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Samma Samadhi, Parte II- Por Ven. Ajahn Chah

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Ven. Ajahn Chah

Samma Samadhi

Parte II

(Ver Parte I)

chah-d9a16.gifAl practicar el samadhi, fijamos nuestra atención en la inhalación y exhalación en la punta de la nariz o en el labio superior. Este elevar la mente para fijarla se llama vittaka, o “elevación”. Cuando hemos “elevado” de este modo la mente y estamos fijos en un objeto, esto se llama vicara, la contemplación de la respiración en la punta de la nariz. Esta cualidad del vicara se confundirá naturalmente con otras sensaciones mentales, y podemos pensar que nuestra mente no está quieta, que no se va a calmar, pero en realidad este es simplemente el funcionamiento del vicara al mezclarse con esas sensaciones. Ahora bien, si esto va demasiado lejos en la dirección equivocada, nuestra mente perderá su calma, así que debemos estructurar la mente de nuevo, elevándola hasta el objeto de concentración con el vittaka. Tan pronto como hemos fijado de ese modo nuestra atención el vicara aparece, mezclándose con las diferentes sensaciones mentales.

Ahora cuando vemos esto sucediendo, nuestra falta de entendimiento puede llevarnos a preguntarnos: “¿Por qué ha deambulado mi mente? Yo quería que estuviese quieta, ¿Por qué no está quieta?” Esto es practicar con el apego.

En realidad la mente simplemente está siguiendo su naturaleza, pero nosotros vamos y ayudamos a esa actividad al querer que la mente esté quieta y pensando “¿Por qué no está quieta?” La aversión surge así que añadimos eso a todo lo demás, aumentando nuestras dudas, aumentando nuestro sufrimiento y aumentando nuestra confusión. Así que si hay vicara, reflexionando sobre los diversos sucesos en la mente de esta forma, deberíamos considerar sabiamente… “Ah, la mente es así simplemente.” Ahí, ese es ‘Él que Conoce’ hablando, diciéndote que veas las cosas como son. La mente es simplemente así. La soltamos en eso y la mente se llena de paz. Cuando ya no está centrada elevamos el vittaka una vez más, y pronto hay calma de nuevo. El vitakka y el vicara trabajan juntos así. Usamos el vicara para contemplar las diversas sensaciones que surgen. Cuando el vicara se va desperdigando más y más de nuevo “elevamos” nuestra atención con el vitakka.

Lo importante aquí es que nuestra práctica en este punto debe hacerse con desapego. Viendo el proceso del vicara interactuando con las sensaciones mentales tal vez pensemos que la mente está confusa y se ha vuelto contraria a este proceso. Aquí mismo está la causa. No estamos contentos sencillamente porque queremos que la mente esté serena. Esta es la causa – visión equivocada. Si corregimos nuestra forma de verlo un poco, viendo esta actividad simplemente como la naturaleza de la mente, sólo esto es suficiente para dominar la confusión. Esto se llama soltar.

Ahora bien, si no nos apegamos, si practicamos el “soltar” o “el dejar ir”… el desapego en la actividad y la actividad en el desapego… si aprendemos a practicar así, entonces el vicara tenderá naturalmente a tener menos con lo que trabajar. Si la mente cesa de ser perturbada, entonces el k se inclinará a contemplar el Dhamma, porque si no contemplamos el Dhamma la mente vuelve a la distracción.

Así que está el vitakka luego el vicara, el vitakka luego el vicara, el vitakka luego el vicaravicara se vuelve gradualmente más sutil. Al principio el vicaravicara es así. Hay vitakka, luego vicara, interactuando con sensaciones mentales. Podemos tomar estas sensaciones como nuestro objeto de meditación, calmando la mente al observar esas sensaciones. y así, hasta que el está por todas partes. Cuando comprendemos esto simplemente como la actividad natural de la mente, no nos incordiará a no ser que nos apeguemos a ello. Es como agua que fluye. Si nos obsesionamos con ello, preguntando “¿Por qué fluye?”, entonces naturalmente sufrimos. Si entendemos que el agua sencillamente fluye porque esa es su naturaleza entonces no hay sufrimiento. El

Si conocemos la naturaleza de la mente de esta forma entonces soltamos, así como permitimos el agua fluir. El vicara se vuelve más y más sutil. Quizás la mente tiende a contemplar el cuerpo, o la muerte por ejemplo, o algún otro tema del Dhamma. Cuando el motivo de contemplación está justo ahí surgirá un sentimiento de bienestar. ¿Qué es ese bienestar? Es el piti (éxtasis). El piti, el bienestar, surge. Se puede manifestar como carne de gallina, frescor o ligereza. La mente está extasiada. Esto se llama piti. También hay placeres, sukha, el ir y venir de varias sensaciones; y el estado de ekaggatarammana, o atención plena en un punto fijo.

Ahora si hablamos en términos de la primera etapa de concentración debe ser así: vitakka, vicara, piti, sukha, ekaggata. ¿Entonces cómo es la segunda etapa? A medida que la mente se vuelve progresivamente más sutil, el vitakka y el vicara se vuelven relativamente más bastos, así que son descartados, dejando sólo piti, sukha y ekaggata. Esto es algo que la mente hace por si misma, no tenemos que hacer conjeturas sobre ello, sólo conocer las cosas como son.

A medida que la mente se hace más refinada, el piti finalmente es abandonado, dejando sólo el sukha y el ekaggata, así que tomamos nota de eso. ¿Dónde va el piti? No va a ninguna parte, es sólo que la mente se vuelve cada vez más sutil de modo que abandona aquellas cualidades que son demasiado bastas para ella. Todo lo que es demasiado basto lo abandona y continúa abandonando de esta manera hasta que alcanza la cumbre de la sutileza, conocida en los libros como el Cuarto Jhana, el más alto nivel de absorción. Aquí la mente ha descartado progresivamente todo lo que se vuelve demasiado basto para ella, hasta que sólo queda ekaggata y upekkha, la ecuanimidad. No hay nada más allá, este es el límite.

Cuando la mente está desarrollando las etapas del samadhi debe proceder de esta forma, pero por favor entendamos lo esencial de la práctica. Queremos serenar la mente pero no se serena. Esto es practicar desde el deseo, pero no nos damos cuenta. Tenemos el deseo de calma. La mente ya está perturbada y nosotros perturbamos aún más las cosas al querer calmarla. Este querer mismo es la causa. No vemos que este querer calmar la mente es el tanha (anhelo).

Es como aumentar la carga. Cuanto más deseamos calma más perturbada se torna la mente, hasta que nos rendimos. Terminamos peleando en cualquier caso, sentándonos y luchando con nosotros mismos.

¿Por qué pasa esto? Porque no reflexionamos sobre cómo hemos erigido la mente. Sabed que las condiciones de la mente son sencillamente como son. Lo que sea que surja, observadlo nada más. Es simplemente la naturaleza de la mente, no es dañino a no ser que no comprendamos su naturaleza. No es peligroso si vemos su actividad para lo que es. De modo que practicamos con el vitakka y el vicara hasta que la mente empieza a tranquilizarse y volverse menos fuerte. Cuando brotan sensaciones las contemplamos, nos mezclamos con ellas y llegamos a conocerlas.

No obstante, normalmente tendemos a luchar contra ellas, porque desde el principio tenemos la determinación de calmar la mente. Tan pronto como nos sentamos los pensamientos vienen a importunarnos. Tan pronto como establecemos nuestro objeto de meditación nuestra atención deambula, la mente deambula detrás de todos los pensamientos, pensando que esos pensamientos han venido para perturbarnos, pero de hecho el problema surge aquí mismo, del mismo querer.

Si vemos que la mente está sencillamente comportándose de acuerdo a su naturaleza, que naturalmente va y viene de esta forma, y si no nos interesamos demasiado en ello, podemos comprender sus modos tanto como un niño. Los niños tampoco lo saben mejor, pueden decir todo tipo de cosas. Si les comprendemos simplemente les dejamos hablar, los niños naturalmente hablan así. Cuando soltamos así no hay obsesión con el niño. Podemos hablar a nuestros invitados tranquilamente, mientras el niño parlotea y juega por ahí. La mente es así. No es dañina a no ser que nos agarremos a ella y nos obsesionemos con ella. Esa es la causa real de los problemas.

Cuando el piti surge uno siente un gozo indescriptible, que sólo los que experimentan pueden apreciar. El sukha (placer) brota, y también está la cualidad de la agudeza. Están el vitakka, el vicara, el piti, el sukha, y el ekaggata. Estas cinco cualidades convergen todas en un único lugar. Aun cuando son cualidades diferentes todas están reunidas en un único lugar, y podemos verlas todas allí, tal y como vemos muchos tipos de fruta diferentes en un único cuenco. El vitakka, el vicara, el piti, el sukha, y el ekaggata – los podemos ver todos en una única mente, las cinco cualidades. Si uno preguntase “¿Cómo es que hay vitakka, cómo es que hay vicara, cómo es que hay piti y sukha?…” sería difícil responder, pero cuando confluyan en la mente veremos cómo es por nosotros mismos.

En este punto nuestra práctica se vuelve un tanto especial. Debemos tener recuerdo y autoconciencia y no perdernos. Conocer las cosas por lo que son. Estos son estados de meditación, el potencial de la mente. No dudar nada con respecto a la práctica. Aun cuando te hundas en la tierra o vueles en el aire, o incluso si “mueres” mientras estás sentado, no dudes de ello. Sean cuales sean las cualidades de la mente, simplemente quédate con el conocimiento. Esta es nuestra base: tener sati, recuerdo y sampajañña, autoconciencia, ya sea de pie, andando, sentado o recostado. Cualquier cosa que surja, déjala estar, no te aferres a ella. Sea gusto o aversión, felicidad o sufrimiento, duda o certeza, contempla con el vicara y evalúa los resultados de esas cualidades. No intentes etiquetar todo, simplemente conócelo. Ve que todas las cosas que surgen en la mente son sencillamente sensaciones. Son pasajeras. Aparecen, existen y cesan. Eso es todo lo que hay para ellas, no tienen yo ni ser, no son ni “nosotros” ni “ellos”. No son dignas de aferrarse a ellas, a ninguna de ellas.

Cuando veamos todos los rupa y los nama[3] en este camino con sabiduría, entonces veremos los viejos caminos. Veremos la transitoriedad de la mente, la transitoriedad del cuerpo, la transitoriedad de la felicidad, del sufrimiento, del amor y del odio. Todos son impermanentes. Viendo esto, la mente se cansa; se cansa del cuerpo y de la mente, se cansa de las cosas que surgen y cesan y son transitorias. Cuando la mente se desencanta buscará una salida de todas esas cosas. Ya no quiere estar atrapada en la cosas, ve la imperfección de este mundo y la imperfección del nacimiento.

Cuando la mente ve así, dondequiera que vayamos, vemos el aniccamdukkham (Sufrimiento) y el anatta (Carencia de Sustancia). No queda nada a lo que sujetarse. Ya vayamos a sentarnos al pie de un árbol, en la cima de una montaña o en un valle, podemos oír la enseñanza del Buda. Todos los árboles parecerán uno, todos los seres serán uno, no hay nada especial en ninguno de ellos. Surgen, existen por un tiempo, envejecen y luego mueren, todos y cada uno de ellos. (Transitoriedad), el

De este modo vemos el mundo más claramente, viendo este cuerpo y esta mente más claramente. Son más claros a la luz de la Transitoriedad, más claros a la luz del Sufrimiento y más claros a la luz de la Carencia de Sustancia. Si las personas se agarran firmemente a las cosas sufren. Así es como surge el sufrimiento. Si vemos que el cuerpo y la mente son simplemente como son, no surge ningún sufrimiento, porque no nos agarramos firmemente a ellos. Dondequiera que vayamos tendremos sabiduría. Incluso el ver un árbol lo podemos examinar con sabiduría. El ver la hierba y los diversos insectos será alimento para la reflexión.

Cuando todo se reduce a eso todos van en el mismo barco. Todos son Dhamma, son invariablemente transitorios. Esta es la verdad, este es el verdadero Dhamma, esto es cierto. ¿Cómo es cierto? Es cierto en que el mundo es de esa manera y nunca puede ser de otro modo. No hay nada más que esto. Si podemos ver de esta forma entonces hemos terminado nuestro viaje.

En el Budismo, con respecto a esta opinión, se dice que sentir que nosotros somos más tontos que los demás no es correcto; sentir que nosotros somos iguales que los demás no es correcto; y sentir nosotros que somos mejores que los demás no es correcto… porque no hay ningún “nosotros.” Así es como es, debemos arrancar el orgullo de raíz.

A esto se le llama lokavidu – conocer el mundo claramente como es. Si de esta forma vemos la verdad, la mente se conocerá a sí misma completamente y cortará la causa del sufrimiento. Cuando ya no hay más causa, los resultados no pueden surgir. Este es el camino que nuestra práctica debería seguir.

Lo esencial que necesitamos desarrollar es: primero, ser honrados y honestos; segundo, cuidarse de hacer el mal; tercero, tener el atributo de la humildad dentro del corazón, estar apartado y contento con poco. Si estamos satisfechos con poco con respecto al discurso y en todo lo demás, nos veremos a nosotros mismos, no nos veremos embaucados en distracciones. La mente tendrá una base de sila, samadhi y pañña.

En consecuencia los que cultivan el camino no deben ser desatentos. Incluso si estás en lo cierto no seas desatento. Y si estás equivocado, no seas desatento. ¿Por qué digo “no seas desatento”? Porque todas estas cosas son inciertas. Tenlas en cuenta como tales. Si te sientes en paz simplemente deja la paz estar. Esta práctica de la mente depende de cada individuo. El maestro sólo explica el camino para instruir a la mente, porque esa mente está dentro de cada individuo. Sabemos lo que hay ahí dentro, nadie más puede conocer nuestra mente tan bien como nosotros. La práctica requiere este tipo de honestidad. Hazlo como es debido, no lo hagas sin ganas. Cuando digo “hazlo como es debido”, ¿significa eso que tenéis que agotaros a vosotros mismos? No, no tenéis que fatigaros a vosotros mismos, porque la práctica se hace en la mente. Si sabes esto entonces conoces la práctica. No necesitas gran cosa. Simplemente utiliza los estándares de la práctica para reflexionar en ti mismo interiormente.

Ahora el Retiro de las Lluvias está a medio camino por terminar. Para la mayoría de la gente es normal dejar que la práctica se afloje después de un tiempo. No son constantes de principio a fin. Esto muestra que su práctica no está madura todavía. Por ejemplo, habiendo tomado la determinación de seguir una práctica particular al comienzo del retiro, lo que sea que fuera, debemos cumplir esa resolución. Estos tres meses haz la práctica constante. Todos debéis intentarlo. Todo lo que os hayáis propuesto practicar, tenedlo en cuenta y reflexionad sobre si la práctica se ha aflojado. Si es así, haced un esfuerzo para restablecerla. Continuad dando forma a la práctica, así como cuando practicamos la meditación en la respiración. Cuando vuestra atención deambula de nuevo volved a implantarla una vez más. Esto es lo mismo. Con respecto a ambos el cuerpo y la mente la práctica prosigue así. Por favor haced un esfuerzo con ella.

[1] El nivel de la nada, una de las “absorciones sin forma”, a veces llamada el séptimo “jhana”, o absorción.

[2] Bimba, o Princesa Yasodhara, la primera mujer del Buda; Rahula, su hijo.

[3] Rupa – objetos materiales o físicos; nama—objetos inmateriales o mentales—los constituyentes físicos y mentales del ser.


Fuente: www.bosquetheravada.org

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