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Cuentos sufíes

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mecha_lampara.gifUn hombre oyó una noche que alguien andaba por su casa.

Se levantó y, para tener luz, intentó sacar chispas del pedernal para encender su lámpara.

Pero el ladrón causante del ruido, vino a colocarse ante él y, cada vez que una chispa tocaba la mecha de la lámpara, la apagaba discretamente con el dedo. Y el hombre, creyendo que la mecha estaba mojada, no logró ver al ladrón.

También en tu corazón hay alguien que apaga el fuego, pero tú no lo ves.

Autor: Rumi, poeta místico musulmán


Una larga caravana de camellos avanzaba por el desierto hasta que llegó a un oasis y los hombres decidieron pasar allí la noche.

Conductores y camellos estaban cansados y con ganas de dormir, pero cuando llegó el momento de atar a los animales, se dieron cuenta de que faltaba un poste. Todos los camellos estaban debidamente estacados excepto uno. Nadie quería pasar la noche en vela vigilando al animal pero, a la vez, tampoco querían perder el camello. Después de mucho pensar, uno de los hombres tuvo una buena idea.

camellos.gifFue hasta el camello, cogió las riendas y realizó todos los movimientos como si atara el animal a un poste imaginario. Después, el camello se sentó, convencido de que estaba fuertemente sujeto y todos se fueron a descansar.

A la mañana siguiente, desataron a los camellos y los prepararon para continuar el viaje. Había un camello, sin embargo, que no quería ponerse en pie. Los conductores tiraron de el, pero el animal no quería moverse.

Finalmente, uno de los hombres entendió el porqué de la obstinación del camello. Se puso de pie delante del poste de amarre imaginario y realizó todos los movimientos con que normalmente desataba la cuerda para soltar al animal. Inmediatamente después, el camello se puso en pie sin la menor vacilación, creyendo que ya estaba libre.

Maestro: este cuento nos enseña como nos limitan las creencias y no la realidad. ¿Tu eres como este camello, estás atado sin cuerda? ¿A qué esperas para comenzar a caminar?


rejas_220_x_159_.gifA través de una ventana con rejas que había en su celda un preso gustaba de mirar al exterior. Todos los días se asomaba y, cada vez que veía pasar a alguien al otro lado de las rejas, estallaba en carcajadas.

El guardián estaba realmente sorprendido. Y un día le preguntó :

– Oye, hombre, ¿a qué vienen todas esas risotadas día tras día?

El preso contestó:

– ¿De qué me río?, ¡Pero estás ciego! Me río de todos esos que hay ahí, ¿No ves que están presos detrás de estas rejas?

Qué es el sufismo

Locos de Amor – Mevlana Rumi


Fuente: http://contarcuentos.com

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