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La prisión de la vida (Parte 2)- Ajahn Buddhadasa

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LA PROPIA VIDA ES PRISIÓN

ajahn-3.gifUtilizar metáforas nos facilita la comprensión del asunto que estamos discutiendo. Entonces haremos uso de ellas, ya que estamos hablando sobre el tema de la “prisión”. La primera prisión que deben buscar y ver es la vida en sí misma. Si miran la vida como una prisión, y ven la prisión que ella es, entonces se puede decir que conocen la verdad de la naturaleza bastante bien. La mayoría de las personas, sin embargo, ven la vida como algo divertido, como una oportunidad para divertirse. Están dispuestas a vivir para los placeres de la vida. Entonces se vuelven apasionadas y quedan cautivadas por la vida. El hecho de estar apasionadas y engañadas por la vida es lo que la convierte en una prisión.

Si vemos la vida como una prisión, debemos haber visto upādāna en esta vida. Si no hemos visto upādāna en la vida, no veremos que la misma es una prisión y, en cambio, estaremos satisfechos pensando que esta vida es el paraíso. Esto se debe a que hay muchas cosas en ella que nos satisfacen, que nos engañan y nos cautivan, mas en todo en lo que encontremos satisfacción, gozo, atracción y pasión habrá upādāna también. Se convierte en una prisión. Por más que amemos algo, esto se vuelve una prisión por causa de upādāna. Este es un tipo positivo de upādāna. En cuanto odiemos algo, o algo nos desagrade, esto se vuelve un tipo negativo de upādāna que, igualmente, es una prisión. Ser seducido y engañado, ya sea por el positivo o por el negativo, es una prisión en ambos casos. Y esa prisión transforma la vida en dukkha.

Además, podrán ver que cuando hay upādāna en la vida, esta se vuelve una prisión. Y que cuando no hay upādāna, la vida no es para nada una prisión. Pueden ver aquí y ahora mismo si existe o no upādāna en sus vidas. “,Es mi vida una prisión.., o no?, ¿estoy viviendo en una prisión de upādāna. o no?” Cada uno de ustedes debe mirar muy cuidadosamente dentro de su propio corazón y ver con absoluta claridad si su vida es una prisión o no. ¿Tienen una prisión o no? ¿Están viviendo en una prisión o no? Por otro lado, ¿por qué venimos aquí para meditar, para cultivar la mente? En esencia, el verdadero objetivo y propósito del desarrollo mental es la destrucción de nuestras prisiones. Si sus estudios y prácticas tienen éxito, si pueden destruir la prisión o no, es otra cuestión. No obstante, nuestro verdadero propósito es destruir la prisión de la vida.

Consideren esto cuidadosamente. Si no reconocemos upādāna, estamos cautivos en una prisión sin reconocerla aún. Estamos atrapados sin conocer la prisión. Lo que es más, estamos satisfechos y apasionados con esa prisión, exactamente como estamos apasionados y satisfechos con la vida. Porque estamos apasionados y satisfechos con la vida, estamos atrapados en la prisión de la vida. ¿Qué vamos a hacer para que ella no sea una prisión? Esta es la pregunta que debemos responder muy cuidadosa y correctamente.

¿Cómo tenemos que vivir para que la vida no sea una prisión? Esto significa que ordinaria o naturalmente, la vida no es una prisión, que sólo nosotros la convertimos en una prisión, a través de upc7diina. Debido a nuestra propia ignorancia, nuestra propia estupidez, nuestra propia carencia de correcto entendimiento, tenemos upādāna en la vida. Como resultado, la vida es una prisión, se vuelve una prisión por causa nuestra. En tailandés tenemos una frase que es cruda y crítica, “som nam nā man”, que significa algo como “te lo mereces”. La vida no es una prisión ni nada que se le parezca, pero a través de nuestra propia estupidez creamos upādāna con la ignorancia (avijjā) y, de este modo, tenemos la prisión. Entonces podemos decir: “som nam nā man – te lo mereces”.

Si tienen éxito en la práctica de ānāpānasati-bhāanā (cultivo mental de la vigilancia por medio de la respiración), entenderán bien la vida. Conocerán bien upādāna y no tendrán ningún upādāna en aquello que llamamos “vida”. Así, la prisión no acaece: cualquier prisión que exista se disolverá y desaparecerá. El significado de esto tiene mucho valor. Ahora, que alguien lo entienda o no es otro tema. Si tratan de comprender estos hechos como si fuese un deber, una obligación, encontrarán motivación para aplicarse con energía y paciencia para ser capaces de destruir la prisión.

Un modo de ver esto es observar el hecho de que la vida debe desenvolverse de acuerdo con la ley de la naturaleza: o que nosotros debemos fluir en armonía con la ley natural. Debemos buscar alimento, debemos ejercitamos, debemos descansar y relajarnos, debemos trabajar para mantener y sustentar nuestras vidas. Debemos hacer esto y todo aquello que sea necesario. No hacerlo es imposible. Estamos forzados a hacerlo. Esto también es una prisión. El hecho de que siempre debamos seguir la ley natural es un tipo de prisión. ¿Cómo vamos a escaparnos de ella?

¿Por qué estamos atrapados en la prisión de tener que vivir sujetos a la ley de la naturaleza? Esta prisión viene de nuestro upādāna respecto de nosotros mismos, o respecto de nuestras vidas. Cuando existe upādāna dirigido hacia nosotros mismos, el “yo”, el “self”, nace. Este “yo” es ansioso y preocupado, asustado y temeroso de estas obligaciones naturales, y así se hace miserable por medio de ellas. Estas dificultades vienen de upādāna. Si no tuviéramos upādāna con relación al “yo”, estas obligaciones necesarias no serían como una prisión. Si no tenemos ningún upādāna hacia la vida, seremos capaces de movilizarnos por nuestras necesidades, ganarnos la vida y ejercitar y cuidar del cuerpo sin volvernos desdichados. Esto es muy sutil; es un misterio para la mayoría de las personas. Es la sutileza de la verdad natural. ¿Cómo vamos a vivir de manera que no haya dukkha conectado con el hecho de que todo en esta vida debe ser realizado de acuerdo con la ley de la naturaleza?.

LOS INSTINTOS SON PRISIÓN

La próxima prisión a considerar es que vivimos bajo la influencia de los instintos. Estamos bajo el poder de los instintos. Todos los seres vivos, sean personas, animales o plantas, tienen instintos. Estos instintos constantemente nos fuerzan a seguir sus intereses y necesidades. Esto es verdad especialmente para el instinto sexual o reproductivo, que tanto nos controla, molesta, ocupa y complica. Los sentimientos sexuales e impulsos reproductivos nos presionan, nos oprimen, nos perturban profundamente; nos fuerzan a través de todo tipo de dificultades. Y no podemos parar. A veces lo preferimos de esta manera. Nuestros niños crecen y se desarrollan hasta la etapa en que el instinto sexual madura completamente y ahí quedan atrapados en la prisión de este instinto sexual.

Finalmente, el mismo instinto de exhibirnos puede dirigir nuestras vidas. Muchas personas no pensarían en esto como un instinto, pero todos los animales lo tienen. La necesidad de mostrarnos, jactamos, exhibirnos es un instinto. Hasta los animales tienen la condición de querer presumir que son bonitos, o fuertes, o ágiles, o lo que sea. Aun este loco y más ridículo instinto es una prisión, Queremos presumir y alardear. Si no fuera una prisión, no nos forzaría ni oprimiría en lo más mínimo. Ahora, no obstante, nos obliga a comprar ropas hermosas, joyas preciosas, bonitos zapatos incluso, ¡y muchos de ellos! ¿Por qué debemos tener muchas camisas bonitas y muchos pares de zapatos bonitos? ¿Por qué necesitamos de todos ellos? (Y perdónenme, debemos mencionar a las mujeres en particular). Existe este instinto de exhibición y es un tipo de prisión. Como las personas no pueden resistirse, se ven forzadas a seguir este instinto, gastando todo su dinero en todo tipo de cosas. El instinto de exhibición es el más cómico, el más ridículo de todos. Aun así es verdaderamente una prisión. Las personas nunca tienen dinero suficiente, debido a esta prisión. Consideren y reflexionen cuidadosamente sobre estos ejemplos de instintos que hemos planteado. Ellos son prisiones.

Si pensamos sobre esto, si hacemos una cuenta de todos nuestros gastos, descubriremos que algunas personas gastan más dinero en ropas, joyas y en mantenerse siempre hermosas que lo que gastan en alimento. Además, insisten en decorar y embellecer sus casas, acumulando más gastos. En fin, gastan más en esas cosas que en alimento, que es necesario para la vida. Destinamos más dinero a cosas innecesarias para la vida que el que destinamos a las necesidades de la existencia, como el alimento. Esta es una manera más de quedar cautivos en la prisión de los instintos.

LOS SENTIDOS SON PRISIÓN

Ahora, vamos a la prisión más divertida, la prisión que está más próxima a nosotros. Existen estos ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente: los seis āyatanas, los seis medios o bases de los sentidos. Ellos también son una prisión. Denles una lenta y cuidadosa mirada. Escuchen atentamente para comprender cómo nuestros ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente —los seis sentidos— se convierten en prisiones.

En pali, los denominamos āyatanas. La raíz de esta palabra significa literalmente “herramientas o medios para comunicarse con el inundo exterior” -lugares, mecanismos, medios parra contactarse o comunicarse con el mundo exterior-. Nosotros los llamamos āyatanas. Si quieren usen esta palabra pali: āyatanas. No sabemos con certeza cómo llamarlos en inglés, tal vez “medios de comunicación de los sentidos” (sense media). Los seis āyatanas son todos prisiones.

Tenemos upādāna hacia la vida y con relación a nosotros mismos, que cuenta con estos seis medios para sentir, para experimentar, para comunicar, para saborear o recibir los objetos de los sentidos. Cuando hay upādāna con respecto a estos seis āyatanas, nosotros les servimos, nos volvemos sus esclavos. Así, servimos a los ojos para satisfacer los ojos. Servimos a los oídos para satisfacer los oídos. Servimos a la nariz para satisfacer la nariz. Servimos a la lengua para saciar la lengua. Servimos a la piel y a los sentidos generales del cuerpo para que estén confortables. Servimos a la mente, el sentido de la mente, para apaciguarla y confortarla. Esto significa que todo nuestro comportamiento se desenvuelve solamente para entretener a estos āyatanas. Todo lo que hacemos es por causa de estos seis āyatanas. Nos rendimos ante ellos y nos volvemos sus esclavos. En consecuencia, ellos nos presionan y controlan, no hay cómo evitarlos. Llamamos a esto “estar atrapado en la prisión de los āyatanas”.

Fíjense si hay alguien entre ustedes que no esté sirviendo como esclavo a estos seis āyatanas. Y ustedes los sirven de buena gana, ¿no es así? Soportan penalidades y se desviven para servirles, siempre buscando la manera de confortar los ojos, oídos nariz, lengua, cuerpo y mente y hacerles felices con la mayor dedicación. De modo que debemos admitir que somos esclavos. Aquellas personas que carecen de sabiduría, ciertamente serán esclavas de los āyatanas, estarán atrapadas en la prisión de los āiyatanas. A través de la práctica correcta y exitosa de la atención a la respiración, escapamos de la prisión. Si practicamos ānāpānasati incorrecta e incompletamente, permaneceremos cautivos en la prisión de los āyatanas quién sabe por cuánto tiempo.

LA SUPERSTICIÓN ES PRISIÓN

Para la próxima prisión, queremos mencionar a los seres engañados por aquello que conocemos como “saiyasātr” (Saiya significa dormir”. Sātr –del sánscrito Śāstra, conocimiento, arma- significa “ciencia” y es usado como sufijo “logia”. Juntos significan algo así corno “somnología” o “ciencia del sueño”). Todas las formalidades y creencias supersticiosas son saiyasātr. Cuanto mayor ignorancia exista, cuanto más carentes estemos del correcto conocimiento, más atrapados estaremos en la prisión de las supersticiones. Hoy en día, el progreso.de la educación y de la ciencia (vidayāsātr “conocimiento, ciencia” y Śāstra), ha llevado aun mejor entendimiento de las verdades naturales, y de todas las cosas. Aun así, quedan muchos engaños en la prisión de las supersticiones. Es personal. Hay quienes son atrapados mucho más que otros. Las personas son atrapadas en grados y maneras diferentes, mas podemos decir que aún existe gente cautiva en la prisión de saiyasātr, engañada por la superstición.

Aunque en general la superstición ha disminuido considerablemente debido al progreso de la ciencia, hay todavía una buena cantidad de saiyasātr en los templos e iglesias. Por favor, perdónenme por decir esto, pero el lugar donde podemos encontrar más superstición es en las iglesias, en los templos, y en ese tipo de sitios. Aunque la superstición ha disminuido en general, queda un gran remanente en tales lugares. Dondequiera que existan altares, dondequiera que la gente se incline y rinda culto a las así llamadas cosas sagradas y santas, allí es el lugar donde la “ciencia del durmiente” persiste. La superstición, saiyasātr, es para las personas que estén dormidas. Es para aquellos que no entienden correctamente, que son ignorantes. Hemos aprendido esas cosas siendo niños, antes de tener la inteligencia y la capacidad para razonar acerca de ello. Los niños creen todo lo que se les dice, y así los “adultos” les inculcan muchas supersticiones. Si aún creen que el trece es un número de mala suerte, eso es saiyasātr. Todavía están durmiendo. Hay muchos otros ejemplos de superstición, pero sería mejor no mencionarlos. Algunos podrían ofenderse. Estos tipos de cosas son prisiones. ¿Por qué no miramos muy cuidadosamente para verlas como tales? Incluso el número “13” llega a ser una prisión.


Extracto de «La Causa del Sufrimiento en la perspectiva Budista», de Buddhadasa Bhikkhu – Editorial Kier S.A

Leer: La prisión de la vida (Parte 1)

Fuente: www.meditacionvipassana.com

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