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Vientiane: La puerta serena de Laos – Por Martín Correa-Urquiza

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vientiane_250_x_169_.gifCon sólo pensar que tiene poco más de 140 mil habitantes y es la capital del país, uno ya comprende que la noción de multitud en Vientiane tiende a ser poco utilizada. Y eso, en una ciudad en la que toda experiencia es nueva para quien llega desde nuestro lado del meridiano de Greenwich, es indudablemente una ventaja. Vientiane es el eje social y económico de Laos, una ciudad de calles de tierra, donde la prisa es casi un insulto; una aldea tranquila de casas bajas; nada de embotellamientos, de cruces acelerados, nada de aquella vida urbana de zigzag alterado que nos llega a la memoria cuando se piensa en las grandes urbes del sudeste asiático. Aquí uno entiende esa distinción entre la austeridad de la vida diaria y la deliciosa fastuosidad de los templos que guardan la memoria divina. Lo religioso se observa en las calles, en la ambiciosa decoración de los oratorios budistas, en el olor a incienso.

Vientiane fue eje de la Tierra del millón de Elefantes hacia el año 1353, época en la que Laos llevaba nombre de leyenda y se consolidaba el Budismo Theravada como pensamiento autóctono. Más tarde fue una de las urbes más emblemáticas de la antigua Indochina; hoy es un rincón de caminos cruzados por bicicletas y peatones, de mercados al aire libre y terrazas de arroz alimentadas por las crecidas del Mekong. El río le traza el perfil al cuerpo de la ciudad.

Al momento de un recorrido, la avenida más importante es la Thanon Samsenthai y ahí es donde se abren la mayoría de las tiendas, bares y cafés en donde se arremolinan nativos y viajeros.

Cuna del budismoReclining_Buddha_Vientiane-Vientiane_250_x_187_.gif

En los alrededores se distribuyen como en abanico los más de 90 templos dedicados al budismo y aunque no es necesario visitarlos a todos, sí vale la pena conocer al menos media docena de ellos que resumen el espíritu local: el Wat (templo) Mixai con sus guardianes amables de caras endiabladas, el Wat in Paeng, el Wat Chan y la estupa sagrada de Pha That Luang (un símbolo del Budismo Laosiano construido en el año 1566) son algunos de los monumentos paradigmáticos de la ciudad. Los que admiren las tallas de Buda tienen una explosión de variedad en el Wat Sit Saket, el templo más antiguo de Vientiane. Hay más de 2.000 imágenes en plata y cerámica y unas 300 de madera, piedra y bronce que se reparten sobre las diferentes estanterías. El Wat Ong Teu es también importante; allí vive el patriarca de la orden monástica de Laos. Lo mismo sucede con el Wat Si Muang, que se ha transformado en el más venerado por ser la casa del espíritu guardián de la villa. Después, lo interesante es dejarse estar, vivir la atmósfera local, animarse a una làap (ensalada con especias nativas) y a un ping kai (pollo asado con especias) en el mercado nocturno de Dong Palan, sitio perfecto para entender la comida laosiana. Más tarde, pasearse por la semiclandestinidad de los bares y fumaderos de opio es también una manera de acercarse a la normalidad local. Los fumaderos dan contenido al ocio laosiano. Poco después la actividad puede coronarse con una nueva incursión culinaria.Vale la pena vencer el prejuicio cultural y probar las libélulas o babosas, los escarabajos dorados o los huevos de hormigas acompañados del infaltable lao-lao, la concentrada aguardiente de arroz nativa.

Austeridad

Vientiane es un mundo silencioso, de lenta dinámica urbana y una particularísima noción de progreso en la que la electricidad en muchos casos es una fábula exótica y lejana, o un «milagro» con cinco años de historia.

Laos en general es, sobre todo, austero en su verso cotidiano y el vínculo con él debe estar necesariamente marcado por cierto altruismo. De alguna manera es un misterio despoblado, un país con poco más de 5 millones de habitantes que deambulan por un territorio del tamaño de Inglaterra. Vientiane es siempre puerta de entrada. Aquí la realidad campesina es casi un símbolo de identidad y eso le otorga cierto descanso, cierto fluir como más lento. Hoy la apertura hacia el resto del mundo iniciada a mediados de los años 90, se mantiene constante pero a un ritmo calmo y apacible. Es el ritmo de Laos.


GUÍA

CÓMO LLEGAR

La manera de viajar a Laos desde Europa es haciendo escala en Bangkok, Tailandia. La aerolínea Thai (Tfno: 91 782 05 20. Internet: www.thaiairways.es) realiza varios vuelos semanales desde 1016 euros (ida y vuelta). También BritishAirways (Tfno: 902 111 333. Internet: www.britishairways.com) o Spanair (Tfno: 902 13 14 15. Internet: www.spanair.com) vuelan a Laos, vía Bangkok .

DÓNDE DORMIR

En un hotel lujoso Green Park Boutique Hotel (248 Th Khu Vieng. Tfno: 021 26 30 63). Uno refinado y muy famoso en la capital, Lane Xang (Thanon Fa Ngum. Telf 21 21410). Uno económico, Day Inn (Sisaket Unit 1, 59/3. Tfno: 21 223848).

QUÉ COMER

En la mayoría de las ciudades la comida es bastante similar a la tailandesa y vietnamita. Casi todo es a base de arroz y especias que se combinan con pollo, búfalo, ternera. El làap (ensalada con especias) y el ping kai (pollo asado con especias) son una opción interesante.

INFORMACIÓN

Se necesita un visado previo y un pasaporte en regla para ingresar. La unidad monetaria es el kip, aunque también se aceptan los baths tailandeses.

Para más información en la Embajada de Laos en Bangkok (193 Sathon Tai Rd, Bangkok) o en la embajada de Laos en París (74 av. Raymond Poincaré).

Internet: www.visit-laos.com .



Por: Martín Correa-Urquiza

Artículo publicado en: www.elmundo.es

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