que representa el mal colectivo y la mala voluntad de los últimos doce meses se coloca encima de todo lo demás. Entonces se toma la cacerola y ya bien entrada la noche se deposita en la intersección de dos caminos, en medio de chillidos, sonar de campanas y ruidos hechos con cacharros de cocina para que el mal contenido allí se disperse en las cuatro direcciones.

Esta ceremonia, llamada lue, de hace para deshacerse de todas las fuerzas negativas al final del año para que el año nuevo comience sin ningún problema.

La mañana del primer día del nuevo año los tibetanos se levantan antes del amanecer, se bañan y se ponen sus ropas nuevas y sus mejores joyas, y luego todos juntos hacen ofrendas en el altar familiar. Las ofrendas consisten en harina de cebada mezclada con mantequilla y azúcar lo que representa una abundante cosecha de grano, y yogur, que representa una abundancia de productos animales para el año que comienza. Cada miembro de la familia recibe un derka, que es una pizca de mantequilla recién hecha, un plato de kapsen o lacitos de Losar fritos, y una taza de espeso té tibetano hecho con mantequilla.

Más tarde la familia va a visitar los monasterios de monjes y de monjas para ofrecerles bufandas de bienvenida blancas llamadas katas, comida y otras donaciones para los monjes y las monjas.

Los monjes y las monjas hacen ofrendas a los cielos quemando grandes pilas de aromáticas ramas de junípero y cedro, así como echando al aire puñados de granos de cebada tostada llamada tsampa. La gente visita a parientes y amigos , disfruta de los mejores manjares, beben la cerveza de cebada casera llamada chang y un licor destilado casero llamado arag, todos juegan a las cartas y a los dados y bailan alrededor de grandes hogueras por la noche. Las fiestas y las celebraciones continúan durante seis o siete días.
También es un momento en el que se cuelgan las banderas de oración nuevas en las casas. Las banderas de oración son piezas de tela cuadrada con oraciones impresas que se unen para ser colgadas de un poste colocado en el tejado de las cosas. Cada vez que las banderas ondean al viento es una recitación de la oración impresa, para beneficio de la familia y de todos los seres.

Tashi deleg!

Fuente

La celebración de Losar

Losar es el tradicional día del año nuevo tibetano, el cual se basa en sofisticados y complicados cálculos combinando sistemas solares, lunares y astrológicos, en estos cálculos también se considera el año del primer rey tibetano entronizado el año 127 a.C. en el valle de Yarlung, Tibet central.

De acuerdo a estos cálculos, los tibetanos están aún en el año 2135, el año masculino de la tierra y de la rata; 127 a.C. + 2008=2135.

El primer día del próximo año nuevo será el 25 de Febrero de 2009, que corresponderá al año 2136 para los tibetanos; 127 a.C. + 2009= 2136, año femenino de la tierra y del buey.
Su celebración ha sido importante, no únicamente desde el punto de vista de las diversas festividades que en esos días (usualmente 3) se llevan a cabo, sino que porque destaca la existencia de un país en el mundo, cuyo conteo en existencia difiere del nuestro y de el de China pero reviste el mismo valor, así su celebración conmemora la existencia de un país como cualquier otro.

Este año, sin embargo, los preparativos y festividades para su celebración han sido por primera vez suspendidos. ¿La razón? muy simple, el pueblo tibetano está de capa caída, sin fuerzas, deprimido, podríamos decir que “no están para fiestas”. Es natural, aún cientos de familias lloran a sus muertos caídos por el simple crimen de desear recuperar una historia para ellos y de ellos. Aquella historia propia que siempre conocieron, con sus fiestas y tradiciones, con sus banderolas colocadas por doquier, con las bufandas blancas amarradas a árboles, macetas y cañerías de agua. A esas ajetreadas cocinas en cada casa, llenas de olores que anuncian exquisitos manjares, disfrutados y agradecidos por cada familia tibetana en los días de Losar. A los niños corriendo por las calles, luciendo trajes nuevos y comiendo dulces deliciosos. A los mayores preparando sus arcos y flechas para las competencias en donde orgullosos podían mostrar sus habilidades de arqueros reales, a los artistas, bailarines que en esos días se engalanaban para danzarles a los dioses.

Si, aquella historia tibetana, tan singular y auténtica hoy no puede llevar el mismo toque divino de entonces.

¿Será así como se extinguen las culturas en el mundo?

Sin leyes específicas que prohíban la celebración de Losar, el gigante asiático con su poder, simplemente va apagando la luz de vida de cada tibetano dentro de su corazón.
Los acontecimientos del pasado año 2008 han sido terribles para el pueblo tibetano, estos han sido denigrados nuevamente porque pensaron que su lucha era justa… y lo es, pero no a los ojos de un mundo que marcha apresurado sin siquiera darse cuenta de lo que pierde en el camino.

Ana-María Clasing
protibetculture.com

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