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Dar en el Canon Pali, Parte 1 – Lily de Silva

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Dar en el Canon Pali

Lily de Silva

silva.gifDana, el dar, es exaltado en el Canon Pali como una gran virtud. Es, de hecho, el inicio del camino a la liberación. Cuando el Buddha predicaba a un recién llegado él comenzaba su sermón gradual con una exposición de las virtudes de dar (danaktha) (Vin. i, 15,18). De las tres bases para la realización de obras meritorias (puññakiriyavatthu), dar es la primera, las otras dos son: la virtud y la cultura mental (A. iv, 241). También es la primera de las diez perfecciones (paramita) cultivadas por el Buddha. Por lo tanto, en la marcha hacia la liberación como un Arahant o un Buddha, uno inicialmente tiene que practicar dana.

La Función de Dar

Dar tiene una importancia primaria en el esquema budista de purificación mental porque es la mejor arma contra la codicia (lobha), la primera de las tres raíces insanas (akusalamula). La codicia está envuelta por el egoísmo, ya que sostenemos nuestras personalidades y nuestras posesiones como «yo» y «mío.» Dar ayuda a que el egoísmo se derrita: es el antídoto para curar la enfermedad del egoísmo. «Supera la mancha de la codicia y práctica el dar,» exhorta el Devatasamyutta (S. i, 18). El Dhammapada nos exhorta a conquistar al avaro mediante la generosidad (danena kadariyam jine, Dhp. 223).

La dificultad para ejercitar esta virtud de dar es proporcional a nuestra propia avaricia y egoísmo. Por lo que el Devatasamyutta iguala el dar a una batalla (danan ca yuddhan ca samanam ahu, S. i, 20). Uno tiene que pelear con las fuerzas demoniacas de la avaricia antes de que nuestra mente se decida a dar algo que nos es querido y útil. El Latukikopama Sutta muestra como un hombre carente de vida espiritual encontró difícil desprenderse de cosas a las que estaba acostumbrado (M. i, 449). Una pequeña codorniz puede llegar a morir cuando se enreda aun en una enredadera podrida. Aunque débil, la enredadera podrida es una gran atadura por un pájaro pequeño. Pero aún una cadena de hierro no es suficientemente grande para un gran elefante. De manera similar, un pobre desdichado hombre débil de carácter encontrará difícil separarse de sus andrajosas escasas pertenencias, mientras que un Rey de carácter fuerte podrá aun dar su reino una vez que esté convencido de los peligros de la avaricia.

La mezquindad no es el único impedimento a la generosidad. El descuido y la ignorancia sobre como trabaja el kamma y los efectos del kamma después de la muerte son también otras causas (macchera ca pamada ca evam danam na diyati, S.i, 18). Si uno conoce las ventajas morales de la generosidad, uno estará vigilante para medir las oportunidades de practicar esta gran virtud. El Buddha dijo en una ocasión que si la gente sólo conociera el valor de dar como él lo sabía, no tomarían un solo alimento sin compartir su comida con otros (It. p, 18).

Cualidades del donador

Los Suttas (por ej. D. i, 137) emplean un número de términos para describir las cualidades del donador. Él es un hombre con fe (saddha), él tiene fe en la nobleza de una vida moral, en las enseñanzas del kamma y supervivencia después de la muerte. Él cree en la posibilidad de una perfección moral y espiritual de los seres humanos. Brevemente, él no es un materialista, y él tiene fe en el Buddha, el Dhamma y el Sangha. Él no es meramente un dador (dayako) – él es un dador munificente (danapati). Los Comentarios explican el concepto de un dador munificente con las siguientes palabras: “Áquel que goza las cosas deliciosas pero que le da a otros lo que no es delicioso es un donador que es un esclavo de los regalos que da. Áquel que da cosas de la misma calidad de las que él mismo disfruta es uno que es como un buen amigo de su regalo. Áquel que se satisface a sí mismo con cualquier cosa que puede adquirir pero que da delicias a otros es un dador munificente, un señor y un maestro de los obsequios que da.”

El donador también se describe como alguien que mantiene una casa abierta a los necesitados (anavatadvaro), un manantial (opanabhuto) para los monjes, brahmanes, desvalidos, viajeros, vagabundos y mendigos. Siendo así, él realiza obras meritorias. Es munífico (muttacago) y tiene interés en compartir sus bendiciones con otros (danasamvibhagarato). Es un filántropo que entiende las dificultades del pobre (vadañnu). Está con las manos abiertas y está listo para complacer las demandas del otro (payatapani). Él es apto para que se le pida (yacayogo). Se deleita en repartir regalos al necesitado (vossaggarato), y tiene un corazón inclinado a dar (cagaparibhavitacitto). Tales son los epítetos que se usan en los discursos para describir las cualidades del liberalmente-dispuesto.

Un dador noble es aquel que es feliz antes, durante y después de dar (A. iii, 336). Antes de dar él es feliz anticipando la oportunidad de ejercer su generosidad. Mientras da él es feliz de que está haciendo a otro feliz llenando una necesidad. Después de dar él esta satisfecho de que ha hecho una buena obra. Los Suttas enlistan a la generosidad como una de las cualidades importantes que se requieren para hacer a un caballero (A. iv, 220). El Buddha compara a un hombre que se ha ganado rigurosamente su riqueza y la da a los necesitados con un hombre que tiene dos ojos, mientras que uno que sólo gana riquezas pero no realiza méritos es como un hombre con un solo ojo (A. i, 129-1309). El hombre rico que disfruta sus riquezas él mismo sin compartir se dice que está cavando su propia tumba (Sn. 102).

Las Donaciones

Prácticamente cualquier cosa útil puede darse como regalo. El Niddesa (ND. 2, 523) da una lista de catorce artículos que son adecuados para darse como caridad. Ellos son túnicas, comida de caridad, lugares de vivienda, medicina y otros requerimientos para los enfermos, comida, bebida, ropa, vehículos, guirnaldas, perfumes, ungüentos, camas, casas y lámparas. No es necesario tener mucho para practicar la generosidad, por que uno puede dar de acuerdo a sus propios medios. Dar regalos de los propios escasos recursos, es considerado muy valioso (appasma dakkhina dinna sahassena samam mita, S. i, 18; dajjappasmim pi yacito, Dhp. 224). Si una persona lleva una vida virtuosa aunque en él sobrevive en espigueos, cuida a su familia según sus medios, pero él tiene como hábito el dar de sus limitadas reservas, su generosidad vale más que mil sacrificios (S. i, 19-20). Las limosnas dadas de la fortuna ganada correctamente es grandemente apreciada por el Buddha (A. iii, 354; It. p. 66; A. iii, 45-46). Un padre de familia que así lo hace se dice que es uno que es afortunado ahora y en lo futuro. En el Magha Sutta del Sutta Nipata (Sn. P. 87) el Buddha aprecia grandemente a Magha quien dice que gana por medios correctos y da con liberalidad a los necesitados.

Aún si uno da una pequeña cantidad con el corazón lleno de fe uno puede ganar felicidad en el más allá. El Vimanavatthu brinda amplio ejemplos. De acuerdo al Acamadayikavimanavatthu, las limosnas dadas consisten de pequeñas costras de arroz, pero como fueron dadas con una gran devoción a un eminente Arahant, la recompensa fue renacer en una magnífica mansión celestial. El Dakkhinavibhanga Sutta establece que una ofrenda es pura con respecto al dador, cuando el dador es virtuoso; con respecto al receptor, cuando el receptor es virtuoso; con respecto a ambos – el dador y el receptor – si ambos son virtuosos; para ninguno si sucede que ambos son impíos. Se dice que el Dhammadana, la diseminación del conocimiento del Dhamma, supera a todas las otras formas de dar (sabbadanam dhammadanam jinati, Dhp. 354).

El Anguttara Nikaya menciona cinco grandes regalos que se han tenido en gran estima por los hombres de mente noble desde los tiempos antiguos (A. iv, 246). Su valor no tenía duda en los tiempos antiguos, no tiene duda en el presente, ni lo tendrá en el futuro. Los monjes sabios y brahmanes tienen el más alto respeto por ellos. Estos grandes obsequios consisten en la meticulosa observancia de los Cinco Preceptos. Al hacerlo así uno da seguridad (ausencia del temor), amor y benevolencia a todos los seres. Si un ser humano puede dar seguridad y libertad del temor a otros por su comportamiento, ésta es la forma más grande de dana que se puede dar, no sólo a los seres humanos, sino a todos los seres vivientes.

El Recibidor

Los Suttas también describen a la persona a la que se le deben dar las limosnas (A. iii, 41). A los visitantes, viajeros y enfermos se les debe tratar con la debida consideración. En las épocas de carestía los necesitados deben ser tratados con liberalidad. Los virtuosos deben ser los primeros agasajados con las primeras frutas de las nuevas cosechas. Hay una frase recurrente en los Suttas (D. I, 137, ii, 354, iii, 76) describiendo a aquellos que están particularmente necesitados de la generosidad pública. Ellos son los monjes (samana), brahmanes (brahmana), viajeros (addhika), vagabundos (vanibbaka) y mendigos (yacaka). Los monjes y brahmanes son personas religiosas que no ganan un sueldo. Ellos dan guía espiritual a los laicos y se espera que los laicos los mantengan. Los pobres necesitan la ayuda de los ricos para sobrevivir y los ricos se enriquecen espiritualmente ayudando a los pobres. En una época en la que las facilidades de transporte eran escasas y las facilidades para los viajeros no estaban adecuadamente organizadas, el público tenía que hacer algo para ayudar al viajero. El buddhismo considera una obligación moral de las personas el dar asistencia a este tipo de personas.

En el Anguttara Nikaya el Buddha describe, con una terminología relativa a los sacrificios, tres tipos de fuegos que se deben tratar con cuidado y honor (A. iv, 44). Ellos son ahuneyyaggi, gahapataggi y dakkhineyyaggi. El Buddha explica que ahuneyyaggi significa los propios padres, y que deben de ser honrados y cuidados. Gahapataggi significa la propia esposa e hijos, empleados y dependientes. Dakkhineyyaggi representa a las personas religiosas que han logrado la meta del Arahant o se han embarcado en un curso de entrenamiento para eliminar los rasgos mentales negativos. Todos estos deben estos deben ser cuidados y ver por ellos como se cuidaría un fuego de sacrificios. De acuerdo al Mahamangala Sutta, ofrecer hospitalidad a los propios parientes es una de las grandes obras que puede realizar un laico para obtener prosperidad (Sn. 262-63).

El Rey Kosala le preguntó una vez al Buddha a quién se le deberían de dar limosnas (S. I, 98). El Buddha replicó que las limosnas se les deberían de dar a aquellos a quienes darles nos produce felicidad. Entonces el Rey le hizo otra pregunta. ¿A quién se le deben ofrecer limosnas para obtener grandes frutos? El Buddha distinguió las dos como diferentes preguntas y le respondió que las limosnas ofrecidas a los virtuosos producían grandes frutos. Él aclaró aún más que los ofrecimientos rendían grandes frutos cuando se hacían a monjes virtuosos que habían eliminado los cinco impedimentos mentales (nirvana) y cultivado hábitos morales, concentración, sabiduría, liberación y conocimiento, y visión de la liberación (sila, samadhi, pañña, vimutti, vimuttinanadassana).

En el Sakkasamyutta (S. I, 233) Sakka hizo la misma pregunta al Buddha. ¿Los regalos dados a quienes darán los más grandes resultados? El Buddha respondió que los regalos dados al Sangha (la comunidad de monjes) producen los más grandes resultados. Aquí el Buddha especifica que lo que él quiere decir por el ‘Sangha’ es la comunidad de aquellos rectos nobles individuos que han entrado en el camino y que se han establecido a ellos mismos en el fruto de la santidad, y que están dotados de moralidad, concentración y sabiduría. Es importante notar que ‘Sangha’ de acuerdo al Vinaya significa un grupo suficiente de monjes que represente la Orden de monjes para varios propósitos eclesiásticos (Vin. I, 319). Pero en los Suttas ‘Sangha’ significa los cuatro pares de nobles individuos o los ocho individuos particulares (cattari purisayugani, attha purisapuggala), es decir, aquellos que están en el sendero del ganador-de-la-corriente, un-retorno, no-retorno y Arahant y aquellos que han obtenido las respectivas fruiciones.

El Magha Sutta (Sn. p. 86) da una cuenta detallada de las virtudes de un Arahant para mostrar a quién deben de dársele limosnas por uno que desea mérito. El Brahmanasamyutta (S. I, 175) sostiene que las ofrendas producen los más grandes regalos cuando se hacen a aquellos que conocen sus vidas previas, que han visto los cielos y los infiernos, que han puesto un fin al nacimiento y que han realizado el conocimiento último. Así es que el Sangha que consta de moralidad perfecta, personajes valiosos como son descritos en los Suttas constituyen el campo de mérito (puññakkhetta, M. i, 447). Así como las semillas sembradas en un campo fértil bien regado dan abundantes cosechas, las limosnas dadas a los virtuosos establecidos en el Noble Óctuple Sendero dan grandes resultados (A. iv, 238; I, 162). El Dhammapada mantiene que los campos tienen cizaña como su mancha; la avidez, el odio, la ignorancia y el deseo son la manchas de los hombres y por lo tanto lo que es dado a aquellos que han eliminado esas impurezas producen abundantes frutos (Dhp. 356-359). El resultado de la generosidad se mide más por la calidad del campo de merito que por la cantidad y el valor del regalo dado.

El Anguttara Nikaya (A. iv, 382-95) registra la fabulosa donación de limosnas del Bodhisatta cuando él nació como un brahmán llamado Velama. Abundantes regalos de plata, oro, elefantes, vacas, carruajes, etc., para no mencionar comida, bebida y ropa, fueron distribuidos entre todas las personas que vinieron a recibirlos. Pero esta magnificencia no fue muy valuada con respecto a sus méritos por que no había receptores valiosos. Se dice que es más meritorio alimentar a una persona con la visión correcta, a uno que ha entrado en la corriente (sotapanna), que dar grandes limosnas como las dadas por Velama. Es más meritorio alimentar a uno que retorna una vez que a cien individuos que han entrado en la corriente. Siguen en orden los que no retornan, los Arahants, los Paccekabuddhas (los Buddhas silenciosos) y los Sammasambuddhas. Alimentar al Buddha y al Sangha es más meritorio que alimentar al Buddha solamente. Es aún más meritorio construir un monasterio para el uso general del Sangha de los cuatro puntos cardinales. Tomar el refugio en el Buddha, el Dhamma y el Sangha es aún mejor. Observar los Cinco Preceptos es aún más valioso. Pero aún mejor es el cultivar metta, benevolencia, y lo mejor de todo, es la percepción en la impermanencia, que lleva al Nibbana.

Parte 2


Fuente: www.bosquetheravada.org

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