La técnica del bonsai y las artes relacionadas se hacen más asequibles al público en Ciego de Ávila, por estos días, con la realización en la ciudad de la VII convención nacional de cultivadores, desde el cinco hasta 10 del mes en curso.
Resulta tradicional que cada dos años la centroriental provincia acoja a seguidores de este cultivo de toda la Isla, los cuales no sólo muestran sus ejemplares, sino que aprovechan la ocasión para intercambiar experiencias, recibir clases magistrales de los más avezados y hacer demostraciones de poda, entre otras actividades.
Sin embargo, fuera de los aficionados directos a esta técnica, pocos conocen del origen de los árboles en miniatura.
Una leyenda china sostiene que durante la dinastía Han, antes de nuestra era, un Emperador mandó a construir un paisaje en su patio, el cual debía representar las montañas, los ríos, los valles y lagos de su imperio, para después extasiarse en su contemplación, como si tuviera el mundo a sus pies.
Más cercano a nuestros días, en 1971 fueron descubiertos en el gigante asiático los testimonios más antiguos, en la tumba del príncipe Zhang Huai, de la dinastía Tang.
Según describe la literatura, en el año 552 de nuestra era, llega el budismo a Japón y, con él, los pequeños árboles, al igual que otros aspectos de la cultura china como la arquitectura, la literatura y la caligrafía.
Hoy se conocen unos treinta estilos diferentes, cada uno inspirado en una forma vegetal presente en la naturaleza, así como otras artes relacionadas, entre ellas el suiseky, consistente en la recolección de rocas que conforman imágenes o paisajes.
Caracterizada por la asiduidad, la paciencia y la entrega más absolutas, la pasión por el cultivo de especies en miniatura -arte conocido como Bonsai- lleva a sus cultores a buscar autenticidad, a experimentar, a investigar sus orígenes y hasta a crear instrumentos para el oficio.
En Cuba, según versiones, los primeros indicios aparecieron en casa de un matrimonio que vivía en el poblado La Fe, en la Isla de la Juventud, pero los ejemplares desaparecieron al morir la pareja, en la década del 70, sin conocerse el destino final de alguno de ellos.
Hoy funcionan en el país clubes de afiliados y cultivadores individuales, que mantienen el intercambio entre sí, aunque otros lo hacen de forma espontánea sin ninguna afiliación.
Esta práctica milenaria tiene, no obstante, detractores, que la consideran un freno al desarrollo natural, en cambio otros la ven como expresión de la eternidad, con cambios muy lentos y el punto de convergencia de diversas disciplinas como el arte, la botánica y la filosofía, muy vinculadas entre sí, siempre camino a la perfección.
De tal manera consideran que un bonsái viene a ser algo así como un árbol mimado, al cual se le proporcionan todos los cuidados necesarios en el momento más oportuno.
Estas y otras teorías pueden tener respuesta en la actual edición de la convención de Ciego de Avila , la cual defiende entre sus objetivos el cuidado de las plantas y la contemplación de la naturaleza en sus disímiles expresiones.
– Fuente : www.ain.cu