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Blogger Tibetana

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UNA BLOGGER TIBETANA,

SIEMPRE BAJO ESTRECHA VIGILANCIA, LUCHA POR VISIBILIDAD

Por Andrew Jacobs en Beijing

The New York Times

WOESER, una poetisa y blogger tibetana cuyas palabras son de gran interés para las autoridades chinas, describió la pesadilla que la sobresaltó poco antes de que arribara el periodista para lo que alguno podría describir como una arriesgada entrevista.

Ella soñó que estaba de vuelta en Tíbet y que un camión del ejército estaba pasando ante ella, su carga envuelta en lonas verdes.

Uno de los lados del camión estaba descubierto, sin embargo, y dentro ella pudo ver un montón de cuerpos negros y azules, tibetanos viejos y jóvenes, que habían sido maltratados hasta la sumisión.

Desesperada por registrar la vista, ella intentó alcanzar su cámara pero se había ido.

“El sueño termina conmigo persiguiendo el camión, gimiendo y gritando”, dice la Sra.Woeser, 42, quien sigue la tradición tibetana de usar un solo nombre.

La pesadilla refleja vívidamente la ansiedad sentida por muchos tibetanos, tanto dentro como fuera de China. Pero es una particular reflexión del sentido de desamparo que enfrenta una las más conocidas bloggers de China mientras intenta relatar la vida en Tíbet durante todo un año de represión a la disidencia.

Sus libros han sido prohibidos aquí, y el blog que ella ha mantenido desde 2005 está actualmente bloqueado. Todavía, con la prensa extranjera prohibida en gran parte de la meseta tibetana, el blog de la Sra.Woeser, “Invisible Tíbet” (“Tíbet Invisible”) se ha convertido en una de los pocas salidas confiables de noticias para aquellos capaces de sortear lo que es cínicamente referido como The Great Firewall (El Gran Cortafuegos)

La Sra. Woeser ha estado especialmente ocupada por una serie de fechas políticamente delicadas, incluyendo el 50 aniversario de la “liberación de Lhasa” por parte del ejército chino que terminó con la aristocracia tibetana y envió al exilio al Dalai Lama. Este año Beijing consagró el 28 de marzo como una fiesta nacional, el Día de Liberación de los Siervos, pero entre muchos tibetanos fue un tiempo de duelo.

La conmemoración de este año se hizo aún más tensa por la seguridad que acompañó el primer aniversario de los disturbios de Lhasa en los cuales fueron asesinadas 19 personas, muchas de ellas chinos Han inmigrantes.

En las semanas y meses que siguieron, cientos de tibetanos fueron arrestados; por su propia cuenta, basada en relatos de aquéllos en los que ella dijo confiar, pueden haber muerto unas 300 personas a manos de las fuerzas de seguridad públicas.

“Es imposible saber el número exacto porque los cuerpos son inmediatamente cremados” dijo. “Yo me solidarizo con la pérdida de vidas de los Han, pero estoy enojada con el gobierno por responder con tal crueldad. Ellos sólo empeoraron la situación, despertando la ira del pueblo tibetano”.

Una graciosa mujer de hablar suave, cuyas inquietantes historias son a menudo interrumpidas por una risa nerviosa, la Sra.Woeser se ha convertido en héroe accidental de una generación de jóvenes tibetanos privados de representación. Como muchos de sus pares, ella fue educada en mandarín, parte de una política de asimilación que la dejó incapaz de escribir en tibetano, y la hizo crecer abrazando la versión oficial de la Historia, que el Partido Comunista llevó libertad y prosperidad a una tierra atrasada.

Su linaje es muy notable porque su padre, hijo de padre Han y madre tibetana, fue segundo general en el ejército chino que supervisó Lhasa.

Ella tenía sólo 24, después de siete años estudiando poesía y literatura china, que ella reconectó con su ADN tibetano. Durante una visita a Lhasa, una tía la arrastró al monasterio de Jokhang, uno de los sitios sagrados del Budismo Tibetano, y ella se encontró sobrecogida por la intensidad emocional de su fe. “Yo estaba llorando muy fuerte y un monje le dijo a mi tía `Mire esa patética niña china, no puede controlarse a sí misma”.

“En ese momento me di cuenta que había vuelto a casa” dijo.

Ella se mudó a Lhasa, encontró un trabajo en Literatura Tibetana, un diario dirigido por el gobierno, y comenzó a ahondar en la Historia y el folklore de Tíbet. En 2003, una editorial en Guangzhou publicó su primer libro, “Notas sobre Tíbet” una colección de prosa y cuentos cortos que rápidamente se agotó. Fue justo antes de que se realizara la segunda edición que las autoridades tomaron nota. Ellas inmediatamente prohibieron el libro, diciendo que contenía “serios errores políticos”.

En su condena al libro, su empleadora, la Asociación de Literatura Tibetana, dijo que ella había glorificado al Dalai Lama, dañado la solidaridad de la nación y “exagerado y embellecido la función positiva de la religión en la vida social”. Ellos exigieron una confesión de sus errores. Ella se rehusó, y se encontró a sí misma desempleada.

Sin medios de subsistencia, ella se mudó a Beijing. Después de haber sido muy efusiva sobre uno de los escritores más conocidos de China, Wang Lixiong, fueron presentados. Ellos se casaron un año más tarde.

En contraste con los disidentes tibetanos que agitan desde lugares de exilio, la Sra.Woeser es una extraña voz que emana desde China. Robert Barnett, profesor de estudios tibetanos de la Universidad de Columbia, la describió como “feroz y valiente” pero dijo que nunca era estridente. “Ella no es una política sino una poeta que bastante tarde en su carrera comenzó a hablar de política” dijo. “Ella es un elocuente recuerdo de lo que pasa en Tíbet”.

Uno de sus más asombrosos proyectos recientes es “Memoria prohibida”, un libro de fotografías tomadas por su padre durante la Revolución Cultural. Publicado en Taiwán, el libro proporciona una mirada perturbadora de la tumultuosa década que destruyó miles de templos y costó un sinnúmero de vidas. Hay fotos de reliquias pisoteadas; jubilosas multitudes cargando enormes retratos de Mao y una Buda viviente de sexo femenino, bajando su cabeza en humillación, mientras es intimidada en las calles. “Mi padre amaba la fotografía y nadie osaba detenerlo porque él usaba uniforme” dijo ella.

Las fotografías también ofrecen una ventana al alma de un hombre conflictuado. La Sra.Woeser recuerda a su padre como un devoto comunista que podía denunciar la religión de día y buscar refugio en los textos budistas en la noche. Después de su muerte en 1991, ella encontró una manoseada biografía del Dalai Lama escondida en su biblioteca. “Él era como muchos tibetanos que trabajan para el gobierno” dijo. “Ellos están divididos por dentro. Nosotros los llamamos gente con dos cabezas”.

En los últimos años la Sra.Woeser se ha vuelto menos tolerante con el gobierno chino y más ruidosamente opuesta a los Han inmigrantes y a los turistas que ella reclama han rebajado la cultura tibetana y el frágil ecosistema. Tal franqueza solo ha aumentado el interés de las autoridades, quienes han bloqueado sus primeros tres blogs. (El cuarto dice ella fue destruido por hackers).

El año pasado, ella y su esposo fueron brevemente puestos bajo arresto domiciliario, después que ellos hablaron con la prensa extranjera.

Sus visitas a Tíbet son incluso inspeccionadas más estrechamente. La policía rastrea cada movimiento suyo, interrogando a cada amigo que se atreve a reunirse con ella. “La mayoría de mis amigos no tienen más las agallas como para verme” dijo.

Durante su última visita en agosto, oficiales de la seguridad pública allanaron la casa de su madre en Lhasa, confiscando computadoras y la hicieron objeto de ocho horas de interrogatorio. Cuando ella retornó a su casa, su madre, temerosa por su seguridad, le imploró que hiciera sus bolsos y se fuera. “Ese fue uno de los momentos más desgarradores” dijo ella.

La mayoría de las noticias que aparecen en su blog arriban a través de mensajes de correo electrónico o vía skype, el servicio de llamadas de Internet, aunque ello no es sin riesgo. Ella dijo que 13 de sus amigos están aun en detención, algunos enfrentando cargos de que ellos diseminaron ilegalmente detalles de arrestos y protestas al mundo exterior. “Cada día lloro porque no sé qué les está pasando a ellos” dijo, echando una mirada desde la ventana del 20mo piso de su apartamento, con su amplia vista del neblinoso atardecer de Beijing.

A pesar de su relativamente alto perfil dentro y fuera de China, ella es bien consciente de que su libertad es frágil. Desde 2004 ella ha estado esperando por un pasaporte, que le permita viajar y hablar en el extranjero.

“Me siento muy insegura dentro” dijo. “Me siento como si estuviera sentada en la orilla de un acantilado y pudiera caer en cualquier momento”.




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