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Sodô Yokoyama, la vía de los patriarcas

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sodo_yokoyama.jpgSodô Yokoyama (1907-1980) fue uno de los cincos sucesores formales del Dharma de Kodo Sawaki, junto con Shuyu Narita, Satô Myôshin, Kosho Uchiyama y Kishigami Kojun . Kôdô Sawaki le dio el nombre de Sodô, «la vía de los patriarcas», una expresión de Dôgen (1200-1253). En su juventud una frase del Shôbôgenzô Zuimonki, una compilación de dichos de Dôgen recopilados por su discípulo Ejo (1198 – 1280), determinó su compromiso con la práctica de zazen: «Pasar el tiempo sentado derecho sin obtener nada ni despertar no es otra cosa que la vía de los patriarcas».

En 1958, después de haber pasado más de ocho años en el templo de Antaiji en Kioto y haber recibido la transmisión del Dharma de Kodo Sawaki, Sodô volvió a Komoro, su ciudad natal. Cada día, hasta su muerte, se dirigía al parque municipal de Kaikoen, contentándose con meditar, componer poemas, invitar a te a los transeúntes y tocar música para los niños y los viandantes soplando en una simple hoja – motivo por el cual recibió el apodo Kusafue rôshi, «maestro zen flauta de hierba». Las únicas excepciones a esta rutina eran 3 días al año en los que acudía a Antaiji, en el aniversario del fallecimiento de su maestro. El parque se convirtió en su ermita. La carencia de templo, y lo radical de su propuesta, hizo que no quisiese tener discípulos, excepto uno, Joko Shibata al que acepto por la determinación de este, y que ha recopilado su poemas y dichos.

Sodô Yokoyama ha dejado pocos escritos, excepto una obra póstuma titulada Waga tatsu soma, «El bosque en el que permanezco». El texto de Yokoyama que se presenta a continuación es la traducción de una carta datada el 28 de febrero de 1977 dirigida a Masanori Yuno, el fundador de la Asociación de Kendo de Tokio. Dicho texto fue traducido al francés por Eric Rommeluere, y posteriormente por mi desde el francés al castellano, para la página web del grupo de práctica del zen animado por Eric, Un Zen Occidental. Es un texto en el que las referencias de Yokoyama a su maestro Kodo Sawaki son numerosas como así mismo las referencias a Dôgen (aunque estas son, en su mayoría, implícitas).

En esta carta Yokoyama (nos) habla sobre la unidad entre nuestra práctica (como seres ordinarios) y la realización (como budas), unidad formulada siglos atrás por Dôgen. Zazen no es pues el medio de alcanzar algún estado que nos “eleve” sobre nuestra condición habitual. Al contrario, el despertar, en el texto de Yokoyama, no es distinto del esfuerzo que, como seres extraviados en las ilusiones, realizamos para tomar conciencia de estas y expulsarlas. No es por tanto lo importante alcanzar ningún estado especial, en el que nos volveríamos inmunes a nuestra humanidad real sino precisamente la determinación ilimitada de tomar conciencia, una y otra vez, de nuestra banalidad, de nuestra realidad extraviada.

Se trata de un despertar más allá del “despertar”. Un despertar que no significa despertarse a “algo” en concreto, sino a nuestra propia vida tal como es. Despertarse de las ilusiones en el seno de las propias ilusiones, un práctica por fin unificada, más allá de cualquier búsqueda y que por tanto no puedes ser sino ilimitada, sin fin, eterna.

En el vídeo que presentamos sobre Yokoyama, además de poder contemplar algunas imágenes de este y del parque Kaikoen, lugar en el que desarrolló su práctica, podemos escuchar al propio Yokoyama interpretando una canción acompañandose con una hoja de hierba.


Fuente: http://huellaszen.blogspot.com

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