Inicio Budismo El Budismo, el Sexo y la Vida Espiritual – Parte 2

El Budismo, el Sexo y la Vida Espiritual – Parte 2

67
0

El Budismo, el Sexo y la Vida Espiritual

Una entrevista con Sangharákshita

sexo_budismo.jpg

Parte 2 – Pregontas 1-5

Nagabodhi: Los Cinco Preceptos son el «mínimo común » de la observancia ética entre los budistas de todo el mundo. El tercero de éstos, «Kamesu micchachara veramani sikkhapadam samadiyami», dice: «Me comprometo a adiestrarme en él principio de refrenar conductas sexuales incorrectas». ¿Cuál es el significado esencial de este precepto?

  • Sangharakshita: El precepto tiene un aspecto social y un aspecto personal.
    El primer aspecto conlleva evitar comportamientos sexuales socialmente inaceptables y el segundo excluye la participación en cualquier tipo de comportamientos sexuales que, de algún modo, entorpezcan gravemente el progreso en la ética y la vida espiritual.

2. Habitualmente, en el budismo oriental, el significado de este principio se interpreta sencillamente como la prohibición de cometer actos de violación, abducción y adulterio.

  • Es un enfoque muy estrecho. Lo primero que se me ocurre es el caso de Bangkok, que es casi la capital mundial de la prostitución. Sin embargo, Tailandia es un país budista, donde las prostitutas también son, presumiblemente, buenas budistas. Aquellas que se prostituyen – suponiendo que no sean mujeres casadas que lo hacen para mejorar el presupuesto doméstico – no están realizando actos de violación, adulterio ni abducción y, por tanto, de acuerdo con la interpretación común de los budistas, no estarían faltando al tercer precepto… Pero resulta difícil de aceptar que se pueda practicar la prostitución y estar llevando una vida ética desde una perspectiva budista!

3. ¿Y por qué se interpreta tan restrictivamente?

  • Creo que los budistas orientales, incluyendo los de algunas partes de la India, no analizan en absoluto su comportamiento sexual. Al menos hasta ahora. Para ellos es más una cuestión de seguir los usos y costumbres que de analizar, por sí mismos, cuán éticos pudieran ser. Hay que reconocer que en la mayoría de los casos las tradiciones suelen ir bien encaminadas pero no de una forma demasiado inteligente: la gente no examina su comportamiento sexual ni otros aspectos de su vida y, cuando lo hace, es sólo en función de la aprobación o reprobación social. Y, naturalmente, el grupo [1] interpreta el precepto en un sentido más bien social.

    En general, en el Oriente budista, la gente no se preocupa mucho de qué ocurre en la vida privada entre adultos consintientes, siempre y cuando no se cometa actos de adulterio, violación ni nada así… Es cierto que en el budismo no preocupa el detalle de los comportamientos sexuales como ocurre aquí en Occidente – como motivo para chismorreos y morbo – y quizás ni siquiera como escrutinio moral.

    Tal vez se pueda añadir que tampoco se espera que un laico realmente lleve una vida espiritual; mientras que sí se espera esto de los monjes y monjas. Para ellos existe el Vinaya, [2] que examina dicho precepto en mucho detalle, probablemente para dejar bien clara la exclusión de cualquier forma de conducta sexual.

4. ¿Hasta qué punto las reglas del Vinaya pueden tomarse como las mismas palabras del Buda o como una detallada elaboración de los puntos de vista del Buda con respecto al sexo?

  • No estoy convencido de todo si es que se trata o no, en un sentido literal, del Buda-vachana (la palabra del Buda). Pero no cabe duda de que el Vinaya ofrece una fidedigna expresión de las ideas del Buda al respecto. Tiene un tono demasiado legalista y me cuesta creer que el Buda enfocase nada desde un punto de vista puramente legalista; no obstante, creo el Vinaya sí da expresión de una actitud o principio que era propia de él.

    Sin duda el Buda esperaba el celibato de sus discípulos monjes, de aquellos que habían dado el paso de dejar atrás a sus esposas y a sus familias. Y parece que no sólo estaba claro para el Buda sino para muchos otras personas de su época. Quien había dejado atrás su vida doméstica para seguir una vida de mendicante, probablemente lo hacía porque deseaba liberarse de las ataduras implícitas en ese tipo de situaciones. Sin reparar en el aspecto personal de la ética sexual -incluso no teniendo en cuenta su efecto en la mente- es todavía necesario evitar las relaciones sexuales si se desea estar libre de las ataduras mundanas -en un sentido doméstico-. Todo aquel que participa en actividades sexuales tiende a establecer una relación de pareja, a traer niños al mundo… y a regresar al punto de partida.

    Desde esta perspectiva, la abstención sexual podría considerarse concomitante con un cierto estilo de vida más que con la vida espiritual en sí.

    El Buda no quiso decir que aquel que no abandonase toda la práctica sexual no podía progresar en su vida espiritual, ni que no se pudiese progresar espiritualmente si no se era monje. Tenía discípulos laicos – que habían Entrado en el Flujo [3] – y que al parecer no habían abandonado el sexo. Pero si se quería llevar un estilo de vida monástico, hubiera resultado contradictorio mantener relaciones sexuales en una sociedad en la que no existían anticonceptivos.

5. ¿Cuando estabas en Oriente viviendo como monje, que papel jugaba la castidad en tu práctica personal?

  • No estoy seguro de que jugase un papel muy importante. Sabía que se esperaba que fuese célibe y lo fui: lo acepté como parte de mi compromiso, como parte de la vida espiritual; pero mirando atrás, creo que no consideraba la castidad como una «práctica en sí» o como algo sobre lo que tenía que trabajar.

    Fui casto muchos años con el cuerpo y creo que con la palabra [4] – la falta de castidad verbal me ha desagradado desde pequeño – pero no me esforcé demasiado por eliminar pensamientos de tipo sexual. Estaba más preocupado por erradicar la falta de atención consciente [5], y más inquieto por las ideas y pensamientos violentos que por los sexuales, los cuales tendía a considerar más «naturales».

    Incluso en el ejército, estos sentimientos, aunque intensos, tendían a quedarse en un segundo plano. Mi encuentro con Oriente me tenía fascinado. Leía cualquier libro budista que pudiese conseguir, escribía… Fue una época interesantísima para mí y los pensamientos sexuales no tenían importancia en mi vida. Sólo cuando mi sed por cosas como el Dharma, la literatura, la poesía y la filosofía se había satisfacho un poco, empezaba a pensar en el sexo, a finales de mi estancia en la India.

El Budismo, el Sexo y la Vida Espiritual

Fuente www.librosbudistas.com

Artículo anteriorLa ciencia frente a las creencias religiosas – Parte 8 : Más allá de la ciencia
Artículo siguienteEl Budismo, el Sexo y la Vida Espiritual – Introducción – Parte 1