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Kathakali: el teatro de los gestos

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katthakali.jpgComo definición básica, podría decirse que el Kathakali es una modalidad de “teatro danzado” surgida aproximadamente hace unos trescientos años en el sur de la India. Danza, música, mimo y canto se conjugan en un espectáculo cuyas representaciones se prolongan generalmente durante una noche entera y cuya temática se basa en episodios extraídos de las dos grandes epopeyas hindúes: el Ramayana y el Mahabharata. Así, ricas historias de guerras, amores, maleficios e intervenciones divinas son representadas por actores-danzantes, siempre hombres, ataviados con un rico vestuario de gran colorido y con un maquillaje a modo de máscara, mediante una compleja serie de movimientos y gestos fijados por la tradicición y que precisan de una muy elaborada y precisa técnica: son las reglas del bharatanatya.

Las extensas representaciones son interpretadas gracias a un auténtico vocabulario compuesto de expresiones faciales, de diversas posturas de piernas y pies y de gestos con las manos -mudras- además de con distintos cantos ejecutados por los integrantes de la orquesta, quienes relatan la historia que el actor se ocupa también de “narrar” por un lado, y de “expresar” por otro, todo ello gracias al uso de diferentes tensiones orgánicas que producen y manejan la energía del cuerpo en pos de la significación requerida por el personaje interpretado y por la historia representada; significación que se hace comprensible en base a unas: “acciones-palabras físicas”.

A mediados del siglo XX se produjo en toda la India un especial interés por recuperar en unos casos, o por dar un nuevo empuje en otros, a las formas artísticas tradicionales, por lo que se crearon diferentes escuelas para la enseñanza de las diversas disciplinas autóctonas. En lo que se refiere al Kathakali, fue gracias al empeño del poeta Vallathol que este género volvió a recuperar su lugar predominante dentro de la cultura de la India. La importancia de la existencia de este tipo de escuelas radica en el hecho de que para ejecutar este tipo de danza-teatro es imprescindible -como ocurre en el ballet occidental- que sus futuros ejecutantes sean educados, en un severo régimen de internado, en los diferentes aspectos que la conforman desde la infancia, pues sólo después de un largo y esforzado proceso de aprendizaje puede el joven discípulo pasar a poner en práctica los conocimientos adquiridos.

Representación de lo divino

No es sin embargo tan sólo por una mera cuestión de alcanzar un mayor o menor grado de virtuosismo por lo que desde la perspectiva hindú se hace imprescindible tal disciplinada y rígida educación; la misma ideosincrasia del Kathakali no es percibida, ni por sus ejecutantes, ni por el espectador hindú, como un espectáculo a “la manera occidental”, sino que por el contrario, podría decirse que la práctica de esta y otras formas de teatro-danza es una representación de lo divino, en algunos casos ofrenda ritual o encarnación de un mito, gracias a la cual el actor, por un lado, ofrece su cuerpo a la divinidad y el espectador, por su parte, participa en la celebración dejándose introducir sensorialmente en otro estadio más allá de la realidad, en una mímesis del proceso cósmico.

Parece entonces lógico que el Kathakali -surgido en los templos como medio de aproximación al mundo divino- fuera en sus orígenes una forma de yoga, de la que todavía conserva rasgos característicos, siendo así en cierta forma deudor de las esencias yóguicas bajo la cuales la emancipación del hombre con respecto al mundo como medio para alcanzar el Ser, está supeditada al esfuerzo del hombre sobre su autodisciplina (“poner bajo el yugo”), gracias a la cual puede obtener la concentración del espíritu antes de haber solicitado incluso la ayuda de la divinidad. Así, esta autodisciplina que liga, que mantiene agarrado, y que tiene como objetivo unificar el espíritu aboliendo la dispersión y los automatismos que caracterizan a la conciencia profana, tiene en el teatro-danza un indudable protagonismo. Además, en el actor Kathakali se produce un particular caso de consagración vocacional semireligiosa, mediante la cual el aspirante ingresa en una suerte de escuela filosófica y espiritual, o como afirma Eugenio Barba: “entra a un universo teatral, contiguo al religioso” en el que la técnica es un medio para alcanzar lo metafísico puesto que la actuación es un acto que tiene valor por sí mismo desde el momento en que es rito, ofrenda, procedimiento ritual de consagración.

kathakali.jpgEvidentemente no podría incluirse al Kathakali dentro de ninguna de las múltiples escuelas yóguicas -a pesar de que la vida de los actores que lo practican llegue a asemejarse mucho a la de los yoguis más aplicados- en tanto en cuanto es el yoga un camino personal de liberación y el Kathakali, aunque forma de vida y en cierta forma sacerdocio para sus ejecutantes, es una celebración fundamentalmente dirigida al Dios y al público. No obstante, sí existe una cierta analogía en el hecho de que si el yoga pretende la ruptura de los lazos que unen el espíritu al mundo, substrayéndolo del circuito cósmico para el reencuentro y el dominio de uno mismo, el Kathakali, por su parte, concede al espectador la posibilidad de traspasar el umbral de la maya -la ilusión cósmica- para llevarle de la mano como por estancias inasibles de la consciencia.

Por otra parte señalar también que al igual que algunas danzas tradicionales del norte de la India, más concretamente de la región de Manipur, recibieron influencias de distintas artes marciales como el Thenjov, el Takhousarol o el Mukna, también el Kathakali introdujo en su disciplina elementos diversos provenientes de un antiguo tipo de arte marcial: el Kalaripayattu, “el lugar donde se hacen enfrentamientos”, del sánscrito Khalorika o “el campo de las maniobras militares”. Del Kalaripayattu, el Kathakali recogió parte de su terminología y algunas posturas (el león, el elefante, el caballo, el pez) además de algunos ejercicios de entrenamiento y determinados masajes.


Fuente: http://culturatransversal.wordpress.com/

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