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Estamos en una aldea de Ourense, no el Tíbet

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Chu Sup Tsang es el nombre del retiro budista que se abrió de forma oficial este mes. Con los años se convertirá en un referente de la religión en Europa

«Gracias al budismo han disminuido mis emociones negativas, como el enfado, el apego, el rencor, el orgullo…». La coruñesa Mary Paz González de Lema, 43 años, vive desde el pasado mes de septiembre en el templo budista más grande de Europa. Se encuentra en Ourense, concretamente en la aldea de Ventoselo (San Amaro). Hace unas semanas se inauguró de forma oficial un proyecto al que le quedan muchos años y que terminará por convertirse en una universidad sobre el budismo. Estos días se encuentra en Ventoselo el lama Gueshe Tenzing Tamding, un guía espiritual con varios centros repartidos por el mundo -Estados Unidos, Francia, Alemania, etcétera- que ha elegido Galicia para construir un sueño: el templo de referencia para los europeos. Desde el inicio del proyecto ha acudido todos los años a Ourense, para comprobar la marcha de los trabajos, en los que colabora muchos de sus discípulos.

Chu Sup Tsang es el nombre del monasterio y hasta él acuden, sobre todo en épocas vacacionales, no solo seguidores de esta religión sino también personas que buscan respuestas a través de la meditación. «Una parte del sueño está cumplido y todo es alegría. No solo hablamos de la construcción del templo, sino de la mente, de la forma de cambiar los pensamientos negativos en positivos. Ofrecemos antídotos para los malos pensamientos. La mente humana tiene mucha capacidad para conseguir la paz en el mundo. Todo el sufrimiento viene de la mente negativa», explica Gueshe Tenzing Tamding, que subraya que el templo acoge a personas de todas las religiones que quieran aprender a meditar. Por eso, otro de los sueños en Ventoselo, es la construcción de una gran biblioteca budista que contará también con textos de otras confesiones. «Todos tienen cosas para mejorar al ser humano», explica. La vida en el templo varía según se desarrollen cursos o no. A las siete de la mañana comienza la actividad con el desayuno y, posteriormente y durante toda la mañana, se desarrollan las clases, solo interrumpidas por pequeños descansos y por la comida. Sin embargo, algunos días, las personas que allí residen se dedican a arreglar las instalaciones y despejar otra casa adyacente que también se unirá al templo. «La gente puede venir como quiera aunque hay un horario. Un día, una semana, unos meses… Cada uno puede elegir el tiempo que quiere estar», explica el lama. Además, los sábados y domingos, Mary Paz ofrece clases de meditación para principiantes y avanzados. «Cuando abrimos, hace unos años, venían hasta aquí como mucho 80 personas, ahora en algunas ocasiones se supera con creces el centenar. Las habitaciones se nos quedan pequeñas. Hemos superado las expectativas en poco tiempo», destaca Gueshe.


– Fuente : La Voz de Galicia.es
– Leer el artículo completo : www.lavozdegalicia.es




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