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Camboya – Los invidentes hallan un trabajo y estima social en los masajes

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masaje.gifLos ciegos en Camboya, rechazados por una sociedad que los ha considerado tradicionalmente un estorbo, han encontrado en los masajes a los que son tan aficionados en el Extremo Oriente un medio para ganarse la vida y recuperar la estima social.

Ung Sothy enfermó a los tres años en uno de los innumerables campos de trabajo que levantó el régimen del Jemer Rojo en su revolución agraria y, por falta de atención médica, perdió la visión.

«No tenía trabajo, no podía estudiar, no podía hacer nada.

Llevaba una vida sin sentido», recuerda Ung Sothy.

Sufrió mucho en un país donde las escuelas no están preparadas para impartir educación a los discapacitados y las oportunidades laborales para los invidentes son casi nulas, hasta que se tropezó en 1995 con «Seeing Hands», un servicio de masajes gestionados exclusivamente por ciegos.

«No podemos ver pero con las manos podemos leer los músculos y saber en qué puntos del cuerpo hay que hacer presión», afirma Ung Sothy.

Han transcurrido quince años desde entonces y Ung Sothy es apreciado como un masajista veterano en «Seeing Hands», empresa que desde aquel primer local ha abierto otros 19 y emplea a unos 300 personas, algunos ciegos y otros con la visión reducida, en todo el país.

En Camboya viven unos 144.000 ciegos, que representan el 1,25 por ciento de la población, según datos de la Asociación de Ciegos de Camboya (ACC) que, respaldada por organizaciones internacionales, ofrece formación y asesoramiento para abrir centros de masaje que funcionan como cooperativas.

«La Asociación nos ayudó a poner el centro en marcha pero poco a poco nos fuimos independizando. Los beneficios se reparten entre todos», detalla Ung Sothy.

El precario sistema sanitario de Camboya convierte un simple sarampión, unas cataratas o una varicela en un peligro de ceguera para el enfermo.

Accidentes de tráfico, defectos genéticos o las minas antipersonales son otras de las causas de la ceguera y del ostracismo social y familiar que conlleva «Yo tenía miedo de salir de casa. La gente se burlaba. Me decían ‘a la izquierda’, ‘a la derecha’ para ver si tropezaba», relata Sark (un sólo nombre), otro de los masajistas de «Seeing Hands», ciego desde los 8 años por culpa de una infección.

«El ciego es visto como alguien que sólo espera la muerte. Nos ven como una radio estropeada, que no tiene arreglo», manifiesta el presidente fundador de la ACC, Boun Mao.

Boun Mao quedó ciego en 1993 cuando unos ladrones le arrojaron ácido a la cara para robarle la moto.

«Camboya es budista y la gente cree en el karma. Cuando alguien queda ciego lo atribuyen a algún mal acto cometido en una vida anterior, por eso hay tanta discriminación en la sociedad contra los ciegos», añade Boun Mao.

«Muchas familias se avergüenzan y esconden a sus familiares ciegos en casa», concluye el presidente fundador de la ACC.

Estos centros de masaje ofrecen a los invidentes una oportunidad de ganarse la vida y de ser aceptados por sus comunidades.

«Con lo que ganan consiguen mantener a sus familias y así se contrarresta la discriminación que sufren», manifiesta Boun Mao.

A los centros de masaje «Seeing hands» acuden turistas, extranjeros residentes en Camboya pero, sobretodo, camboyanos, muestra de la mejora del poder adquisitivo de la población pero también de un cambio de percepción hacia estos establecimientos.

«Los masajes se relacionaban con el sexo y la prostitución. Ahora viene más gente porque saben que aquí solo damos tratamiento terapéutico», apunta Ung Mao.


Por: Jordi Calvet Phnom Penh /EFE

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