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China honra al misionero jesuita Matteo Ricci

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mateo_ricci.gifRicci, conocido como “Li Madou” por los chinos, fue el fundador de la primera iglesia de Pekín (la Catedral del Sur, donde celebraron oficios en su honor), pero también el primer occidental que entró en la Ciudad Prohibida, el compilador del primer diccionario chino y el autor del primer mapa oriental que recogía los saberes geográficos de Occidente.

Los actos de homenaje comenzaron con una ofrenda de flores en la tumba de Ricci, enterrado, como otros misioneros extranjeros de aquella época, en un cementerio que actualmente se encuentra en la Escuela del Partido Comunista de China (todo un símbolo de la actual subordinación del catolicismo chino al comunismo).

El obispo de Pekín, José Li Shan, junto a sacerdotes y monjas chinos y un padre italiano, depositó un ramo de flores frente a la tumba, rezó unas oraciones y recordó la importancia de Ricci para la religión católica en China. Después, los asistentes, en una curiosa mezcla de tradiciones occidentales y orientales, hicieron tres reverencias ante la lápida, una costumbre más bien típica de creencias orientales como el confucionismo o el taoísmo.

“Ricci abrió el camino de la transmisión del Evangelio a China, y fue un ejemplo para los siguientes que llegaron”, destacó el vicepresidente de la Iglesia Patriótica Católica china, Anthony Liu Bainian. Liu destacó de Ricci sus esfuerzos por adaptarse a la cultura china en lugar de imponer la suya: llegado a la entonces colonia portuguesa de Macao en 1582, aprendió el idioma chino y fundó una iglesia sincrética, que adoptó formas artísticas y filosóficas de la civilización china.

Muestra de esta adaptación es la misma tumba donde reposa Ricci: decorada con relieves de dragones y sin cruz, parece a primera vista la lápida de un monje budista, si no fuera por las inscripciones en latín. Nacido en la ciudad italiana de Macerata, Ricci ingresó en la orden de los jesuitas en 1571 e inició su actividad evangélica en Goa (India), aunque poco después era enviado a China.

En Macao, descubrió que a los chinos que se convertían al catolicismo se les obligaba a adoptar un modo europeo de vida y costumbres, y que los misioneros apenas conocían el idioma chino, por lo que su llegada -junto a la de otro jesuita, Michele Ruggieritrajo un cambio radical. Ricci y Ruggieri fueron los primeros occidentales en dominar la lengua china, y su importancia va más allá de la esfera religiosa, pues transmitieron su formación científica a un país que, desde la llegada del también italiano Marco Polo dos siglos antes, apenas había tenido contactos con Europa.

Fue Ricci quien confeccionó en 1584 el primer mapa con caracteres chinos que recogía los conocimientos geográficos que entonces poseía Europa, el llamado “Tulipán Negro Imposible”. Además, él y Ruggieri compilaron el primer diccionario que comparaba palabras chinas con las de una lengua occidental (el portugués).

Los conocimientos de Ricci en estos campos y también en el astronómico motivaron el interés del emperador de la época, Wanli, por conocerle, por lo que éste le invitó a la Ciudad Prohibida de Pekín, un honor que ningún europeo había tenido hasta entonces.

Ricci no pudo ver nunca en persona al orgulloso emperador, pero éste le concedió riquezas para que los jesuitas pudieran seguir difundiendo su saber en China (y el chino en Europa), marcando el inicio de dos siglos de excelentes relaciones entre la corte imperial y la orden fundada por San Ignacio de Loyola.

El jesuita italiano, según se cree, fue también el primer europeo que tras morir (en mayo de 1610) fue enterrado en suelo chino, ya que hasta entonces la ley obligaba a los occidentales en China a ser sepultados en Macao.

Hoy, ante su tumba, la comunidad religiosa china destacó sobre todo su labor evangélica.

“Fundó las iglesias locales respetando los valores de China. Es la línea que la Iglesia Patriótica sigue ahora, respetamos al gobierno y ello nos ha dado éxito”, destacó al respecto Anthony Liu Bainian.

Según Liu, actualmente hay seis millones de creyentes en la Iglesia Patriótica (subordinada al Partido Comunista), 6.000 iglesias, 2.450 sacerdotes, 20 seminarios con 1.200 estudiantes, y 106 conventos en los que residen 6.000 monjas.

Roma calcula, no obstante, que hay otros 12 millones de cristianos que reconocen, a diferencia de los anteriores, la autoridad del Vaticano, operando en una semiclandestinidad a veces tolerada y otras perseguida por Pekín.


Fuente: www.ellitoral.com

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