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Dar en el Canon Pali, Parte 2 – Lily de Silva

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Dar en el Canon Pali

Lily de Silva

Parte 1

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La Motivación de dar

Los Suttas registran varios motivos para ejercitar la generosidad. El Angutttara Nikaya (A. iv, 236) enumero las siguientes ocho motivos:

1. Uno da con incomodidad, o como una manera de ofender al recipiente, o con la idea de insultarlo (Asajja danam deti) [1].

2. El temor también puede motivar que una persona haga una ofrenda (Bhaya danam deti).

3. Uno da para regresar un favor que se nos hizo en el pasado (Adasi me ti danam deti).

4. Uno también puede dar con la esperanza de recibir algo similar para uno en un futuro (Dassati me ti danam deti).

5. Uno da por que el dar se considera bueno (Sadhu danan ti danam deti).

6. «Yo cocino, ellos no cocinan. No es propio para mí que cocino no darle a aquellos que no cocinan» Algunos dan movidos por tales motivos altruistas (Aham pacami, ime ne pacanti, na arahami pacanto apacantanam adatun ti danam deti).

7. Algunos dan limosna para ganar buena reputación (Imam me danam dadato kalyano kittisaddo abbhuggacchati ti danam deti).

8. Otros dan limosna para adornar y embellecer la mente (Cittalankaracitta-parikkarattham danam deti)

El favoritismo (chanda), la mala voluntad (dosa) y la ignorancia (moha) también se encuentran entre los motivos para dar. Algunas veces con la intención de mantener una larga tradición familiar. El deseo de renacer en los cielos después de la muerte es otro motivo dominante. El dar agrada a algunos y ellos dan con la idea de ganar un estado de felicidad mental (A. iv, 236).

Pero se sostiene en los Suttas (A. iv, 62) que las limosnas se deben dar sin ninguna expectativa (na sapekho danam deti). Tampoco deben de darse las limosnas con apego al que las recibe. Si uno da con la idea de acumular cosas para usar después, ése es un acto de dar inferior. Si uno da con la esperanza de gozar de los resultados en un futuro después de la muerte, ése es también un acto inferior de dar. El único motivo válido para dar debe ser el motivo de adornar la mente, liberar a la mente de la fealdad de la avaricia y egoísmo.

La manera de dar

Los Suttas (por ej. A. iii, 172) ponen mucho énfasis en la manera de dar. La actitud del donador en el acto de dar hace un mundo de diferencia para la buena voluntad entre el donador y el que recibe independientemente de que el regalo sea grande o pequeño. Las limosnas deben de ser dadas de tal manera que quien las recibe no se sienta humillado, despreciado o herido (sakkaccam danam deti). El necesitado pide algo con una sensación de malestar y es la obligación del donador no hacer que se sienta más incómodo y hacer su ya pesada carga aún más pesada. las limosnas deben de ser dadas con la debida consideración y respeto (cittikatva danam deti). Debe de hacerse sentir al receptor bien venido. Cuando un regalo es dado con tal calidez es cuando surge una cordialidad mutua que une y enriquece al que da y al que recibe. Uno debe de dar con la propia mano (sahattha deti). El involucrarse personalmente en el acto de dar es enormemente benéfico. Esto promueve la relación entre el donante y el receptor y ése es el valor social de dar. La sociedad se enriquece en su unidad con cuidado y preocupación de uno por otro cuando la generosidad se ejerce con un cálido sentido de participación personal. Uno no debe de dar como limosna lo que es adecuado para tirarse (na apaviddham deti). Uno debe de ser cuidadoso de dar únicamente lo que es útil y apropiado. Uno no debe dar de una manera rasposa para hacer que él que recibe no sienta deseos de regresar (na anagamanaditthiko deti).

Dar con fe (saddhaya deti) esta muy ensalzado en los Suttas (A. iii, 172). Especialmente cuando se ofrecen limosnas a un clérigo uno debe de hacerlo con la deferencia y respeto debidos, tomando deleite en la oportunidad que se tiene de servirlos. Uno también debe de dar en el momento adecuado para coincidir con una gran necesidad (kalena deti). Esos regalos en el momento adecuado son los más valiosos y alivian la ansiedad y el estrés de los suplicantes. Uno debe de dar con preocupaciones altruistas, con la intención exclusiva de ayudar a otros en dificultad (anuggahacitto danam deti). En el acto de dar uno debe de tener cuidado de no herirse a sí mismo o a otro (attanan ca paran ca anupahacca danam deti). Dar con comprensión y discreción es alabado por el Buddha (viceyyadanam sugatappasattham). Si un regalo contribuye al bienestar del que lo recibe es sabio darlo. Pero si un regalo es en detrimento del bienestar del receptor uno debe de ejercer con cuidado la propia discreción. Dar como se describe arriba es altamente alabado como noble dar (sappurisadana). Más que lo que se da, es la manera de dar la que hace al regalo valioso. Uno puede no ser capaz de costear un regalo pródigo, pero uno puede siempre hacer que él que lo recibe se sienta cuidado por la manera en que se le da.

El valor de dar

Muchos suttas enumeran los diversos beneficios de dar. Dar promueve la cohesión social. Es el mejor medio de crear un puente para la brecha psicológica, mucho más que la brecha económica, que existe entre los que tienen y los que no tienen. El Magha Sutta mantiene que el odio se elimina cuando uno se encuentra establecido en la generosidad (Sn. 506). Áquel con un corazón generoso gana el amor de otros y muchos se asocian con él (A, iii, 40). Dar también cimienta la amistad (Sn. 187).

Se mantiene que si una persona hace una aspiración de nacer en un lugar particular después de dar limosna, la aspiración se cumplirá sólo si uno es virtuoso, pero no de otra manera (A. iv, 239). De acuerdo a un Sutta (A. iv, 241-243), si uno practica el dar y la moralidad en un grado muy limitado y no tiene idea acerca de la meditación, uno obtiene un nacimiento desafortunado en el mundo humano. Áquel que realiza obras meritorias tales como el dar y la moralidad con gran amplitud pero sin ningún conocimiento de la meditación, encuentra renacimiento en uno de los cielos. Ellos superan a otras deidades en la longitud de su vida, placer, fama y las cinco ramas de los placeres sensuales.

El Anguttara Nikaya (A. iv, 79) enumera un número de estos beneficios mundanos de dar. La persona generosa, y no el avaro, gana las simpatías de otros. Los Arahants se le aproximan, aceptan limosnas y rezan por ellos primero. Una buena reputación se extiende acerca de ellos. Él puede atender a cualquier grupo con confianza y dignidad. Él renace en un estado de felicidad después de la muerte. Otro Sutta (A. iii, 41) agrega que una persona generosa gana popularidad, las personas de carácter noble se asocian a él y él tiene la satisfacción de haber cumplido con los deberes de una persona laica (gihidhamma anapeto hoti).

Se dice que un dador de limosnas confiere vida a los demás, belleza, alegría, fortaleza e inteligencia. Habiéndo conferido esto a otros, él mismo se convierte en un beneficiario (A. iii, 42). La misma idea es expresada por la sucinta afirmación de que uno cosecha lo que siembra (yadisam vapate bijam tadisam harate phalam, S. i, 227).

Dar con fe tiene como resultado alcanzar riqueza y belleza en cualquier lugar que el resultado del ofrecimiento ocurra. Dando limosna con el debido respeto, uno obtiene, también, hijos, esposa, subordinados y asistentes que son obedientes, cumplidores y comprensivos. Dando en el momento oportuno, uno no sólo obtiene gran riqueza sino también la oportuna satisfacción de sus necesidades. Dando con el deseo genuino de ayudar a los demás, uno obtiene gran riqueza y la inclinación a disfrutar los mejores placeres sensuales. Dando sin dañarse a uno mismo ni a los demás, uno gana seguridad de peligros tales como fuego, inundaciones, ladrones, reyes y malos herederos (A. iii, 172).

La limosna dada a los monjes y brahmanes que siguen el Noble Óctuple Sendero da magníficos resultados así como las semillas sembradas en campos fértiles, bien preparados y bien regados producen abundantes cosechas (A. iv, 238). La limosna dada sin ninguna expectativa puede conducir a un renacimiento en el plano de los Brahmas, y después uno podría alcanzar el estado del que no retorna (A. iv, 62).

El Sutta Dakkhinavibhanga enumera una lista de las personas a las que se les puede dar limosna y el mérito aumenta en orden ascendente. Una cosa dada a un animal trae una recompensa de cien. Un regalo dado a una persona normal de hábitos morales pobres produce una recompensa de mil; un regalo dado una persona virtuosa da una recompensa de cien mil. Cuando se le da un regalo a una persona fuera de las enseñanzas del budismo que no tiene apego a los placeres de los sentidos, el rendimiento es de un billón. Cuando el regalo se le da a uno que ha alcanzado el sendero de entrada en la corriente el rendimiento es incalculable e inmensurable. Así es que, ¿qué puede decirse de un regalo dado a uno que retorna una vez, uno sin retorno, un Arahant, un Paccekabuddha, y un Buddha totalmente iluminado?

El mismo Sutta enfatiza que un regalo dado al Sangha como un grupo es más valioso que un regalo ofrecido a un monje en su capacidad individual. Se dice que en un futuro distante habrá monjes budistas que usarán únicamente un collar amarillo como su marca clerical distintiva, que son inmorales y de mal carácter. Si se ofrece un regalo aun a esos monjes a nombre de la orden, éste rinde muchos más méritos que uno a un monje en su capacidad individual. Pero debe de ser observado que esta afirmación contradice las ideas expresadas en otra parte, que lo que es dado a un virtuoso es grandemente benéfico pero no lo que es dado a un inmoral. Es evidente aquí que una interpolación posterior no puede ser completamente descartada.

El Buddha explicó en una ocasión que es meritorio aun tirar el agua después de lavar el propio plato con el pensamiento generoso: «Que las partículas de comida en el agua de lavado sirvan de alimento para las criaturas en el piso.» Cuando es así, ¡Cuánto más meritorio será alimentar a un ser humano! Pero el Sutta se apresura a agregar que es más meritorio alimentar a una persona virtuosa (A. i, 161).

Otro Sutta (A. iii, 336) mantiene que no es posible estimar la cantidad de mérito que corresponde a una ofrenda cuando está dotada de las siguientes seis características particulares. Tres de las características pertenecen al donador mientras que las otras tres pertenecen al receptor. El donador debe de estar feliz de dar antes de hacer la ofrenda. Él debe de estar complacido en el momento de hacer la ofrenda, y él debe de estar satisfecho después de que la ofrenda es hecha. Por lo tanto la nobleza de pensamiento – sin una traza de envidia antes, durante o después de la ofrenda – hace al regalo verdaderamente grande. Los que reciben deben de estar libres de avidez, aversión e ignorancia, o se deben haber embarcado en un curso de entrenamiento para eliminar estas impurezas mentales. Cuando una limosna de comida está dotada de estas cualidades del donador y del receptor, se dice que el mérito es inconmensurable como las aguas del mar.

En una ocasión Visakha dio una erudita explicación de los beneficios que ella esperaba de su magnificencia cuando el Buddha le pregunto que era lo que ella veía como una ventaja de su gran generosidad (Vin. i, 293-294). Ella le dijo que cuando ella escuchaba que un monje o una monja en particular había logrado cualquiera de los frutos de la vida monástica, y si ese monje o monja había visitado Savatthi, ella estaba segura de que él o ella habían recibido las ofrendas que ella constantemente hacía. Cuando ella reflexionaba que ella había contribuido en alguna medida a la distinción espiritual de él o ella, surgía un gran deleite (pamujja) en ella. La alegría (piti) surge en la mente complacida. Cuando la mente está alegre el cuerpo se relaja (kayo passambhissati). Cuando el cuerpo se relaja se experimenta una sensación de bienestar (sukha) que ayuda a la mente a concentrarse (cittam samadhiyissati). Eso ayudará al desarrollo de las facultades espirituales (indriyabhavana), poderes espirituales (balabhavana), y factores para la iluminación (bojjhangabhavana). Éstas son la ventajas que ella esperaba por su munificencia. El Buddha se sientió tan complacido con su erudita respuesta que dijo «Sadhu sadhu sadhu» (muy bien, muy bien, muy bien) en aprobación.

Es evidente que el dar por sí solo no es suficiente para que uno llegue al fin del sufrimiento. Anathapindika, quien fue nombrado por el Buddha como el principal entre los filántropos, alcanzo solamente el estado de ganador-de-la-corriente. Se dice especialmente que el dar (dana) tiene que ser fortalecido con la moralidad (sila) si va a producir buenos resultados. Aunque Anathapindika practicaba una virtud sin tacha, en ninguna parte se dice que él practicara la cultura mental o meditación (bhavana). Por lo tanto a pesar de su magnífica munificencia, él tuvo que permanecer como un ganador de la corriente.

El Ghatikara Sutta (M. ii, 52) registra una caridad única en donde el donador no estaba presente. Chatikara el alfarero era el principal benefactor del Buddha Kassapa. Él era un uno que no retorna que no quería entrar a la Orden ya que se encontraba cuidando a sus ancianos padres ciegos. Él había ganado ampliamente la confianza del Buddha por la nobleza de su conducta y devoción. Un día el Buddha Kassapa fue a su casa en su ronda por limosnas pero Ghatikara había salido. Él preguntó a sus padres ciegos donde se encontraba el alfarero. Ellos le contestaron que el alfarero había salido, pero invitaron al Buddha a servirse él mismo de las ollas y cacerolas y compartir una comida. El Buddha lo hizo así. Cuando Ghatikara regresó y preguntó quién había tomado de la comida, sus parientes le informaron que el Buddha había venido y que ellos le habían pedido que se ayudara él mismo con la comida. Ghatikara estaba sobrecogido jubiloso de escuchar esto ya que sintió que el Buddha le tenía mucha confianza. Se dice que la alegría y la felicidad (pitisukha) que experimentó no lo abandono por dos semanas, y la alegría y felicidad de sus padres no se desvaneció por una semana completa.

El mismo Sutta reporta que en otra ocasión el techo del monasterio del Buddha Kassapa comenzó a gotear. Él envió a los monjes a la casa de Ghatikara a recoger algo de paja, pero Ghatikara estaba afuera en ese momento. Los monjes regresaron y le dijeron que no había paja disponible ahí excepto la que había en el techo. El Buddha les pidió a los monjes que tomaran la paja del techo allá. Los monjes comenzaron a quitar la paja del techo y los ancianos padres de Ghatikara preguntaron quien estaba removiendo la paja. Los monjes le explicaron el problema y los padres les dijeron, «Por favor tomen toda la paja.» Cuando Ghatikara escucho esto él se sintió profundamente movido por la confianza que el Buddha depositaba en él. La alegría y felicidad que surgieron en él no lo dejo por una quincena completa y la de sus padres no menguó por una semana. Por tres meses la casa de Ghatikara permaneció sin techo tan solo con el cielo sobre ella, pero se dice que la lluvia no la mojaba. Tan grande era la piedad y generosidad de Ghatikara.

Como se mencionó en el comienzo de este ensayo, dar (dana) es la primera de las obras meritorias. Es también una de las cuatro maneras benevolentes de tratar a otros (cattari sangahavatthuni, A. iv, 219). Pero es digno de ser notado que en la lista de virtudes requeridas para la liberación tales como aquellas incluidas entre los treinta y siete requisitos de la iluminación (bodhipakkhiya dhamma), el dar (dana) nunca aparece como una virtud requerida. En lugar de dar (dana), la generosidad (caga) se incluye en algunas de las listas, tal como las cinco cualidades – fe, virtud, aprendizaje, generosidad y sabiduría. Quizás exista una pequeña diferencia entre dar (dana) y generosidad (caga) cuando se consideran como virtudes arraigadas en la mente. Dana es el acto muy práctico de dar, caga es la actitud generosa que se inculca en la mente por la práctica repetida de dana. La palabra caga significa literalmente darse por vencido, abandono, y es una indicación de que el dominio egoísta cerrado que uno tiene sobre sus posesiones está siendo aflojado por caga. Es posible dar limosnas aún por motivos negativos tales como favoritismo (chanda), mala voluntad (dosa), miedo (bhaya), ignorancia (moha), deseo de una buena reputación, etcétera, pero caga es la virtud positiva de una disposición generosa.

El Buddhismo enseña un proceso gradual de vaciarse a uno mismo. Comienza con dar nuestras posesiones externas. Cuando la cualidad de la generosidad se ha establecido y se fortifica con una visión profunda de la naturaleza real de las cosas, crece un desencanto por los placeres sensuales (nibbidanti). En esta etapa uno deja la vida en familia y busca la ordenación. A continuación sigue el vaciado de los impulsos sensoriales protegiendo la puerta de los sentidos. A través de la meditación (bhavana) uno se vacía a uno mismo de las impurezas profundamente arraigadas y se llena de cualidades positivas nobles. Pero este proceso completo de mermar nuestros aspectos negativos comienza con dana, la práctica de dar.


Notas

[1] Aunque la traducción PTS (Pali Text Society) dice «uno da limosnas de acuerdo a uno mismo» la certeza de esta traducción es cuestionable. El Sutta parece registrar los motivos para dar en orden ascendiente de refinamiento. Si la traducción PTS es aceptada, el orden es perturbado. Más aún asajja es el gerundio de asadeti, que significa golpear, ofender, asaltar, insultar.

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