Una manera inteligente de cuidar el bolsillo, el medio ambiente y, de paso, las relaciones personales es compartir vehículo para acudir al trabajo, al centro de estudios o de viaje de vacaciones. Por Rafael Carrasco
No está claro cómo se moverán los coches dentro de 15 o 20 años; si con gasolina, con biocarburantes, con hidrógeno o con motor eléctrico, pero de lo que no hay duda es de que va a ser cada vez más difícil y costoso utilizarlo en las ciudades, sobre todo para usos individuales.
En España circulan casi 30 millones de vehículos, con una media de ocupación de 1,3 viajeros por automóvil y desplazamiento, un verdadero despilfarro teniendo en cuenta que estos ingenios están diseñados para albergar cinco pasajeros más la carga. Para luchar contra este sinsentido, han surgido el carsharing, el carpooling y otros sistemas de uso compartido del coche. En Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Holanda o Suiza funcionan desde hace tiempo y ahora se han introducido en nuestro país con notable éxito.
La mayoría de los planes de movilidad alternativa de las medianas y grandes empresas incluyen la alternativa del vehículo compartido como una medida para optimizar los desplazamientos de sus empleados. Por otra parte, el Paquete de Medidas sobre Movilidad Sostenible que impulsa la Comisión Europea –a la cual se han de adaptar todas las políticas de transporte en el viejo continente– menciona expresamente “favorecer desde las empresas el coche compartido cuando no exista transporte público y penalizar el coche individual”.
La opción más sencilla para compartir coche es la conocida internacionalmente como “carpooling”, que consiste en repartir los gastos de gasolina entre personas que hacen regularmente los mismos trayectos. Según la guía del IDAE y el Ministerio de Medio Ambiente Recomendaciones para Compartir el Coche, trabajo y estudios suponen en las ciudades alrededor del 80% de los viajes en vehículo privado, por eso el medio más común es colocar un anuncio donde se llevan a cabo esas actividades. “Es inmediato deducir que el lugar más adecuado para potenciar y fomentar el coche compartido son los centros de trabajo y estudios”, explica la citada guía.
Otra posibilidad es acudir a uno de los intermediarios que ponen en contacto a personas que realizan a diario o frecuentemente trayectos similares o complementarios. El pasajero consigue un medio de transporte más rápido y cómodo que el autobús o el metro, pero más barato que el taxi, y el propietario del coche reduce gastos sin que se vea afectado el tiempo del trayecto. Por otro lado, como normalmente se alterna el coche, al final de año, el motor sufre menos desgaste.
Empresas intermediarias
Los intermediaros más conocidos son Compartir.org y Viajamosjuntos.com. Esta última la formaron en 2004 Dennis Luemkemann y Berta Riera, un informático y una licenciada en Bellas Artes que vieron una necesidad social que podía funcionar económicamente. “Compartir coche –explican– es una forma de viajar que se basa en el intercambio entre personas. No sólo se reducen los gastos del trayecto como mínimo un 50%, sino que, además, es una manera más humana, más sostenible y más eficiente de viajar (…) Por otro lado, durante el trayecto se tiene la posibilidad de conocer a gente diferente, intercambiar experiencias y, a veces, incluso, establecer amistad.” Actualmente desarrollan intercambios en 22 ciudades españolas y, para probar suerte, sólo hace falta registrarse en la página web y esperar.
Compartir.org es otra de las empresas que han traído a España esta fórmula de coche compartido a través de internet. Los servicios de esta compañía son totalmente gratuitos para el cliente, ya que su negocio consiste en insertar la base de datos de usuarios, servicios y demás en la página web de los ayuntamientos, que pagan un contrato anual por usar en su propia página esa herramienta informática. De la mano de Compartir.org se ha creado en España una Red de Municipios que Fomentan el Uso Racional del Automóvil Privado, una plataforma municipal en favor de la movilidad sostenible que agrupa ya a 90 municipios de Cataluña, País Vasco, Cantabria, Galicia, Madrid, Valencia, Murcia, Andalucía y Navarra.
Desde la página web de la empresa o del ayuntamiento que ha firmado un contrato con la misma, el posible usuario introduce el origen de los viajes compartidos, el destino, los horarios y demás datos esenciales. Si aparecen viajes coincidentes total o parcialmente con el que va buscando, puede mandar un mensaje a la persona que ha ofrecido el carsharing una vez registrado en la propia web y concretar posteriormente con ella los detalles del intercambio. En el caso de que no hubiera suerte –siempre después de registrarse en la web del ayuntamiento o en la de Compartir.org–, la persona puede colgar su demanda y esperar, lo que siempre es más fácil cuando se trata de polígonos industriales o zonas de oficinas concurridas. Según Compartir.org, esta forma elemental de coche compartido puede ahorrar unos 2.000 euros al año de media.
Otra posiblidad que se da, sobre todo en verano, es compartir el vehículo en un viaje largo, algo que puede abaratar considerablemente el coste de unas vacaciones en el norte de Europa, por ejemplo.
Tipos de usuarios
“La gente –explica Loida Sánchez, portavoz de la compañía– normalmente formaliza las condiciones de manera verbal. Nosotros recomendamos que queden antes para tomarse un café, ya que algunas personas son muy susceptibles con el hecho de meter a un desconocido en su coche.”
La mayoría de los usuarios de estos servicios viven en una ciudad y cuentan entre 30 y 35 años. Suelen predominar los hombres sobre las mujeres –57% frente a 43%– y casi siempre utilizan el vehículo para ir al trabajo en trayectos regulares y diarios. Además, muchos de ellos están sensibilizados por el cambio climático y la contaminación urbana. En opinión de Loida Sánchez, la gente cada vez está más concienciada con el tema ambiental y ésta es una medida más para combatir las emisiones.
La crisis, por ahora, no se nota demasiado, seguramente porque, si bien hay más personas interesadas en abaratar sus desplazamientos diarios en coche, también son muchos los que necesitan reducir más drásticamente esos gastos con algún tipo de transporte público o no motorizado. Por otro lado, está el aumento del desempleo y, por consiguiente, la disminución de desplazamientos. Pero en cualquier caso, como apunta la portavoz de la empresa, “sigue habiendo nuevas incorporaciones y no hemos experimentado cambios significativos en el último año”.
Para convertirse en usuario sólo hay que registrarse en la web de la iniciativa (www.compartir.org) cuando se ha encontrado lo que se busca o cuando se decide poner un anuncio para probar suerte. Desde la empresa, se recomienda introducir siempre informaciones opcionales –aficiones, gustos, edad o trabajo, por ejemplo– para hacer más fácil y ameno el tiempo que en el futuro se comparta con el compañero o compañera de viaje. Por supuesto, el número de viajeros puede llegar a tres o más, lo que, no hace falta decirlo, abarata aún más la fórmula.
‘Carpooling’
Una forma más sofisticada de compartir coche es el denominado “carpooling”, un sistema que permite utilizar un vehículo sin que ninguno de los usuarios sea el propietario del mismo. El cliente paga a una empresa por el uso del coche durante un tiempo determinado, pero se olvida de seguros, letras mensuales y demás. La idea partió de Avancar hace tres años, una sociedad mixta en la que participan el IDAE (Instituto para la Diversificación Energética), la Generalitat de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona y varias empresas privadas.
Los clientes –unos 2.000 actualmente– recogen alguno de los cien vehículos aparcados en 37 estacionamientos distribuidos por Barcelona, Sant Cugat, Sabadell y Granollers y cuando finalizan el trayecto, lo aparcan en cualquiera de los garajes de la red. De este modo, además de usar un automóvil de los más eficientes del mercado y a un precio bastante inferior al alquiler tradicional, no hay que preocuparse de buscar aparcamiento, lo que también ahorra tiempo y emisiones a la atmósfera.
La empresa, que en estos momentos está ultimando el salto a otras ciudades de la Península –entre ellas, Madrid–, afirma que este sistema permite ahorrar hasta 4.000 euros por año respecto a un coche en propiedad. “El servicio de carsharing –explica Miguel Ángel Dombriz, presidente de Avancar– da la oportunidad de vivir sin ser propietario de coche y, al mismo tiempo, utilizar el más adecuado en situaciones puntuales, cuando el transporte público o los medios no mecanizados no son opciones válidas para un desplazamiento determinado.” Según Dombriz, este sistema está obteniendo un crecimiento espectacular en los países más avanzados y se dibuja como una de las opciones claras de promoción de la movilidad sostenible.
¿Los precios? Con una tarifa de empresa, un día laborable durante tres horas y haciendo 30 kilómetros en ciudad –por ejemplo, para ir a una reunión de trabajo–, el coste total serían 13,20 euros. De noche, para salir de fiesta con los amigos entre las 20 horas y las 4 de la madrugada recorriendo 80 kilómetros, el precio se elevaría a 40 euros. Y un minibús para que toda la familia vaya a esquiar al Pirineo, con un recorrido de 250 kilómetros, durante dos días costaría 195 euros según las tarifas expuestas en la página web de la empresa en Semana Santa.
Microbús-taxi
Pero si aplicar la filosofía del transporte público al coche privado puede ser una buena alternativa para gastar y contaminar menos, también lo es el proceso contrario, es decir, llevar las ventajas del coche privado al transporte público. En palabras de Antonio Lucio, director de la Fundación Movilidad, “el mundo de la movilidad es una olla en ebullición en todas partes. Se están probando muchas cosas y lo que tenemos que tener claro es cuáles funcionan para tomar las decisiones adecuadas. Una cosa que estamos estudiando mucho desde la Fundación Movilidad es el transporte colectivo bajo demanda”. Se trata, básicamente, de un microbús o un taxi que adapta sus itinerarios a las necesidades cambiantes de los usuarios, y que reúne todo lo bueno que tiene un autobús de línea con la flexibilidad de un taxi. Esta idea, mezclada con las nuevas tecnologías, ofrece un rendimiento sorprendente.
Juan de Oña López, profesor del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Granada, nos explica cómo funciona: “El usuario solicita al operador un servicio a demanda. Éste introduce los datos –origen y destino, horarios, etc.– en el sistema, que coteja los nuevos datos con los de los viajes de la jornada y determina la posibilidad de ofrecer el servicio, junto con los horarios estimados de salida y llegada. El operador comunica los horarios definitivos al cliente, que puede cancelar, modificar o aceptar el viaje”. Si el viajero admite la propuesta, el operador actualiza inmediatamente los datos, de tal modo que sólo se alteren ligeramente el itinerario y los horarios. El sistema selecciona, incluso, el vehículo que resulta más apropiado para el trayecto y transmite al conductor la ruta que debe seguir.
Este tipo de transporte público flexible, con experiencias que van de los autobuses a los taxis pasando por microbuses, se ha probado con éxito en Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Finlandia, Italia y Suecia. En nuestro país, destaca la experiencia de transporte público a la carta puesta en marcha en el año 2007 por la Junta de Castilla y León en buena parte de su territorio rural. Este sistema, uno de los más ambiciosos acometido hasta la fecha en Europa, permite hoy, con una simple llamada de teléfono, que cientos de personas sean recogidas cada día a la puerta de su casa –generalmente, en pueblos de menos de 300 habitantes- y transportadas a los centros urbanos donde disponen de los servicios sanitarios, culturales o educativos que no existen en su lugar de residencia. Todo ello, además, a un precio muy asequible.
Fuente: www.larevistaintegral.com
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