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Los niños del Nepal enfrentan la trata y el trabajo forzado

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nepal-2.jpgNEPALGUNJ, Nepal (CNN) — Durante la última semana he explorado dos formas de trabajo forzado basado en castas en Nepal, el Badi y el Kamaliri.

Para llegar a las aldeas de los badi, viajé algunas horas en jeep en los ramales centrales de Nepal y continué con una extensa caminata a lo largo del lecho del río. Las aldeas están entre las más pobres que he visto en el sur de Asia.

Un cándido anciano badi llamado Chandrabir, me explicó la historia.

“Al principio, éramos artistas que entretenían a la gente de casta superior”, explicó Chanrabri. “Éramos como mendigos, nos trataban como intocables”.

Prostitución de lo local a lo global

Con el tiempo, debido a la pobreza y al desplazamiento, los badi recurrieron a la prostitución para poder ganar un ingreso. Desde que alguien recuerda, cuando una niña badi llegaba a la pubertad, era enviada a realizar trabajo sexual. En los viejos tiempos, se limitaban a su aldea, pero al pasar las décadas, las Badini, trabajarían en pueblos de tránsito, pueblos fronterizos, Katmandú e incluso la India.

La práctica estaba profundamente estigmatizada, y los badi estaban ansiosos por encontrar alternativas. Con la ayuda de las ONG, los badi han tratado de dejar el trabajo sexual durante los últimos 15 años. Ha sido difícil para ellos encontrar alternativas, especialmente cuando se les considera una casta inferior.

Algunas de las ex trabajadoras sexuales Badini que conocí han regresado a ese trabajo, y hay una creciente presión para mandar nuevas chicas a la prostitución.

Los traficantes entienden muy bien ésta presión, y reclutan periódicamente nuevas victimas en las aldeas que visité.

“Algunas de nuestras niñas se han ido con agentes que les prometen trabajo en la India, Arabia Saudita o Qatar”, explicó Chandrabir, “pero no hemos sabido nada de ellas en años”.

Para empeorar las cosas, casi la mitad de los badi que conocí sufrían graves problemas de salud. Al pedir dinero prestado para las medicinas, muchos han caído en la esclavitud por esas deudas.

Sirvientes por destino

El otro grupo que estudié son los Kamaliri. Esta es una práctica de tráfico interno de personas para servicios domésticos, principalmente entre la casta de los tharu.

Los traficantes de personas van a las aldeas tharu con ofertas de trabajo Kamaliri para chicas jóvenes, por lo general de ocho o nueve años. Se transporta la niña a la ciudad para una familia de una casta superior. Ellos compran a la chica por un equivalente de quince a veinte dólares. La niña puede ser enviada a trabajar a un hotel o restaurante.

Las niñas Kamaliri que conocí eran simplemente esclavas domésticas. Ellas describieron un trabajo de dieciséis o más horas al día, siete días a la semana, con una semana libre al año para visitar a sus padres. Las trabajadoras en hoteles eran particularmente explotadas.

Como me contó Kavita: “Me levantaba a las dos de la mañana para empezar mi trabajo, y no terminaba hasta las diez de la noche”. Dijo que le pagaron aproximadamente 20 dólares por año durante los tres que pasaron antes de ser rescatada. En otros casos, unos cuantos dólares al mes pueden ser enviados a los padres como pago.

También logré entrevistar a muchos trabajadores Kamaliri junto a sus “amos”.

Estos encuentros fueron extraños, por decir lo menos. Los amos eran por lo general gente decente, y ellos describían como la vida era mucho mejor para una niña tharu que morir de hambre en su aldea, o ser objeto de trata para prostituirse (ellos citaron este ejemplo repetidamente).

Una niña Kamaliri, Sarita, incluso va a la escuela por algunas horas al día y está recibiendo entrenamiento como estilista, para que eventualmente pueda tener una vida propia.

Por un lado es difícil argumentar que la vida de Sarita como Kamaliri no es sustancialmente mejor que morirse de hambre en su pueblo.

Sin embargo, todas las sociedades deben encontrar una manera para educar a sus niños y permitir a los pobres colocar un pie en la escalera del desarrollo humano, sin que tengan que entregar una parte de su vida en trabajos forzados. Como es el caso de Sarita: nueve años y contando para Sarita, simplemente con el fin de sobrevivir.

Siddharth Kara

El autor es miembro de número de Harvard, experto en tráfico de personas. Kara se encuentra de viaje por el sur de Asia, investigando los temas del trabajo forzado y el tráfico de niños.


Fuente: CNN

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