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Una aproximación al budismo tántrico (Parte 1)

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Una aproximación al tantra


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A lo largo de la historia del budismo han existido tres movimientos de doctrina y práctica sucesivos: el budismo Hinayana (lo que ahora es el theravada), el Mahayana (que lo representa hoy en dia el budismo Shin, Chan y Zen) y el budismo Vajarayana (que lo representa el budismo Indo-tibetano). Este último desarrolló una aproximación directa y transformadora hacia la práctica. A ésta se le llama Tantra.

En el siguiente artículo veremos, a través de 7 principios, la aproximación del budismo tántrico y en la forma que lo distingue de los otros movimientos históricos del budismo.

1.La experiencia directa

El tantra es pragmático. Tiene un énfasis crítico con respecto a las enseñanzas espirituales budistas tradicionales del tiempo en que surgió, planteándose: “la manera en que en verdad resultan de utilidad”. Y nos dice no importa qué tan buenas sean tus ideas o por el otro lado qué tan imaginativas sean tus fantasías, si algún aspecto del budismo no genera un cambio con lo que en realidad experimentas, entonces al tantra no le interesa.

Él tantra intenta hacer que todo sea directamente accesible y utilizable. Si no has tenido una experiencia espiritual en particular te pide que busques en tu propia experiencia personal algo que le corresponda. Es como si dijera:

“Mencionas que vas a refugio al Buda, pero el Buda histórico Shakyamuni murió hace 2,500 años. Si tu desarrollo espiritual fuera muy elevado quizá todavía podrías sentir su influencia espiritual, mas ¿qué pasa si no es así? Necesitas el contacto directo para inspirarte. No basta con libros. Así que si no has convivido con Gotama Shakyamuni, ¿quién, en tu propia experiencia, se aproxima más a ser un iluminado? ¿Con quién estás en contacto verdaderamente que se asemeje más al Buda? ¿Tu maestro quizás? Muy bien, en ese caso, por lo que a ti se refiere, tu maestro es el Buda, él es tu refugio en el Buda”.

Lo mismo señala el tantra acerca de los otros dos refugios el Dharma y la Sangha.

Así el tantra procura hacer que logres percibir de manera directa las verdades del budismo. No le interesan las teorías ni las ideas en sí. Al igual que el zen, pide que se muestren aquí y ahora la no-dualidad, el shúnyata (vacuidad), compasión y todas esas maravillosas ideas. Una vez, un maestro budista expresó este aforismo: “El trabajo es el guru tántrico”. El esfuerzo que realizas te da una retroalimentación objetiva sobre tu capacidad para movilizar tu energía y hacer las cosas. Te exige mucho. No te queda otra que entregarte a ello. Lo mismo se podría afirmar con respecto al guru tántrico y el énfasis tántrico. Demandan mucho esfuerzo y dedicación, si quieres que el sendero tántrico sea una realidad.

2. Magia y símbolos

El tantra debe efectuar una transformación radical de todo tu ser, tanto de un modo consciente como inconsciente. Si deseas involucrar ese nivel tuyo en la búsqueda de la iluminación es necesario que te comuniques con él y que conquistes sus energías. ¿Qué idioma puedes usar para eso?

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Podemos comparar la psique humana con una gran ciudad, como México, Buenos Aires o Bogota. En la superficie abundan la vida y todo cuanto pertenece a este siglo, pero esos bancos y edificios de oficinas se han erigido sobre los cimientos de las anteriores edificaciones. Podríamos cavar y encontrar debajo de varios estratos los períodos más antiguos. Hallamos primero restos de pirámides antiguas, luego mas profundo un templo pagano, después una fortificación primitiva hecha con tierra. Algo muy semejante se puede observar en el desarrollo de la psique humana. Vivimos de una manera más o menos consciente, como seres racionales. No obstante, el nivel de conciencia que hemos alcanzado es la última etapa de un proceso que se remonta a miles de años.

Hasta donde sabemos, el hombre “primitivo” tenía poca conciencia de sí mismo. Vivía en un mundo crepuscular, parecido a un sueño. No podía diferenciar completamente entre su realidad interna y la externa. Es como si, en el inconsciente, nosotros cargáramos esta memoria racial. También nuestra conciencia tiene “estratos”, de los cuales algunos no son racionales. Podemos tener a veces contacto con ellos en sueños y en otras situaciones en las que sus contenidos arquetípicos emergen a la luz de la conciencia.

Para comunicarnos con esos estratos más profundos debemos hablar su idioma y ése es el lenguaje de la mitología, el símbolo y la magia. La magia es la “tecnología” que el hombre primitivo utilizó para controlar su mundo. Si queremos transformar nuestras primitivas profundidades está de más que les hablemos conceptualmente de la impermanencia y del shúnyata. Tenemos que hacer uso de la magia.

De este modo es que el tantra tomó prestados ritos mágicos de su contexto étnico y los aplicó para sus propósitos. Podemos notarlo en las sadhanas (practicas de visualización) que tienen que ver con las familias del mandala de los cinco Budas.

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Incluso, a veces, al adepto tántrico se le denomina siddha, el que ha obtenido poderes mágicos. Estos poderes pueden ser supranormales (como la levitación, la telepatía, etc.) o pueden implicar el desarrollo de cualidades espirituales. Hay un famoso grupo de 84 (a veces 85) mahasiddhas (grandes adeptos al tantrismo) que floreció en la India entre el siglo VIII y el XII. Ellos conforman el principio de una cadena de practicantes humanos del tantra que han desempeñado las principales formas del ejercicio tántrico hasta hoy. Abundan los episodios que narran la vida de estos 84 indios, hombres y mujeres, que demostraron el poder mágico que conquistaron por encima de los fenómenos naturales mediante la práctica del tantra.

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Fuente: www.budismo.com

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