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El Zen y los Grandes Maestros – Parte 5 – Chao-chou

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bodhidharma-.gif La dinastia T’ang de China (618-906) fue el marco histórico en el que floreció la escuela budista que hoy conocemos como Zen. La tradición remonta el origen del Budismo Ch’an (su nombre original en chino) a la llegada desde la India a China del legendario monje Bodhidharma en el año 520. Sin embargo, el Zen tal y como propiamente se distingue no daría comienzo hasta un siglo y medio después, con el episodio que culminó con el nombramiento de Hui-neng (638-713) como Sexto (y último) Patriarca en sucesión directa desde Bodhidharma. Es a partir de entonces cuando da comienzo la doctrina de la Iluminación Abrupta (o Súbita) y el Budismo Ch’an adquiere su formulación y sabor tipicamente chinos (con clara influencia del taoismo filosófico), asumiendo el estilo característico con el que hoy se le identifica. Este periodo se ha dado en llamar como «periodo-de-alta-actividad» o Edad de Oro del Zen; he aquí algunos de sus principales protagonistas.

5. Chao-chou ( [Joshu]; 778-897)

De este modo, Chao-chou alcanzó la Iluminación a la temprana edad de 18 años, tras lo cual pasó otros cuarenta años junto su maestro Nan-chuan hasta que, a la muerte de este, se convirtió en su sucesor.
Sin embargo, Chao-chou optó entonces por una vida de peregrinaje para profundizar en su experiencia contrastándola con otros maestros (práctica posteriromente conocida como ‘Combate [contienda, debate] del Dharma’ o ‘hossen’ ), y se dice que llegó a ir en busca de todos y cada uno de los sucesores y alumnos de Ma-tsu (su «abuelo-en-el-Dharma»). Sólo a la edad de 80 años se estableció finalmente en un monasterio y aceptó discípulos, llegando a vivir hasta la edad de 120 años.

Un monje le dijo a Chao-chou: «Maestro, por favor, enseñame lo que es el Zen»

Chao-chou dijo: «¿Has comido ya tus gachas de arroz?»

«Ya las he comido»

«Entonces lava tu tazón»

El estilo de instrucción de Chao-chou se llamó «Zen de la boca y de los labios», pues en voz ronca y profunda emitía las palabras justas que se decía eran capaces de atravesar, como una espada cortante, los obstáculos en la mente de sus discípulos.

En una ocasión, un monje preguntó:

«Maestro, ¿cual es el significado último del origen del Zen?»

«El ciprés en el patio»

El monje replicó: «Maestro, veo lo que estás haciendo; contestas a mi pregunta con el método de opuestos complementarios, usando terminos que me hagan volver al terreno de la realidad concreta»

«¡Yo no estoy haciendo todo eso!», protestó Chao-chou

«Entonces dime, ¿cual es el significado último del origen del Zen?»

«El ciprés en el patio»

Muchos son los mondos que tienen a Chao-chou como protagonista. En otra ocasión, se le preguntó si un bebé, un niño de teta, se valía o no de sus seis sentidos, y si de este modo estaba también condicionado por ellos; la respuesta fue: «Él juega a la pelota que flota en el torrente de agua». Años después, otro maestro Ch’an (T’ou-tzu) comentó sobre este mondo: «Es la mente, la conciencia, que no deja de fluir (adaptándose a la corriente como una pelota de corcho en un arroyo de montaña)».
Igualmente, varios de sus mondos han sido y siguen siendo usados a modo de koan, y son varios los koanes célebres que se remontan a Chao-chou. De entre todos ellos, tal vez el más famoso, admirado y arduo de todos sea el siguiente:

Un monje dijo: «Maestro, ¿tiene un perro Naturaleza Búdica?

El maestro gritó: «¡Wu!» [¡Mu!]

Éste es un koan que ha hecho correr ríos de tinta, pues son muchos los maestros que han alcanzado la Iluminación gracias a él. (Baste aquí señalar que la exclamación «¡Wu!» [en japonés: ¡Mu!] es, entre otras cosas, una brusca interjección onomatopéyica, un término que designa «ausencia-de» (como en wu-nien: «no-pensamiento») y que tiene función de adverbio similar a «sin» o «ningún» (wu-wei: «sin-interferir», «ningún-manipular») y una palabra o sonido que se pronuncia igual (aunque se escribe de manera distinta) que la acepción original en chino del término japonés satori [wu].)

Chao-chou ha pasado a la historia del Zen como uno de los maestros más venerados y se cuenta que, de sus 13 sucesores, pocos consiguieron igualarle y ninguno llegó a superarle, con lo que finalmente su línea se extinguió al cabo de pocas generaciones.


Fuente: www.oshogulaab.com

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