Ser «Religioso»
- «El budismo, no es una filosofía ni una religión. Es un modo de vida.
No es necesario hacerse budista. Puedes integrarlo en tu religión o filosofía». (Dalai Lama).
Hay una gran diferencia entre “imponer” un ideal religioso y difundir libremente una filosofía espiritual porque crees que puede ser beneficiosa para los seres humanos. Una cosa es informar y otra defender fanáticamente una fe o causa religiosa cualquiera.
¿Quién me otorga el derecho a afirmar que yo soy portador de la “verdad absoluta”?
Las distancias se hacen abismales cuando en lugar de buscar la reflexión compartida, el diálogo y el bien común solamente deseo convencerte de mi doctrina “por tu bien”, criticando e incluso destruyendo tus creencias (o no creencias).
Ya lo dijo Buda:
- «Los carpinteros dan forma a la madera, los flecheros dan forma a las flechas y los sabios se dan forma a sí mismos».
Antes que ser “religioso” hay que ser “espiritual”, en el sentido profundo de la palabra. Ser espiritual es ante todo desear tu bien sin obligarte a nada, renunciando incluso a mi bienestar personal para poder ayudarte cuando lo necesites; es ser capaz de perdonar y estar desprovisto de intereses que se oculten detrás de las ideas; es amar y respetar con absoluta tolerancia a los otros y sus diferencias; es vivir tu fe (la que sea) bajo la premisa del respeto a todos los seres y saber escuchar a los demás aunque no te guste lo que oigas. Solamente cuando podamos unir estas condiciones en nuestra vida podremos entonces afirmar: “Yo soy católico, ortodoxo, budista, ateo, islamista o judío”, pues serás coherente con tu fe y tu comportamiento será fiel testimonio de tu verdad espiritual.
No tengas miedo a exponer tus opiniones y a criticar cualquier doctrina, idea o filosofía que no pase el filtro de tu análisis personal. Si quieres compartir la presencia de Dios en tu interior con los demás: perfecto. Si deseas dar a conocer el Budadharma y su profundo mensaje: magnífico. Pero en ambos casos procura siempre hacerlo sin coartar la libertad de los demás y respetando sus propias ideas.
Ahora bien, contra el fanatismo destructor, el terrorismo religioso (venga de donde venga) y las guerras de religión alcemos todos la voz para frenar estas lacras que solo causan dolor, sufrimiento y oscuridad a nuestra condición humana.