Para conocer Sikkim es necesario obtener un permiso; y algunas zonas sólo se pueden visitar en grupos organizados. Estas restricciones han permitido que esta región conserve una naturaleza fabulosa que va desde valles tropicales donde crecen orquídeas hasta los bosques himalayos. No importa desde qué punto de India vengas. Para entrar en Sikkim deberás pasar por el pueblo de Siliguri, en la frontera con el estado de Bengala. Aquí hay que solicitar el permiso necesario para visitar la región. Lo otorgan en la Oficina de Turismo (354 246 02), al lado de la estación de autobuses oficiales.
A Gangtok, la capital de Sikkim, se llega tras cinco horas en autobús desde Siliguri. Probablemente te tocará uno repleto a más no poder. Lentamente y por un peligroso camino plagado de temerarias curvas, irás dejando atrás la planicie india para ascender a los valles que hacen de antesala a la cordillera del Himalaya. Relájate y déjate cautivar por el paisaje y la amabilidad de los sikimeses. Los viajes largos y las curvas en el camino son algo a lo que deberás forzosamente acostumbrarte si quieres recorrer este territorio. Gangtok no impresiona a primera vista, pero constituye una buena base para visitar las muchas atracciones que se hallan en sus cercanías. En ella no encontrarás cúpulas de oro, elefantes amaestrados ni mujeres envueltas en sedas, pero en cambio gozarás de una impresionante vista de las montañas y de la completísima colección de arte tibetano en el Instituto de Investigación de Tibetología.
Hospitalidad budista
La mejor forma de conocer Sikkim es recorriendo algunos de los más de 200 monasterios y templos budistas que se esparcen entre montañas, lagos y glaciares. Entenderás la cultura y tradiciones de este lugar, profundamente budista. A 30 kilómetros al norte de Gangtok, el monasterio de Phodong es quizás el menos visitado por los turistas y, por ende, donde los monjes resultan ser los más hospitalarios de Sikkim. En él siempre encontrarás a un monje dispuesto a mostrarte el interior del templo. El espectacular monasterio de Rumtek, a 24 kilómetros al suroeste de la capital, es actualmente el más importante de la orden Kagyupa. Fue construido en los años sesenta como una réplica del monasterio tibetano de Tsurphu, al norte de Lhasa, cuando el XVI Karmapa (maestro espiritual reencarnado) se exilió en India tras la ocupación china del Tíbet. Está inmerso en la penumbra y con una atmósfera cargada de un fuerte aroma a rancio que emana de los cientos de candelabros. En él descubrirás una de las colecciones más fascinantes de arte budista existentes, traída de contrabando desde el Tíbet por el XVI Karmapa y sus seguidores.
Regocíjate admirando los hermosos colgantes de seda y bordados con hilos de oro que penden de sus espigadas columnas y observa como sus paredes están empapeladas de pinturas religiosas y cubiertas de estanterías colmadas de figuritas de Buda. Resulta espectacular durante alguno de los festivales de danzas y máscaras, como el que celebra el Losar o año nuevo tibetano, que suele caer a finales de febrero.
Tras un día completo de viaje hacia el oeste, en el que cruzarás dos macizos montañosos, media docena de ríos y de estrechos valles, llegarás hasta los templos más antiguos y sagrados de Sikkim. Todos pertenecientes a la orden Nyingmapa.
El deslumbrante oeste
El monasterio de Tashiding, que corona una colina flanqueada por los profundos cañones de los ríos Rangit y Rathong, es quizás el preferido entre los visitantes debido a la espectacularidad del paisaje y la belleza del edificio. Fue construido en 1716, durante el re inado del tercer chogyal o rey de Sikkim, al lado de un grupo de cuevas en las que los monjes aseguran que meditó el gurú Rimpoche. Este maestro, tras años de meditar en estas montañas, profetizó que esta tierra se convertiría en el mayor sostén budista del mundo. Más tarde sus discípulos construyeron templos en todos los sitios donde se cree que el gurú Rimpoche meditó.
En el tercer piso de Tashiding, guardado bajo llave, los monjes conservan una jarra de metal, adornada con piedras semipreciosas, que según creen perteneció al gurú Rimpoche y a la que atribuyen el poder de generar agua en forma espontánea. Durante el décimo cuarto y el décimo quinto día del primer mes de cada año, peregrinos de toda la región asisten a este lugar para presenciar el festival de Bumchu y recoger un poco del agua sagrada de la jarra.
Bajo estrictas medidas de seguridad y protocolo, el abad del monasterio mide el nivel de agua contenida en la jarra. Si éste ha aumentado desde el año anterior indica el inicio de un año auspicioso para Sikkim, mientras que una disminución es percibida como una mala señal para el año que comienza.
Textos: Michel L´Huillier
Publicado en Noviembre de 2007
Fuente: www.deviajes.es