Aquí presentamos algunas aproximaciones al «Samadhi» yóguico tal y como es entendido por diversos autores:
Sri Krishna/…/
Bhaktivedanta Swami Prabhupada, A.C., Su Divina Gracia. El Bhagavad – Gita tal como es.
Samadhi significa «mente fija». El diccionario védico, El Nirukti, dice samyag adhiyate ‘sminn atma-tattva-yathatmyam: «Se llama samadhi al estado que se alcanza cuando la mente se concentra en la comprensión del ser». El samadhi nunca es posible para las personas que están interesadas en el disfrute material de los sentidos, ni para aquellos que están confundidos por esas cosas temporales. Ellos están más o menos condenados por el proceso de la energía material. (…)
En la etapa de la perfección denominada trance, o samadhi, la mente de uno se abstiene por completo de las actividades mentales, materiales, mediante la práctica del yoga. Esa perfección se caracteriza por la habilidad que tiene uno de ver el yo mediante la mente pura, y de disfrutar y regocijarse en el yo. En ese estado jubiloso, uno se sitúa en medio de una felicidad trascendental ilimitada, que se llega a experimentar a través de los sentidos trascendentales. Establecido así, uno nunca se aparta de la verdad, y al conseguir esto, piensa que no hay nada mejor. Al uno situarse en esa posición nunca se desconcierta, ni siquiera en medio de la mayor de las dificultades. Esto es en verdad estar libre de hecho de todos los sufrimientos que surgen del contacto material.
En el sistema de yoga, tal como se describe en este capítulo, hay dos clases de samadhi, llamados samprajñata – samadhi y asamprajñata – samadhi. Cuando uno se sitúa en la posición trascendental por medio de diversas investigaciones filosóficas, se dice que ha logrado el samprajñata – samadhi. En el asamprajñata – samadhi deja de haber toda relación con el placer mundano, ya que entonces uno se vuelve trascendental a toda clase de felicidad que procede de los sentidos. En cuanto el yogi se sitúa en esa posición trascendental, jamás es movido de ella. A menos que el yogi logre alcanzar esa posición, no tiene éxito. (…)
Yogananda, P. Susurros de la Madre Eterna. (Susurros de Eternidad).Edit. Kier. Bs. Aires. 4a. Edición (1976). Colección Horus.
La superconciencia. Se alcanza el samadhi siguiendo el óctuple sendero trazado en los Yoga – Sutras por Patanjali, máxima autoridad de la antigüedad. El samadhi es el octavo paso o meta final del sendero. La meditación científica, o sea el uso correcto de las técnicas de yoga perfeccionadas hace miles de años por los sabios rishis de la India, conduce al samadhi, o sea a la realización de Dios. Así como la ola se disuelve en el mar, así el alma humana se realiza como Espíritu Omnipresente.
Eliade, Mircea.El Yoga. Inmortalidad y Libertad. Edit. FCE. México. 1ª edic. esp. 1991, 2ª r, 1998. ISBN 968-16-3529-9
El término se emplea primeramente en una acepción gnoseológica; samadhi es el estado contemplativo en que el pensamiento capta inmediatamente la forma del objeto sin ayuda de las categorías y la imaginación (kalpana); estado donde el objeto se revela «en sí mismo» (svarupa), en lo que posee de esencial y como si «estuviera vacío de sí mismo» (arthamatranirbhasamsvarupasunyamiva; Y.-S., III.3). Vacaspati Misra, al comentar ese texto, cita un pasaje de Visnu Purana (VI,7,90) donde se dice que el yoquin que ha dejado de utilizar «la imaginación» no considera ya el acto y el objeto de la meditación como distintos uno de otro. Existe una coincidencia real entre el conocimiento del objeto y el objeto del conocimiento; ese objeto no se presenta ya a la conciencia en las relaciones que lo delimitan y definen como fenómeno, sino «como si estuviera vacío de sí mismo». El samadhi suprime así definitivamente la ilusión y la imaginación (kalpana). O, como se expresa Vijñana Bhiksu (Yoga – sara – samgrana, p. 44), se llega al samadhi «cuando el dhyana se libera de los conceptos separados de meditación, objeto de meditación y sujeto meditante, y se mantiene solamente en la forma del objeto meditado», es decir, cuando no existe ya nada fuera de esa nueva dimensión ontológica representada por la transformación del «objeto» (el Mundo) en «conocimiento – posesión». Vijñana Bhiksu añade que existe una clara diferencia entre el dhyana y el samadhi: la meditación puede interrumpirse «si los sentidos entran en contacto con objetos atractivos», mientras que el samadhi es un estado invulnerable, completamente cerrado a los stimuli.
Sin embargo, no debemos considerar ese estado yóguico como un simple trance hipnótico. (…)
Besant, A. Introducción al Yoga.
Editorial Saros. Buenos Aires. Ed. 1954.
(…). Un estado en que la conciencia está tan disociada del cuerpo, que éste permanece insensible. Es un estado de éxtasis en que la mente tiene plena conciencia, aunque el cuerpo no siente, y que al volver a su ordinario estado físico, trae consigo y recuerda las experiencias pasadas en el estado superfísico. Samadhi es la conciencia individual activa mientras queda insensible el cuerpo. Por ejemplo, si un individuo actúa conscientemente en el plano astral, se dice que su samadhi está en el astral, y si su conciencia está en el plano mental, su samadhi está en el mental. El hombre capaz de retirarse de su cuerpo, dejándolo insensible, mientras su mente se halla en plena conciencia, puede practicar el samadhi.
(…).
(…). Si fijo la mirada en el centro del salón, no veré distintamente las columnas laterales, mientras que si la fijo en una de estas columnas la veré claramente; pero, en cambio, aparecerán vagamente ante mi vista los oyentes. He mudado de foco sin mudar de cuerpo. Recordad que todo cuanto cabe separar del Yo es cuerpo del yogui; y, por lo tanto, a medida que la conciencia se desarrolla, los cuerpos inferiores constituyen un solo cuerpo y el verdadero hombre, el Yo, es entonces la conciencia revestida de los cuerpos materiales superiores de que todavía no es capaz de separarse.
Samadhi es en consecuencia el poder de retraerse de todo lo que se reconoce como cuerpo, y concentrarse en el interior de uno mismo, sin que sea posible volver por los medios ordinarios al estado anerior al retraimiento. Esto explica la frase consignada en La Doctrina Secreta de que el adepto «comienza su samadhi en el plano átmico». Cuando un jivanmukta entra en samadhi, empieza por el átmico, pues todos los inferiores al átmico son para él un sólo (sic) plano. Empieza el samadhi en un plano al que el hombre ordinario no puede llegar. Empieza en el plano átmico y de allí se va elevando etapa por etapa a los planos cósmicos superiores. La palabra samadhi se emplea indistintamente para expresar el estado de conciencia que del plano físico se eleva al astral, y para significar el estado de trance de un hombre común; y también en el caso de un jivanmukta que, teniendo ya concentrada su conciencia en el plano átmico, se eleva a los planos superiores de un mundo más dilatado.
Fuente: www.scenia.org