A pesar de que el Ajahn y sus discípulos vivían juntos desde hacía muchos años, todavía algunos de sus discípulos no entendían la práctica del Ajahn Pow. Esta es una triste circunstancia. En cuanto a mí mismo, investigué y contemplé muchos de los más sutiles puntos de la práctica del Venerable Ajahn Pow.
El Vinaya puede incluso hacer que algunas personas dejen los hábitos. Cuando lo estudian todas las dudas aparecen. Va directamente al pasado… “mi ordenación, ¿fue adecuada? [12] ¿Era puro mi preceptor? Ninguno de los monjes que asistieron a mi ordenación sabía nada sobre el Vinaya, ¿estaban sentados a la distancia apropiada? ¿Eran correctos los cantos?” Las dudas vienen una detrás de otra… “La sala en la que me ordené ¿era adecuada? Era tan pequeña…” Dudan de todo y caen en el infierno.
Así que hasta que sabes cómo mantener la mente firme es realmente difícil. Tienes que ser muy calmado, no puedes simplemente entrar de golpe en las cosas. Pero el ser tan calmado que no te molestes en investigar las cosas también es equivocado. Yo estaba tan confundido que casi dejé los hábitos porque veía muchos fallos en mi propia práctica y en la de algunos de mis maestros. Estaba encendido y no podía dormir a causa de esas dudas.
Cuanto más dudaba, más meditaba, más practicaba. Dondequiera que surgía la duda yo practicaba en ese mismo instante. La sabiduría brotó. Las cosas empezaron a cambiar. Es difícil explicar el cambio que tuvo lugar. La mente cambió hasta que ya no había más dudas. No sé cómo cambió, si tuviera que contárselo a alguien probablemente no me entendería.
De modo que reflexioné sobre la enseñanza Paccattam veditabbo viññuhi – los sabios deben conocer por sí mismos. Debe ser un conocimiento que surge a través de la experiencia directa. El estudiar el Dhamma-vinaya es sin duda correcto, pero si sólo es el estudio, todavía carece de algo. Si realmente te pones con la práctica empiezas a dudar de todo. Antes de empezar a practicar yo no estaba interesado en las faltas menores, pero cuando empecé a practicar, incluso las faltas dukkata se volvieron tan importantes como las faltas parajika. Antes, las faltas dukkata no parecían nada, simplemente una nimiedad. Así es como las veía. Por la tarde las podías confesar y habrías acabado con ellas. Luego podías transgredirlas de nuevo. Este tipo de confesión es impura, porque no paras, no decides cambiar. No hay restricción, simplemente lo haces una y otra vez. No hay percepción de la verdad, no hay abandono.
En realidad, en términos de la verdad última, no es necesario pasar por la rutina de confesar las faltas. Si vemos que nuestra mente es pura y no hay rastro de duda, entonces esas faltas decaen allí mismo. El que no seamos puros todavía es porque aún dudamos, aún vacilamos. No somos realmente puros así que no podemos soltar. No nos vemos a nosotros mismos, esta es la cuestión. Este Vinaya nuestro es como una valla para evitarnos el cometer errores, así que es algo con lo que tenemos que ser escrupulosos.
Si no ves el verdadero valor del Vinaya por ti mismo es difícil. Muchos años antes de venir a Wat Ba Pong decidí renunciar al dinero. Durante la mayor parte de un Retiro de las Lluvias pensé en ello. Al final agarré mi cartera y fui a un cierto Maha que vivía conmigo en ese momento, y coloqué la cartera delante de él.
“Tome, Maha, coja este dinero. De hoy en adelante, mientras yo sea un monje, no recibiré ni guardaré dinero. Usted puede ser mi testigo.”
“Guárdelo usted, Venerable, puede necesitarlo para sus estudios”… El Venerable Maha no era muy partidario de coger el dinero, le daba vergüenza…
“¿Por qué quiere tirar todo este dinero?”
“No tiene que preocuparse por mí. He tomado una decisión. Lo decidí anoche.”
Desde el día en que cogió ese dinero fue como si una brecha se hubiera abierto entre nosotros. Ya no podíamos entendernos el uno al otro. Él sigue siendo mi testigo hasta el día de hoy. Desde aquel día no he utilizado dinero ni me he involucrado en comprar o vender. He sido sobrio con el dinero en todo sentido. Constantemente me cuidaba de hacer el mal, aunque no hubiese hecho nada malo. Interiormente mantenía la práctica de la meditación. Ya no necesitaba riqueza, la veía como un veneno. Ya sea que le des veneno a un ser humano, a un perro o a cualquier otra cosa, invariablemente causa muerte o sufrimiento. Si vemos claramente de este modo estaremos constantemente alerta de no tomar ese “veneno.” Cuando vemos claramente el perjuicio en él, no es difícil abandonarlo.
Con respecto a los alimentos y las comidas traídas como ofrendas, si dudaba de ellas no las aceptaba. Daba igual lo delicioso o refinado que fuera el alimento, yo no lo comía. Toma un ejemplo sencillo, como el pescado crudo en escabeche. Supón que vives en un bosque y que vas pidiendo limosna y recibes sólo arroz y algo de pescado en escabeche envuelto en hojas. Cuando vuelves a tu casa y abres el paquete descubres que es pescado crudo en escabeche… ¡simplemente deshazte de él! [13] Comer arroz solo es mejor que transgredir los preceptos. Tiene que ser así antes de que puedas decir que comprendes realmente, entonces el Vinaya se vuelve más sencillo.
Si otros monjes quisieran darme lo indispensable, como un cuenco, una navaja o lo que sea, no lo aceptaría, a no ser que les conociera como compañeros practicantes con un nivel parecido de Vinaya. ¿Por qué no? ¿Cómo puedes fiarte de alguien que es desenfrenado? Pueden hacer todo tipo de cosas. Los monjes desenfrenados no ven el valor del Vinaya, así que es posible que hayan obtenido esos objetos de manera deshonesta. Era así de escrupuloso.
Como resultado, algunos de mis compañeros monjes me miraban con recelo… “No se socializa, no se relaciona…” Yo era impasible: “Claro, nos podemos relacionar cuando muramos. Cuando se trata de la muerte todos estamos en el mismo barco”, pensaba yo. Yo vivía con entereza. Yo era uno que hablaba poco. Si los demás criticaban mi práctica yo permanecía inalterable. ¿Por qué? Porque aunque se lo explicase no me entenderían. No sabían nada acerca de la práctica. Como en aquellas ocasiones en las que me invitaban a un funeral y alguien decía, “¡No le escuchéis! Poned simplemente el dinero en su bolsa y no digáis nada sobre ello… no le dejéis que lo sepa.” [14] Yo solía decir, “Eh, ¿crees que estoy muerto o algo así? Sólo porque alguien llame perfume al alcohol no le hace volverse perfume, sabes. Pero vosotros, cuando queréis beber alcohol le llamáis perfume, así que adelante, bebed. ¡Debéis estar locos!”
El Vinaya, entonces, puede ser difícil. Tienes que estar satisfecho con poco, y ser retraído. Debes ver, y ver bien. Una vez, cuando estaba viajando a través de Saraburi, mi grupo se quedó en un templo de pueblo por un tiempo. El Abad de allí tenía más o menos la misma antigüedad que yo. Por la mañana, todos íbamos a pedir limosna juntos, luego volvíamos al monasterio y dejábamos nuestros cuencos. Enseguida los seglares traían fuentes de comida a la sala y las colocaban allí. Después los monjes iban y las recogían, las abrían y las ponían en línea para ofrecerlas oficialmente. Un monje ponía la mano en la bandeja en el otro lado. ¡Y eso era todo! Con eso los monjes las llevaban y distribuían para comerlas.
Unos cinco monjes viajaban conmigo en aquel momento, pero ninguno de nosotros tocaba esa comida. Al pedir limosna todos recibíamos arroz solo, así que nos sentábamos con ellos y comíamos arroz solo, ninguno se atrevía a comer la comida de esas fuentes.
Esto prosiguió durante bastantes días, hasta que empecé a percibir que el Abad se molestaba con nuestro comportamiento. Uno de sus monjes probablemente se le acercó y le dijo, “Esos monjes visitantes no se comen ninguno de los alimentos. No sé qué se traen entre manos.”
Yo me tuve que quedar allí algunos días más, así que fui al Abad a explicárselo.
Le dije, “Venerable Señor, ¿me permite un momento por favor? En este momento me ocupo de un asunto que implica que debo pedirle su hospitalidad por unos días, pero al hacer esto temo que haya una o dos cosas que usted y sus compañeros monjes encuentren desconcertantes: concretamente, referentes a nuestro no comer la comida que ha sido ofrecida por los seglares. Me gustaría aclarar esto con usted, señor. Realmente no es nada, es solo que yo he aprendido a practicar así… es decir, el recibir ofrendas, señor. Cuando las personas seglares dejan la comida y los monjes luego van y abren las fuentes, las colocan y después las ofrecen oficialmente… esto es incorrecto. Es una falta dukkata. Concretamente, el manipular o tocar comida que todavía no ha sido oficialmente ofrecida a las manos de un monje, “estropea” esa comida. Según el Vinaya, el monje que come esa comida comete una falta.
“Es sólo esta cuestión, señor. No es que esté criticando a nadie, o que esté intentando forzarle a usted o a sus monjes a dejar de practicar así… en absoluto. Sólo quería que supiese mis buenas intenciones, porque necesitaré quedarme aquí otro par de días.
Él levantó sus manos en anjali, [15] “¡Sadhu! ¡Excelente! Todavía no he visto un monje que cumpla las reglas menores en Saraburi. No se encuentra ninguno estos días. Si todavía hay monjes así deben vivir fuera de Saraburi. Déjeme elogiarle. No tengo objeción alguna, eso está muy bien.”
A la mañana siguiente cuando volví de pedir limosna ni uno solo de los monjes se acercaba a aquellos platos. Los seglares mismos los colocaban y los ofrecían, porque temían que los monjes no comieran. De aquel día en adelante los monjes y los principiantes de allí parecían realmente nerviosos, así que intenté explicarles las cosas, para calmar su mente. Creo que nos tenían miedo, simplemente se fueron a sus cuartos y se encerraron en silencio.
Durante dos o tres días intenté hacerles sentir cómodos porque estaban muy avergonzados, yo realmente no tenía nada contra ellos. Yo no decía cosas como “No hay suficiente comida,” o “traed ‘esta’ o ‘aquella’ comida.” ¿Por qué no? Porque yo había ayunado antes, a veces durante siete u ocho días. Aquí tomaba arroz solo, sabía que no iba a morir. De donde sacaba la fuerza era de la práctica, de haber estudiado y practicado como corresponde.
Tomé al Buda como mi ejemplo. Dondequiera que fuese, hicieran lo que hicieran los demás, yo no me involucraba. Me dedicaba únicamente a la práctica, porque cuidaba de mí mismo, cuidaba la práctica.
Los que no cumplen el Vinaya o no practican la meditación y los que sí practican, no pueden vivir juntos, deben ir por caminos distintos. Yo mismo no comprendía esto en el pasado. Como maestro yo enseñaba a los otros pero no practicaba. Esto está realmente mal. Cuando lo examiné profundamente, mi práctica y mi conocimiento estaban tan separados como la tierra y el cielo.
En consecuencia, aquellos que quieran ir y montar centros de meditación en el bosque… que no lo hagan. Si todavía no sabes realmente, no te molestes en intentarlo, sólo será un desastre. Algunos monjes piensan que yéndose a vivir al bosque encontrarán la paz, pero todavía no comprenden lo básico de la práctica. Cortan la hierba ellos mismos, [16] hacen todo por sí mismos… Los que realmente conocen la práctica no están interesados en lugares como este, no prosperarán. Hacerlo así no conducirá al progreso. No importa cómo pueda ser el bosque de apacible, no puedes progresar si lo haces mal.
Ven a los monjes del bosque viviendo en el bosque y van a vivir al bosque como ellos, pero no es lo mismo. Los mantos no son los mismos, los hábitos de comida no son los mismos, todo es distinto. A saber, ellos no se entrenan, no practican. El lugar no está bien aprovechado, no funciona realmente. Si funciona, funciona sólo como un lugar para presumir o promocionarse, como un espectáculo de medicina. No va más allá de eso. Aquellos que sólo han practicado un poco y van a enseñar a otros no están maduros todavía, no comprenden verdaderamente. En poco tiempo renuncian y se cae en pedazos. Sólo trae problemas.
Así que debemos estudiar un poco, mira el Navakovada, [17] ¿qué dice? Estúdialo, memorízalo, hasta que comprendas. De vez en cuando pregunta a tu maestro con respecto a cuestiones más delicadas, él te las explicará. Estudia de este modo hasta que realmente comprendas el Vinaya.
Notas :
[12] Hay normas muy precisas y detalladas que gobiernan el procedimiento de la ordenación que, si no son respetadas, pueden hacer que la ordenación sea nula.
[13] El Vinaya prohíbe a los bhikkhus comer carne o pescado crudos.
[14] Aunque es una falta para los monjes el aceptar dinero, hay muchos que lo hacen. Algunos pueden aceptarlo aunque parezca que no, que es como probablemente vieron los seglares la negativa de aceptar dinero del Venerable Ajahn, pensando que en realidad lo aceptaría si no se lo ofrecieran abiertamente, metiéndoselo en su bolsa.
[15] Anjali – La forma tradicional de saludar o mostrar respeto, como con el Namaste indio o el wai tailandés. Sadhu – “Está bien” – una forma de mostrar agradecimiento o conformidad.
[16] Otra transgresión de los preceptos, una falta pacittiya.
[17] Navakovada – Una sinopsis simplificada del Dhamma-Vinaya elemental.