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Pesach : LA PASCUA JUDÍA – EL PÉSAJ

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PESACH – LA PASCUA JUDÍA – EL PÉSAJ

por Graciela Vera – Periodista independiente

El Pésaj (Pesach o Pésag) es una fiesta de libertad, una conmemoración milenaria.

Con el Pésaj, el pueblo judío conmemora su liberación de la esclavitud a que estuvo sometido por los egipcios.

La primera noche se celebra el Seder de Pésaj, una cena durante la cual se lee la Hagada (relato del Éxodo).

Es una fiesta alegre, una fiesta para disfrutar en familia y los judíos saben hacerlo más allá de las vicisitudes que les han marcado durante toda su historia; dramas que arrinconan en sus corazones para lucir en esta noche las mejores ropas que tengan en el momento y cumplir el precepto de comer el pan ácimo elaborado con matzá.

Los hijos de Israel celebraron siempre la Pascua; lo hicieron entre las alambradas del gueto de Varsovia y la celebraron en las arenas del desierto y en las bodegas de los barcos que los llevaban hacia la tierra prometida y la celebraron y la celebran en cada lugar donde haya una familia judía, con los ventanales abiertos o en el rincón de un sótano.

La celebraron también en su patria durante el último medio siglo sin importar la incertidumbre de cada mañana, ni las bombas, ni los terroristas suicidas.

Y la celebrararán el año próximo sin que ello implique que la sangre de los inocentes de este domingo quede relegada al olvido.

La fecha de la Pascua Judía queda determinada por la primera luna llena posterior al 21 de marzo.

El mes judío comienza con el primer cuarto de luna creciente desde que Moisés le dijo a su pueblo: ‘La próxima luna llena salimos de Egipto’.

Al mes del Pésaj se le llama Nisan y el inicio de Pésaj este año fue el 12 del Nisan.

Para los judíos es una fiesta de libertad y una fiesta de vida.

Estoy tratando de comprender el significado de esta conmemoración y para ello debo dejar correr la imaginación y no es ajena a ello la poesía porque la explicación que recibo parece volar llevada por el viento.

Es el viento el que nos dice que pe-saj es la ‘boca que habla’ y en alas del viento nos dejamos llevar miles de años atrás cuando los descendientes de Abraham volvieron, luego de cuatro siglos, a tener el derecho de opinar.

Cuando salieron de Egipto los judíos recuperaron, no sólo la libertad, sino el derecho de ejercer la palabra para elegir su destino.

Pero la celebración también se apodera de las fechas y por ésto es también la ‘fiesta de la primavera’ porque estamos en un mes para salir a disfrutar de la naturaleza.

Y como se hace dueña de los ingredientes, pasa a ser entonces la ‘fiesta de las matzot’.

La matza (matzot en plural) es un pan ácimo que se consume durante la Pascua Judía y cuyo origen se remonta al mismísimo Éxodo.

LA REALIDAD DE LOS SUEÑOS

Conocer costumbres, vivir experiencias nuevas, recorrer paisajes diferentes deja de ser un sueño cuando la magia de internet nos permite aceptar la invitación de un amigo que está a medio mundo de distancia, para participar con su familia de la cena y la ceremonia del Seder (el servicio religioso que incluye la comida festiva que se celebra la primera noche del Pésag).

Ruben es un lector de Informe Uruguay, un lector crítico y objetivo y sobre todo es un uruguayo que gusta compartir sus experiencias.

Hasta hace pocas horas no sabía que podíamos encontrar tanto de común entre nuestros destinos de emigrantes.

Para ambos, Uruguay y sus verdes, sus ríos, sus negadas abundancias quedaron lejos, sustituidos por un suelo desértico donde el agua es escasa y la abundancia se proclama aún en su mínima expresión.

Observo el teclado del que escapan las historias que suelo escribir y trato de forjar entre las ranuras de sus teclas, un camino virtual que me facilite el viaje hasta el hogar de Ruben.

Hay mucho de común en la realidad de los sitios en que hoy vivimos, hasta el mar que ambos contemplamos desde nuestras casas es el mismo.

Desde mi balcón miro hacia el sur y veo el Mediterráneo, yo puedo llegar a él y bañarme en sus aguas increíblemente azules, lo tengo muy cerca.

Ruben dirige su mirada hacia el oeste y lo ve más allá de la ciudad palestina de Khan Yunes.

Desde su casa, no dista más de diez kilómetros pero no puede disfrutarlo porque las razones políticas, esas cuestiones que de tan simples resultan inexplicables, lo ubican como si estuviera a miles de kilómetros de distancia.

Sin embargo el agua que él ve, es la misma que yo veo y el cielo que el mira, tiene las mismas estrellas que yo veo.

Dentro de un rato, cuando esté en mi destino imaginario y le pregunte por
ese rectángulo azul, Ruben me explicará que las playas que le están prohibidas se parecen a las del este uruguayo; que tienen arena fina y dunas cercanas a la costa y que a él le recuerdan a nuestro Parque del Plata.

Logré escurrirme por una ranura de mi teclado cayendo directamente en el kibutz Ein Hashlosta en el desierto de Neguev.

Estoy mirando invernaderos de tomates y flores y debo hacer un esfuerzo para darme cuenta que he cruzado esa barrera invisible que se llama imaginación y no son los cultivos bajo plástico almerienses los que tengo delante.

No he llegado en el mejor momento. No encuentro toda la alegría que debería haber hallado de ser otra la ocasión, pero aquí hace muy poco se contactó el primer caso de gripe aviar en Israel y las pérdidas que ello generó fueron enormes.

No obstante no puedo dejar de reconocer que en un kibutz la vida parece tener diferentes prioridades ni que esta semana la existencia tiene un significado mucho más arraigado en la tradición.

Es Pascua y esta noche con la primera estrella comenzará la celebración, por eso estoy aquí. Por eso la familia de Ruben me ha abierto su casa y me ha puesto una silla a su mesa.

Aún hay luz y puedo conocer a algunos de quienes viven en Ein Hashlosta, hay muchos latinoamericanos lo que le da un clima especial, yo diría que hasta nuestro porque el español no es extraño aquí.

Personalmente me gusta esta aridez que rodea lo que puedo llamar, sin lugar a equivocarme en la apreciación, un oasis; me atrapa con su magia.

Es una sensación que siento en mi Almería cada vez que dejo correr la vista por el desierto de Tabernas o por los acantilados de la costa. Siento que primero es la sensación de falta para luego convertirse en la aceptación de una realidad.

Falta el árbol, falta el verde intenso, pero hay riqueza emanada del esfuerzo del hombre y arrancada a la tierra gota a gota.

A principios de la década del 60 el desierto de Neguev era precisamente eso, un desierto. Hoy es un sitio donde se eleva un cinturón de vides destinadas a producir uvas y vinos de excelente calidad.

UNA PASCUA VIRTUAL VIVIDA COMO REAL

Mi amigo Ruben me espera en la puerta de su casa.

Me siento honrada de ser invitada a compartir con su familia un momento tan especial: la primera noche de la Pascua Judía.

El matza, el pan ácimo sin levadura que se comerá durante estos siete días, está preparado desde tempranas horas. Durante la Pascua judía no se consumirán productos que contengan levadura.

Por eso ayer se revisó cada rincón de la casa para eliminar todo vestigio de masa levada.

No es fácil para los que no somos judíos meternos en una religión basada en una cultura que ya era vieja cuando los cristianos iniciamos la nuestra.

Milenios de historia y sabiduría; siglos de persecuciones y muertes se aúnan para que cada Pésaj se celebre igualmente diferente al anterior.

En la fiesta todo es especial. No se usan los utensilios habituales de cocina y la vajilla es la destinada a esta ocasión especial.

La Pascua Judía es una fiesta en la que las familias ‘tiran la casa por la ventana’ y yo me siento honrada de que se me permita compartirla.

Durante los siete días que dura se recordará la salida de Egipto cada día y cada noche en diversas oraciones y en muchos preceptos; pero en ésta noche hay una obligación, por llamarle de alguna manera, la de trasmitir a los niños y jóvenes de la familia, los conocimientos y la experiencia de aquel acontecimiento.

El Seder pretende despertar la curiosidad de los pequeños por el contenido y símbolos de la fiesta y ello se consigue a través del relato de la Hagada.

Al comienzo de la Hagada el más joven de los integrantes de la familia preguntará que diferencia hay entre esta noche y todas las demás y antes de comenzar a recitarla quién dirige el Seder partirá la matzá.

Con anterioridad de la cena se celebró un servicio religioso en el que se leyeron textos de la ‘Tora’, los cinco primeros libros de la Biblia, considerados de origen divino y que equivalen al Pentateuco de la Biblia de los cristianos.

Para entrar en la sinagoga los hombres cubrieron sus cabezas con el ‘kipá’; terminada la liturgia, cada familia se dirigió a sus casas para realizar el Seder.

En la mesa destaca el símbolo más antiguo del judaísmo: el ‘menorá’ que es el candelabro de siete brazos.

En la cena se sirven una serie de alimentos simbólicos. Los judíos originalmente comían en esta ocasión un corderito o cabrito asado pero en la actualidad está permitido sustituirlo por pollo, que representa el cordero pascual.

Creo que cada bocado tiene un significado y me interesa conocerlo. Hay un simbolismo que comienza por la preparación del ‘keara’, la fuente del ritual en el que se dispone un grupo de elementos.

El ‘maror’ y las ‘karpas’ que son hierbas dulces y amargas que representan, respectivamente la amargura de la esclavitud y la esperanza de la liberación.

Llegué a pensar que se trataba de algunas plantas exóticas para nuestros paladares pero no es así, karpas pueden ser hojas de apio o perejil que pueden bañarse en agua salada y recuerdan las verduras que comían los esclavos.

El maror suelen ser rábanos y rábanos picantes con los que se quiere simbolizar la amargura de la esclavitud y la esclavitud del pecado.

Está el ‘beitzá’ que es huevo cocido y representa la ofrenda que se llevaba al templo para estas fechas. Por su redondez recuerda el círculo de la vida y la muerte, pero su simbología también recuerda la pérdida de los dos templos de Jerusalén.

Con manzana, canela, miel, pasas, uvas se hizo el ‘jarosset’ una mezcla que debe ser de color marrón porque representa los ladrillos que los esclavos utilizaban en la construcción de las pirámides

Aunque al principio me extrañó aquel hueso sobre la mesa, pronto supe de su significado. El ‘zeroa’, o cordero, es representado por un hueso seco de cordero entero que siempre tiene que estar en la mesa y nos recuerda que en la época del Templo, este animal se ofrecía como sacrificio pidiendo a Dios que rescatara a los judíos del cautiverio.

Durante el Pésaj, todos los platos que se sirven reemplazan la harina común por matzá.

El pan sin levadura es como una Ostia, el mismo pan que repartió Jesús cuando instituyó el Sacramento de la Eucaristía.

Estoy viviendo una experiencia que me agita interiormente y me lleva a consolidar el respeto por cada religión que el ser humano practique.

Como cristiana estoy participando de una ceremonia que el Jesús que cimentó nuestras creencias vivió en el seno de su familia judía.

Pero no quiero inmiscuirme en reflexiones teológicas. Pretendo disfrutar de la amistad más allá de creencias y de ideologías.

Quiero descubrir un mundo que forma parte del mío y quiero dejar parte de éste en ese porque en definitiva es uno solo.

El ‘kidush’, vino, se brinda con cuatro copas y además se coloca una copa de vino delante de una silla vacía destinada al profeta Elías, por si este año se presentara.

La primera copa es la de la bendición, de la alegría por la Pascua y es la copa del ‘Padre Creador’; la segunda es la copa del Hijo, es la lectura de la Hagada, de la Palabra de Dios, del Éxodo y Salmos a lo que sigue el curso principal de la cena.

La tercera copa es la de la redención, la consagración y la comunión. Es la copa del Espíritu.

Para acceder a la cuarta que es la copa de la alabanza y la paz, un niño va a la puerta para ver si Elías ha venido este año. Representa esperanza y nueva vida.

FELIZ PESACH

La ceremonia, el ritual, nada sustituyó a la alegría de compartir. Las mujeres de la casa nos regalaron un menú tan exquisito como extenso, borscht, cordero asado, gefilte fish, latkes, sopas, crepes, jarosset, jrmzlej, tortas… los sabores aún invaden mi paladar cuando, en la mañana del miércoles me apresto para desandar el camino imaginario que había seguido horas antes.

Con Ruben y su familia como testigos comienzo un juego que les hace reír.

Busco en la distancia lo que él ya me había adelantado que vería.

Estoy mirando hacia el sur y allí están los invernaderos y más allá las casas de los kibutzim vecinos.

Giro hacia el este y veo los montes de Judea y Hebron. Ruben me explica que he tenido suerte porque la hora ideal para poder observarlos suele ser el amanecer.

Hoy es un día claro y por eso sobre el horizonte, dirigiendo la vista hacia el norte puedo distinguir los edificios de la ciudad de Gaza. Mi amigo me señala lo que me dice es la chimenea de la planta de electricidad de Ashkelos.

Me detengo aquí, no completo el círculo, aún no.

Extiendo las manos hacia mis amigos judíos y al desearles felices pascuas los estrecho en un enorme abrazo.

Ahora sí, completo giro, miro el oeste, hacia allá está mi casa, hacia allá, apenas con un leve giro hacia el norte está Almería y dejo que la imaginación vuelva a transportarme, esta vez sobre ese mar que une y separa naciones.

Nuevamente estoy sentada frente a mi ordenador.

Feliz Pesach a todo el mundo.

Fuente www.uruguayinforme.com

Desde Almería, en el sur del norte, en la Pascua Judía del 2006

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