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Filosofía budista – Hay un «uno por ciento» de Esperanza

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La compasión es la piedra angular de la filosofía budista, así como en el cristianismo el núcleo es el amor, el “ágape”. La capacidad de sentir o generar compasión hacia los seres sintientes es una consecuencia del “buda interior” que habita en cada uno de nosotros, pero que está oscurecido u oculto por la ignorancia. Todos participamos de la misma naturaleza búdica (o “crística”, si lo preferís mejor). No obstante debemos describir mejor el enfoque que le damos a la compasión. En occidente tenemos inculcado que la compasión hay que sentirla por el ser que sufre y no por el que hace sufrir. Visto así es difícil de comprender. Lo voy a ilustrar con una historia de la tradición zen que ayudará a aclarar mejor lo que estoy diciendo:

  • “Un maestro zen se dirigió con sus discípulos a un retiro en un bosque. Al llegar, los discípulos fueron a buscar leña. Entonces vieron como un cazador mataba a un ciervo con su arco y flechas. Al regresar le contaron al maestro la gran compasión que habían sentido por el pobre animal. Al oír esto el maestro se levantó y dio por terminado el retiro. Se había suspendido porque aún no estaban preparados para progresar, no comprendían qué era la compasión.”

En el budismo es quien genera el sufrimiento el que debe merecer nuestra compasión y perdón, pues está dirigiendo contra sí mismo a través de su acción el veneno que destruye su integridad moral y espiritual. Quien sufre, al fin y al cabo, no ha realizado nada que dañe su propia humanidad.

Al que sufre hay que ayudarlo e incluso desear, en nuestras meditaciones, “absorber” su dolor y diluirlo en nuestros corazones, en una maravillosa práctica procedente del Yoga Tibetano del Corazón denominada “Llevarse la oscuridad”. Esa es la diferencia. Por eso debemos ser “compasivamente egoístas”, pues al ayudar y sentir compasión por los demás estamos beneficiando a la sociedad y también, por lo tanto, a nosotros mismos. El siguiente paso en nuestra transformación interior será realizar todo esto sin sentir la necesidad de recibir nada a cambio, hacerlo todo de forma absolutamente desprendida y sin apegos. Ese amor incondicional nos conducirá a la liberación del sufrimiento y a la felicidad absoluta.

Para ello hay ejercicios que nos pueden ayudar a ser más compasivos, algunos de los cuales ya han sido explicados en otras entradas del blog, como la meditación “Metta”.

tantrayana.blogspot.com

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