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¿Los pensamientos alguna vez se detienen? – Venerable Henepola Gunaratana

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¿Los pensamientos alguna vez se detienen?

Ven. Henepola Gunaratan

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El Buddha aconsejó a los bhikkhus: «Bhikkhus, cuando estén reunidos deben hacer una de dos cosas: mantener discusiones sobre el Dhamma u observar el noble silencio».

Noble silencio es el estado de la mente en el cual no hay pensamientos. La mente está en completo silencio. Los pensamientos sólo pueden detenerse si entrenamos nuestra mente a través de una práctica de meditación correcta.

Un meditador debe comenzar por prestar una atención indivisa e ininterrumpida a un único objeto sin verbalizar la experiencia en la mente. Al verbalizar y conceptualizar cosas, por un lado, se interrumpe la atención y, por el otro, se perpetúan los pensamientos.

Al verbalizar, añades cada vez más conceptos o ideas. La realidad no es una palabra o un verbo. La realidad es lo que experimentas. Al experimentar dolor y aflicción o placer y felicidad durante o después de la meditación, notas directamente la experiencia exactamente como es. No necesitas un puente conceptual entre tu experiencia y el conocimiento directo. Cuando tienes hambre, experimentas el hambre sin decir: «tengo hambre, tengo hambre».

Necesitas sustantivos y verbos únicamente para comunicar tu experiencia. Cuando meditas observas silencio total, no tratas de hablar con nadie acerca de tu experiencia. Debes conocerte a ti mismo exactamente como eres. Debes sentirte a ti mismo exactamente como eres.

Desde la infancia hasta la universidad aprendemos a usar palabras, conceptos e ideas para hacer que los demás nos comprendan. Pero durante la meditación no tratas de expresar tu experiencia a nadie. Al entrenar tu mente para que permanezca en silencio, la silencias. Si agregas más palabras a la mente, ella, simplemente, se mantendrá ocupada.

Todos hemos visto personas por la calle llevando un monólogo con ellas mismas. No pueden silenciar sus mentes. Este es un ejemplo extremo de la incapacidad de acallar los pensamientos. Pero cada uno de nosotros, cada cual en su propia medida, lucha contra esto en la vida cotidiana y en la meditación. Se reduce a esto: a no ser que lo intentes, nunca podrás detener los pensamientos. Sólo acallarás los pensamientos cuando te determines a hacerlo.

Presta total atención a lo que experimentas a través de los seis sentidos sin etiquetar lo que aparezca. Hay ciertas cosas que experimentas para las cuales no son necesarias las palabras. Simplemente las conoces. Tu mente las conoce. Permaneces con ese conocimiento. Cuando sientes frío, el hábito normal es decirte a ti mismo: «uy, que frío». Cuando sientes calor, automáticamente piensas: «uy, que calor». Simplemente presta atención al frío que sientes sin ese pensamiento adicional. Simplemente siente el calor sin verbalizar la experiencia. Cuando recuerdas que visitaste un lugar, charlaste con alguien, saboreaste un helado o estrechaste la mano de alguien, simplemente sé consciente de esos objetos de tu memoria.

Necesitas obtener completa concentración para detener tus pensamientos. Eso se logra al prestar atención total a un objeto a la vez. Si comienzas la práctica de enfocar la mente exclusivamente sobre un objeto, al sostener el contacto inicial con el mismo, irás, gradualmente, condicionando la mente para superar los pensamientos discursivos.

Cuando escuchas los latidos de tu corazón no necesitas conceptos para sentir ese suceso sutil. De la misma manera, durante la meditación, al prestar total atención a la inspiración y a la espiración, puedes notar el comienzo, el medio y el fin de cada inhalación y cada exhalación. Puedes notar la breve pausa entre inhalación y exhalación. Puedes notar estos acontecimientos naturales en tu respiración si prestas total atención a ellos.

La mente se mueve muy rápido. Sin embargo, podemos entrenarla para advertir estos eventos precisamente mientras ocurren, ya que ocurren en sucesión. Si conceptualizas estos fenómenos no serás capaz de notarlos. En cambio, te quedarás con las palabras y te perderás la experiencia real. No hay que decir: «este es el comienzo de la inspiración», «este es el medio» o «este es el fin». Simplemente nota estos estadios. No necesitas del pensamiento para notarlos. Todo lo que necesitas es atención.

De ninguna manera nos convertimos en vegetales cuando aquietamos nuestros pensamientos. Una mente calma es receptiva de la intuición. Y tu puedes detener el proceso del pensamiento a través del entrenamiento sistemático de la mente.

Cuando uso la frase «calmar la mente» o «silenciar la mente» me refiero a no tener pensamientos en la mente, pero esto no significa desacelerar la mente como se desacelera el metabolismo corporal durante la hibernación. Simplemente significa no tener el hábito de crear pensamientos en la mente.

El cerebro no fabrica pensamientos a menos que lo estimulemos con el hábito de verbalizar. Cuando nos entrenamos en la práctica constante de detener la verbalización, el cerebro puede experimentar las cosas tal como son. Al silenciar la mente podemos experimentar verdadera paz. Mientras diversas clases de pensamientos agiten el cerebro, no experimentaremos paz al cien por cien.

La paz no es un pensamiento, no es un concepto, es una experiencia no verbal. Uno puede permanecer es ese estado de paz hasta siete días. Pero antes de alcanzar tal estado de completa paz mental, uno debe entrenarse gradualmente en la desaceleración de los pensamientos. Una vez desacelerados, los pensamientos se desvanecen y el cerebro ya no se nutrirá de nuevos pensamientos.

Incluso cuando no meditamos tenemos experiencias profundas para las cuales, a menudo, no hallamos palabras. Podemos tratar de encontrar una palabra o un verbo para esa experiencia. Podemos llamarla intuición. Sin embargo, las intuiciones pueden surgir sin palabras o conceptos asociados. También puedes escuchar sonidos sin que ninguna palabra aparezca en la mente. Se dice que la mejor manera de disfrutar de la música es escuchar la música. Cuando escuchas música, escuchas el sonido sin tratar de verbalizarlo. O considera cómo escuchas el canto de un pájaro: no verbalizas el sonido. Puedes decir: «el pájaro canta como…»; pero eso es tu imaginación.

Esto significa que incluso fuera de la meditación puedes experimentar muchas cosas muy sutiles, simplemente, prestando total atención a tus sentidos. La mayor parte del tiempo verbalizamos las cosas después de haberlas experimentado, no mientras las experimentamos. Pero cuando prestas una atención total y no verbal a algo, adquieres una concentración que no es posible lograr al verbalizar. Las palabras estimulan la mente. Por eso la mente sigue produciendo más y más palabras y nosotros las expresamos en pensamientos. Con la atención no verbal puedes minimizar el número de palabras que utilizas. Cuando las palabras se minimizan, se minimizan los pensamientos. Finalmente, este proceso logra que la mente quede verdaderamente libre de pensamientos. Pero si no minimizas las palabras, no podrás liberar la mente de pensamientos.

Cuando experimentas algo, si no tratas de traducir la experiencia en palabras, simplemente tienes la experiencia, no pensamientos. Visiones, sonidos, olores, sabores, tactos pueden experimentarse directamente sin palabras. Al usar palabras bloqueas la experiencia directa de los objetos sensoriales.

Después de todo, no son las palabras las que hacen que experimentes lo que experimentas. Supón que el color blanco aparece ante tus ojos. El blanco se refleja en tus ojos. La mente lo reconoce tal como es. Sólo si quisieras expresar lo que has visto necesitarías realmente palabras. Sin embargo, el blanco no es una palabra, es lo que es. El negro no es una palabra, es lo que es. Lo mismo sucede con lo dulce, amargo, ácido, duro y cada cosa en tu experiencia.

El cerebro no fabrica pensamientos de la nada. Tiene que nutrirse de algo que utilizará como materia prima para la fabricación de pensamientos. La materia prima es aquello con lo que lo has nutrido en el pasado. Si no lo nutriste con palabras, si lo entrenaste evitando la verbalización, el cerebro no podrá fabricar pensamientos del vacío.


Fuente: http://appamadanet.webs.com

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