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Cuento: El Maestro Nido de Pájaro

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Había una vez una joven (aunque también hay quien dice que se trataba de un chico) que ansiaba con vehemencia encontrar el conocimiento. Había dedicado su vida a ello desde su más tierna edad. Yendo de aquí para allá, un día alguien le contó que en la China había un maestro muy anciano del que se decía que poseía toda la sabiduría del mundo, que era un ser auténticamente despierto. Sin embargo, era tan anciano que tal vez ya ni existiera, y su fama fuera como la luz de las estrellas, que cuando nos llega no es seguro que existan. De todas formas, si había alguna posibilidad, la chica quería aprovecharla; de modo que pidió una excedencia de un año en su trabajo y se dirigió hacia la China.

Una vez allí, tuvo que andar preguntando arriba y abajo, pues no le habían dado indicaciones más concretas, y la China, como ya sabéis, es un país muy grande. Sólo le habían dicho que era conocido como el maestro Nido de Pájaro, porque se decía que vivía en un nido abandonado de águilas en lo alto de un pino, que a lo mejor ni era cierto.

Nueve meses invirtió en su búsqueda, pero al final tuvo éxito: allí arriba estaba el maestro, confortablemente instalado en su nido de águilas; sin duda era él, pues a qué persona normal se le iba a ocurrir quedarse a vivir en un lugar tan fuera de lo común.

– ¿Es usted el maestro Nido de Pájaro? –quiso asegurarse la chica.

– Sí, yo soy –respondió desde allá arriba. Pese a que el pino era muy alto, ella oyó con claridad la respuesta, porque el maestro hablaba castellano (el cuento no explica la razón).

– Llevo nueve meses buscándolo.

– Pues ya me has encontrado.

– Quiero saber el secreto del conocimiento espiritual –preguntó la chica yendo al grano.

– Haz el bien –fue al grano también el maestro-, no hagas el mal y ayuda a todos los seres.

– Pero eso hasta los niños de cinco años lo saben.

– En efecto, pero ni los viejos de ochenta lo practican.

Un águila que pasaba por las alturas graznó con fuerza (o como se llame lo que hacen las águilas), manifestando su acuerdo con la enseñanza del maestro.


Fuente: www.revistadharma.com

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