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Ciencia y Religión

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gran_universo.jpgTodavía no está en las librerías el libro del astrofísico británico Stephen Hawking El Gran Designio y ya ha saltado la polémica. El avance de algunas de sus tesis, expuestas de manera fragmentaria –como no podía ser de otra manera- por los medios de comunicación, ha dado lugar a una fuerte polémica entre científicos, teólogos, filósofos, clérigos, etc.

Según las filtraciones de prensa, Hawking negaría que Dios hubiera sido el Creador del Universo y afirmaría que el mundo podría crearse por sí mismo de la nada, poniendo en cuestión dogmas fundamentales de algunas religiones. ¿Son así las cosas? Resulta precipitado y no carente de frivolidad entrar en polémica con Hawking a partir de las filtraciones de prensa. Yo, al menos, no lo voy a hacer. Por el momento, y hasta conocer la exposición del astrofísico británico, ofreceré unas reflexiones generales en torno a la ciencia y la religión, siguiendo muy de cerca a Agustín Udías Vallina en su obra Ciencia y religión. Dos visiones del mundo (Sal Terrae, Santander, 2009).

Ciencia y religión han sido históricamente dos fuerzas que han ejercido una extraordinaria influencia en la humanidad y en la naturaleza y siguen ejerciéndola hoy. No pueden, por tanto, desconocerse, ni caminar en paralelo, y menos aún entrar en confrontación, ya que cualquiera de esas posturas perjudicaría gravemente la evolución de la humanidad y a la naturaleza, a cuyo servicio se encuentran ambas. Sirva el testimonio de dos científicos de reconocido prestigio como aval de lo que acabo de decir. El primero es el del matemático y filósofo y científico Alfred N. Whitehead (1861-1941) en su obra, ya clásica, Ciencia y mundo moderno, donde escribe: “Cuando uno considera lo que la religión representa para la humanidad y lo que la ciencia es, no resulta una exageración decir que el curso futuro de la humanidad depende de la decisión de esta generación sobre la relación de ambas. Tenemos aquí las dos fuerzas generales más poderosas que influyen en el ser humano que parecen situarse la una contra la otra: la fuerza de nuestras intuiciones religiosas y la fuerza de nuestro impulso por las observaciones precisas y las deducciones lógicas”.

El segundo corresponde a Edward O. Wilson (1929), biólogo creador de la sociobiología en una entrevista de 2006: “La ciencia y la religión son las dos fuerzas más poderosas del mundo. Hago un ruego a las personas religiosas: que dejen de lado sus diferencias con los laicos y los científicos materialistas como yo y se unan a nosotros para salvar a la naturaleza amenazada por el ser humano mismo”.

Ciencia y religión son fenómenos culturales presentes y actuantes en la historia de la humanidad desde sus orígenes, en permanente interacción desde los albores de la ciencia en la Antigüedad hasta nuestros días. Momentos privilegiados de relación entre filosofía, ciencia y religión fueron la antigüedad griega clásica, los autores cristianos a partir del siglo III e. c., la época de esplendor del islam con los encuentros de filósofos, científicos y teólogos en Bagdag y Córdoba, el Renacimiento, la Modernidad, etc.

Ciencia y religión constituyen diferentes de acercamiento a la realidad, visiones del mundo de distinta naturaleza que no tienen por qué competir ni excluirse. La fe es el fundamento del conocimiento religioso que da lugar a la teología. El conocimiento científico se configura como un marco formal de teorías y leyes relacionadas con una base empírica de experimentos y observaciones. La actitud ha de ser de respeto metodológico.

Ciencia y religión son fenómenos sociales o, si se prefiere, sistemas sociales complejos que agrupan experiencias individuales y colectivas y dan lugar a dos tipos de comunidades con sus normas, patrones de comportamiento y códigos de comunicación. Ambas están, a su vez, en permanente interacción con la sociedad. Ninguna de las dos puede ni debe recluirse en su claustro materno haciendo oídos sordos a las inquietudes, problemas y desafíos del mundo en que viven, como, por ejemplo, la dialéctica pobreza-riqueza, desarrollo-subdesarrollo, opresión-liberación, crecimiento económico-retroceso ético, degradación del medio ambiente-ecología, guerra-paz, justicia-injusticia, patriarcado-liberación de la mujer, armamento nuclear-desarme, conocimiento-analfabetismo, globalización-alterglobalización, etc. Ambas tienen sobre sus espaldas responsabilidades irrenunciables en la respuesta a los más graves problemas de la humanidad, algunos de ellos provocados por ambas comunidades, como el mal uso de la energía nuclear, las guerras de religiones, etc. La colaboración en estos temas es absolutamente necesaria. De su implicación en la solución a dichos problemas depende en buena medida su prestigio o desprestigio, su relevancia o irrelevancia, su aceptación o rechazo. El horizonte común en el que han de moverse es el de la ética, que marca las posibilidades y los límites de su actuación y competencia de ambas.


Autor: Juan José Tamayo




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